GALINDO: EL AZOTE DE ETA

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Categoría padre: El azote de ETA
Categoría: MI LUCHA CONTRA ETA
Publicado el Domingo, 03 Julio 2016 13:23
Escrito por Rodriguez Galindo
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MI LUCHA CONTRA ETA

PROLOGO

El coronel de la Guardia Civil Enrique Rodríguez Galindo, jefe de la 513 Comandancia de la Benemérita en Guipúzcoa, es, por méritos propios, el agente antiterrorista más cualificado en la lucha contra la banda criminal E.T.A. Y es por ello también el objetivo más codiciado, no sólo de los terroristas, sino de todos aquellos que apoyan, en cualquiera de las formas, la violencia asesina.

Es evidente, pues, que el coronel Rodríguez Galindo ocupa un puesto de honor en el camino de la derrota "policial' del terrorismo, y de la lucha por la libertad real de todos.

Eso se lo agradecemos, y se lo agradeceremos siempre, todos los españoles.

Pero también ha provocado otro tipo de consecuencias, esperables, por otra parte: Los terroristas ya han intentado atentar contra su vida, afortunadamente sin éxito; y los que se mueven en el entorno etarra han lanzado y siguen lanzando campañas inicuas y falaces de desprestigio contra este jefe de la Guardia Civil, pretendiendo, sin ningún fundamento, relacionarle con redes de narcotráfico y contrabando.

El último capítulo de esta campaña ha sido la publicación de un libro - 'La Red Galindo"- del que es autor un periodista del diario que se ha destacado por ser el portavoz de la banda sanguinaria E.T.A.

El equipo de Investigación de ABC elaboró, en abril y mayo del año pasado, en un tiempo record, un libro-reportaje sobre la operación que culminó con la detención en la localidad francesa de Bidart, el 29 de marzo, de los cabecillas del colectivo "Artapalo". Terminaba así la operación antiterrorista más importante de las habidas contra E.T.A. en toda su historia. Y esa operación se realizaba bajo la dirección de Enrique Rodríguez Galindo y gracias al abnegado trabajo de sus hombres.

En un momento en el que, desde sectores "filoetarras", se pretende poner en cuestión el buen nombre del coronel jefe de la Comandancia de Guipúzcoa, un grupo de amigos y admiradores del insigne militar han querido que este libro-reportaje que, por razones ajenas a sus autores, no se editó en su momento, vea la luz ahora como homenaje al "azote de E.T.A.", como se ha denominado a Rodríguez Galindo.

El conocimiento de la forma en que se desarrolló la operación de Bidart es un botón de muestra del trabajo incansable que la Guardia Civil, junto con los otros cuerpos de las Fuerzas de Seguridad del Estado y la inestimable colaboración de Francia (aunque durante esta operación se produjeron algunas importantes disfunciones), realiza para acabar con el grupo de delincuentes que tiene en su haber más de setecientos asesinatos.

Los beneficios de este libro-reportaje, cuando, en el mes de junio del año pasado, se entregó para su publicación a una importante empresa editora, iban a ser destinados al Colegio de Huérfanos de la Guardia Civil. Tal intención se mantiene, por considerar que los hombres y mujeres de la Guardia Civil encabezan, por su número, la lista de víctimas de E.T.A.

Madrid, Julio de 1993

CAPITULO I

"BRUNO"

La cabeza de José Arregui Erostarbe estaba ensangrentada. "Fitipaldi", el "dinamitero de E.T.A.", acababa de recibir un culatazo de un agente del R.A.I.D., cuando haciéndose pasar por policía intentaba huir de un caserío de Bidart. El terrorista, que se taponaba la herida con un pañuelo, no daba crédito a lo que estaba viendo: la dirección de E.T.A., formada por "Pakito", "Txelis" y él mismo, estaba siendo desmantelada. Pero lo que desde luego no podía imaginar es que una de las piezas fundamentales de la operación que concluyó con su captura había sido colocada por un tal "Bruno".

- Mira, mira estas fotos. Son dos jóvenes de Rentería. Se llaman Patxi y Anselmo.

El colaborador observó las fotografías con máximo detenimiento y después dirigió la mirada hacia el coronel.

- Son de Rentería ¿sabes?. Amigos de Susperregui, el que huyó cuando lo de Carmen Guisasola. Creemos que andan en algo gordo.

La curiosidad intrigaba a "Bruno", pese a su experiencia. ¿Qué, es algo gordo?.

- Eso es lo que necesito que averigües urgentemente. ¿Comprendes?, urgentemente. Además se han movido mucho por aquí y ... y en Madrid. No sé que han hablado de un helicóptero. Entérate de lo que pasa.

Mientras apuraba un empalagoso pastel, "Bruno", el fiel "confidente", escuchaba la exigencia de una nueva colaboración que conduciría a la recta final de una minuciosa investigación que, de un solo golpe, descabezaría a E.T.A.. Aquel mediodía de finales de febrero, desde el hotel Lafon, de Hendaya, partía el camino que llevaría al caserío de "Xilocan", en Bidart.

A las once de la mañana, el coronel de la Guardia Civil Enrique Rodríguez Galindo abandonó, en un coche camuflado, el acuartelamiento de Intxaurrondo (Guipúzcoa). Durante el trayecto, a unos cien metros por delante, circulaba un vehículo de protección. Al mismo tiempo, un grupo de agentes del Servicio de Información tomaba posiciones dentro y fuera del hotel Lafon. Se revisó cada rincón palmo a palmo y antes de que llegara el coronel, llamado por sus hombres 'T F (primer jefe), se produjo la última comunicación de seguridad:

- J- 1 para T-8

- Adelante

- En previsto

- Barra libre con cerveza para todos

La contraseña revelaba que la situación estaba bajo control y que "Bruno", de nacionalidad francesa, esperaba en el hotel. Al final del mostrador del bar, el confidente, como en otras ocasiones, consumía un café. Hacia tres días que había recibido, a través de una persona vinculada a una sociedad de apoyo al "euskera", un mensaje "urgente" del coronel, y allí estaba en el hotel, cerca de la playa de Hendaya, intrigado por el contenido de la nueva cita. Tras un rutinario saludo, "Bruno" felicitó a Rodríguez Galindo por su reciente ascenso a coronel. El militar agradeció con gestos las palabras de su confidente y ambos pasaron al comedor. Se sentaron alrededor de la mesa que tenían reservada, muy próxima a la que desde quince minutos antes ocupaban dos agentes del servicio de seguridad.

Como casi siempre, Rodríguez Galindo y "Bruno" no prestaron mucha atención a la comida. Los platos se sucedieron mientras hablaban de la situación financiera de E.T.A., que estaba colocando a muchos "refugiados" mal pagados al borde mismo de la rebelión, insatisfechos con el modo en que Francisco Múgica Garmendia, "Pakito", gestionaba los recursos económicos. Analizaron también el aprieto en el que la "Ertzaintza" había situado a los abogados de Herri Batasuna, con el desmantelamiento de la red del cobro de extorsiones a empresarios, y de la reciente desarticulación del comando "Vizcaya". Tocaron de pasada y casi sin interés el tema de la autovía de Leizarán y el de una hipotética negociación. Y ya al final, con la llegada de los postres, el coronel Rodríguez Galindo informó al confidente del objetivo real de la cita: "Entérate de lo que pasa con un helicóptero y con Anselmo y Patxi".

La conversación no se prolongó más y "Bruno" abandonó el hotel con la misión de informarse sobre algo que se decidiría al más alto nivel dentro de E.T.A.. El cometido era difícil y peligroso, pero sus relaciones con la banda le permitían conocer las decisiones más secretas. Una vez más estaba dispuesto a delatar a sus correlígionarios. Ni siquiera su mujer, partidaria de las acciones de E.T.A., tenía conocimiento de las informaciones que facilitaba a la Guardia Civil. Las iniciales posiciones de "Bruno", de apoyo absoluto a los huídos de E.T.A., habían derivado hacia una colaboración encubierta con el Servicio de Información del coronel Rodríguez Galindo. Al tiempo, supuestamente, mantenía su apoyo incondicional a la banda de malhechores. Ahora, sus confidencias llevarían a la cabeza de la serpiente.

 

CAPITULO II

'LA BROMA DE LA GORDA"

La información de "Bruno" sería decisiva para llegar al caserío de "Xilocán", en Bidart, pero el punto de partida para el descabezamiento de E.T.A. lo marcó Carmen Guisasola Solozábal, "La Gorda", cuando fue detenida, el 17 de noviembre de 1990, en un control policial en Saint Martin de Seignanx.

Responsable por orden de la dirección etarra de los comandos que operaban en España, en sustitución de José Javier Zabaleta Elósegui, "Baldo", "La Gorda" cayó en la red de la Gendarmería Nacional francesa en el momento más oportuno: cuando iba a poner a disposición de Francisco Múgica Garmendia, "Pakito", a varios terroristas. La entrevista iba a realizarse en un lujoso caserío, con piscina incluída, y el número uno de la banda les entregaría las armas y documentos de identidad falsos para pasar al "interior". Aquellos individuos que acompañaban a "La Gorda" eran los elegidos para integrar el comando "Araba", además de una mujer que iba a ser destinada a reforzar el "Barcelona". A raíz de las investigaciones abiertas, cinco días después fueron detenidos en Nantes (Francia) los hombres con los que ETA pretendía formar el nuevo comando "Nafarroa".

Pero además de desbaratar los planes de reconstrucción de comandos fundamentales para la banda, la detención de "La Gorda" desencadenó lo que año y medio más tarde constituiría un golpe mortal para E.T.A.. Carmen Guisasola portaba entre su documentación anotaciones sobre la localización de algunos terroristas que se ocultaban en Rentería (Guipúzcoa) tras huir de Navarra, después de! enfrentamiento del comando "Nafarroa" con la Guardia Civil en la Foz de Lumbier, en junio de 1990. Algún gendarme filtró los datos a la Policía española y fueron detenidos. Estos hechos sembraron gran inquietud en Rentería, y en especial en Anselmo, que decidió esconderse en lugar seguro durante quince días. Pasadas las dos semanas decidió salir de su madriguera, convencido de que se había asustado por una falsa alarma. Se equivocaba. Los agentes del Servicio de Información de la 513 Comandancia de la Guardia Civil (Guipúzcoa) ya habían puesto sus ojos sobre el temeroso Anselmo.

A finales de noviembre de 1990, los hombres de J-1 sorprendieron a un importante dirigente de Jarra¡, de San Sebastián, en una situación muy comprometida que podía poner en peligro su fulgurante ascensión dentro de la organización juvenil del "complejo ETA". El cabo M.L. y el guardia segundo R.M., especialistas en el trato con estas personas, le abordaron abiertamente y a cambio de su silencio obtuvieron una importante información: un tal Anselmo, que trabajaba en un taller de Oyarzun (Guipúzcoa), estaba escondido desde la detención de "La Gorda". Facilitó también, entre otros, datos sobre una serie de individuos de Rentería que frecuentemente quemaban vehículos, así como sobre un grupo de Andoain que colocaba artefactos incendiarios en bienes de las empresas adjudicatarias de las obras de la autovía de Leizarán. Los agentes de la Guardia Civil, sin darles oportunidad alguna al descanso, identificaron plenamente a los dos grupos y días después sus integrantes fueron detenidos.

El dirigente de Jarrai, incorporado desde entonces a la larga lista de confidentes de la Guardia Civil procedentes de los sectores más radicales, había aportado las pistas suficientes para que los hombres de Rodríguez Galindo pusieran fin a una serie de sabotajes e incendios, que habían ocasionado daños por valor de más de ochocientos millones de pesetas. Pero sobre todo, el confidente había arrojado sobre Anselmo la sombra de la Guardia Civil, sombra que le acompañaría más que la suya durante los meses siguientes.

La unión de los pocos datos que se tenían sobre "el tal Anselmo" y muchas horas de investigación revelaron que sus apellidos eran Olano Arbelaiz, que era hijo de Luis y María, que había nacido en Rentería el 25 de agosto de 1967, que era vecino de la misma localidad, con domicilio en la calle Pablo Iglesias, y que estaba empleado en talleres Olano del polígono industrial Ugaldetxo, de Oyarzun, dedicado a la venta y reparación de maquínaria para la conservación y mantenimiento de grandes espacios ajardinados. Entre los amigos de Anselmo destacaba Patxi, identificado como Francisco Javier Rollán Rodríguez, hijo de Pedro y Feliciana, nacido en San Sebastián el 22 de mayo de 1965, vecino de Rentería, con domicilio en la calle Vicente Elícegui, y empleado de la Papelera Española. Estos dos individuos frecuentaban la sede del sindicato LAB de Rentería y participaban en numerosas actividades en apoyo de los presos de E.T.A.

A la vista de estos datos, el capitán "Mic" ordenó al teniente '7ei" que se hiciese cargo, al frente de su grupo operativo, de las investigaciones sobre Anselmo y Patxi. Comenzaba así la operación "Cantábrico".

Durante meses y meses, los movimientos de estos dos individuos fueron minuciosamente controlados y registrados. En los informes incluso se llegaba a especificar el tipo, marca y cantidad de bebida ingerida - casi siempre abundante- por Anselmo y Patxi; la frecuencia con que mantenían, o no, relaciones sexuales; el tipo de transportes que utilizaban en sus desplazamientos; si tomaban vacaciones o una baja laboral en alguna fecha exacta con una finalidad concreta; si hacían deporte, olvidando después la ducha ... Todo era controlado y anotado. El objetivo de la vigilancia era detectar posibles contactos de estos individuos con miembros de E.T.A. Nunca se desvaneció la esperanza de que Anselmo pudiera llevar al comando "Donosti" y además, había que encontrar respuesta a la pregunta: ¿Por qué Anselmo se escondió tras la captura de "La Gorda"?.

Simultáneamente, los hombres de 'U-F' desarollaban otra operación que exigía en ese momento mayor número de efectivos especializados. Rodríguez Galindo ordenó congelar la operación "Cantábrico" y volcar los esfuerzos en la "Caramelo". Las comidas en casa se cambiaron por bocadillos y platos combinados, las horas de trabajo se multiplicaron, la consigna era clara: "hay que capturar al comando "Donosti", que nos ha matado a dos compañeros en menos de seis meses". Las dos mil personas que viven en el cuartel de Intxaurrondo se contagiaron de la misma preocupación.

Pero los resultados no se hicieron esperar. En pocos meses se consiguió identificar a todos los componentes de un comando de apoyo al "Donosti", llamado por sus integrantes "Ipar Haizea" (Viento del Norte). Conocida la identidad de los terroristas, fueron día y noche vigilados para acceder al escalón superior: el "Donosti". Dado que se trataba de una docena de terroristas y a que era preciso tener controlados continua y simultáneamente a todos ellos ante la posibilidad de que cometieran un atentado, las dificultades a superar y el ingenio que derrocharon los agentes fueron extraordinarios.

Los nervios de los miembros del Servicio de Información se  encontraban a flor de piel por el cansancio acumulado y por la sucesión de graves atentados en cuatro noches consecutivas. Parecía claro que la ofensiva terrorista pretendía disuadir a las autoridades sobre la conveniencia de que Sus Majestades los Reyes visitasen Guipúzcoa a partir del 30 de julio. En torno a las mesas de trabajo se analizaba la conveniencia de desarticular al comando Ipar Haizca" para reducir las posibilidades de atentado durante la visita de Don Juan Carlos y Doña Sofía, pero perdiendo la oportunidad de llegar hasta el comando "Donosti". La decisión no era fácil. Las reuniones se sucedían en el Gobierno Civil y en otras instancias, pero después de todo tipo de deliberaciones y a todos los niveles, el Gobierno optó por la decisión más sensata: dejar que los técnicos resolvieran los problemas técnicos. Así, se determinó que se diera por bueno lo que decidiese Rodríguez Galindo, como más cualificado e inmediato conocedor de la potencial peligrosidad de los terroristas que operaban en Guipúzcoa. "J- 1 " se reunió a deliberar con sus oficiales y tomó su decisión: se mantendría la vigilancia sobre el "Ipar Haizea" sin proceder a su desarticulación hasta que se llegase al "Donosti". La decisión fue transformada por los capitanes "Mic" y 'Tonsai" en una sucesión de órdenes.

 

CAPITULO III

"SALTO LA CHISPA"

Anselmo apoyaba el codo izquierdo al final de la barra del bar "Landare", de Rentería. No pidió ninguna bebida, ni siquiera un "zurito" de la cerveza que tanto le gustaba. En el local, frecuentado mayorítariamente por "abertzales", aquella tarde había poca gente. Anselmo, que vestía la camisa y pantalones vaqueros de siempre, no retiraba los ojos de la puerta. Su estatura le aportaba un buen puesto de observación. A la hora prevista vio cómo un individuo, antes de entrar en el bar, miraba bruscamente a izquierda y derecha. No observó nada anormal y plenamente confiado se adentró en el local. Su primera visita fue al retrete y cuando salió se dirigió directamente a Anselmo. Se hablaron casi al oído y pasados tres minutos, en los que la voz cantante la llevaba el desconocido, salieron del bar y tomaron caminos opuestos. Este breve contacto llenó de esperanzas al teniente '7ei" y a su equipo. El desconocido era José Ignacio Echeverría Pascual, "Josetxo", jefe del comando "Ipar Haizea". Esa tarde salió de su escondite, en la calle María de Lezo, por primera vez desde que fuera asesinado a tiros Raúl Suárez Fernández, 'Vocoliso", a quien algunas voces relacionaban con el tráfico de drogas. La importancia de la entrevista con Anselmo compensaba el riesgo.

El oscuro bar "Landare" arrojó luz sobre la actividad de Anselmo. Por fin se tenía constancia fehaciente de que mantenía relaciones con terroristas. Los investigadores sumaron este dato a la sospechosa visita que hizo, junto con Patxi, el 17 de junio a Jesús María Echeverría Garaicoechea, preso de E.T.A., en la cárcel de Martutene. La chispa que saltó en el bar "abertzale" "I_andare" - la confluencia de la operación "Cantábrico" con la "Caramelo"originó una nueva reunión de los oficiales, suboficiales y cabos de] Servicio de Información. Tras largas horas de análisis, se adoptó como hipótesis más probable que Anselmo estuviese realizando labores de enlace o de "correo" de] comando 1par Halzea", bien con los "liberados" del "Donosti", en caso de que se tratase de un comando de apoyo, bien con la propia dirección de E.T.A., en caso de tratarse de un comando "legal" independiente. Estos hechos reactivaron la operación "Cantábrico" mientras que acercaban a la "Caramelo" a su final.

Para esta última, el día "D" fijado por Rodríguez Galindo por aquel entonces teniente coronel- sería el 19 de agosto, una vez pasada la Semana Grande de San Sebastián. El objetivo era la detención simultánea de los integrantes de los comandos "Donosti" e 1par Haizea".

En aquellas fechas, casi una tercera parte de los agentes del Servicio se encontraba disfrutando de unas merecidas vacaciones, pero el día 15 por la noche recibieron una llamada telefónica: "Regreso urgente a San Sebastián". Las últimas investigaciones obligaron a adelantar unos días las detenciones.

Ante la mirada estupefacta de los hombres del teniente "Bost", los integrantes del comando "Ipar Haizea" preparaban el ametrallamiento de los funcionarios del Cuerpo Nacional de Policía que prestaban vigilancia en una garita del paseo Urumea, de San Sebastián.

El 15 de agosto fue un día de máxima tensión. Las intenciones de los terroristas habían sido descubiertas y la sombra de la Guardia Civil tenía que convertirse, una vez más, en la sombra invisible de los etarras. Los integrantes de] Comando Ipar- Haizea tuvieron una reunión, después se trasladaron a la sede de Herri Batasuna de] paseo de Zubiaurre, de San Sebastián, y por último, a las nueve de la noche, se encaminaron hacia la sociedad---Aritza", del barrio de Amara Viejo (sede de Herri Batasuna), donde los elementos del grupo "Nlugarri", de Irún, les entregarían las armas, unos subfusiles, para matar a los policías.

Pero antes de las nueve, los guardias segundos J.K. y L.B., que se encontraban a bordo de un coche oficial en la Plaza Easo, próxima a la sociedad "Aritza" , se llevaron una sorpresa. Un Renault-5, matrícula SS-1702-V se estacionó detrás de ellos. El conductor, Ignacio Recarte Ibarra, a quien acompañaba Juan Ramón Rojo González, miembro como el del comando "Mugarri", solicitó a los agentes desde el interior de su vehículo, que desplazasen unos centímetros hacia adelante el coche oficial para poder estacionar mejor su turismo. Con celeridad y amabilidad, los agentes dejaron un hueco mayor para el Renault-5 de los terroristas.

Recarte y Rojo pusieron sólo el seguro al coche y se dirigieron al lugar de la cita. Allí estaban Josetxo Echevarría y María del Amor Sagastume Arrieta, "Maitane", que extendieron sus brazos y manos no para un tradicional saludo sino para coger la bolsa de deporte con las armas con las que querían matar a los policías.

El siguiente paso en la planificación de este asesinato lo dieron Sergio García Razquin e Ignacio Cañas Cartón, "Yuyu ', ' miembros también del comando "Ipar Haizca". El día 16 tomaron posiciones en los alrededores de la garita que pensaban ametrallar. Midieron con detalle tiempos y distancias, y estacionaron el Fiat 1 de Iñaki, matrícula SS-5093-AD, en el lugar más adecuado paraemprender la huída. Cada uno de sus movimientos fue controlado y anotado al igual que lo eran, en otros lugares, los de Anselmo y Patm.

Los hechos observados los días 15 y 16, dentro de la operación "Caramelo", motivaron una nueva reunión en Intxaurrondo. Cada jefe de grupo expuso la interpretación que daba a los movimientos observados y se llegó a la conclusión de que el atentado contra los policías era inminente. Rodríguez Galindo ordenó que esa misma noche se practicaran las detenciones.

A las cuatro y media de la madrugada comenzaron los arrestos, hasta un total de veinte, y se efectuaron más de treinta registros domiciliarios, la mayor parte de ellos simultáneos. Dos tiroteos ensombrecieron la operación. El primero lo mantuvo Josetxo Echeveverría en un piso de Rentería con fuerzas de la Unidad Especial de Intervención (U.E.I.) de la Guardia Civil. El segundo, que comenzó apenas dos horas después de que hubiera terminado el otro, sobre las nueve y media del día 17 de agosto, no concluyó hasta la una y media, cuando dejaron de salir balas a través de las ventanas de la casa "Tolar- Etxea" del barrio de Morlans, de San Sebastián. El tiroteo fue abierto por los tres "liberados" del comando "Donosti", cuando los agentes del Servicio de Información y los del Grupo Antiterrorista Rural de la Guardia Civil pretendían detenerlos. Un capitán de la primera unidad resultó herido grave y un cabo de la segunda quedó hemipléjico por las balas de los etarras. Los tres miembros "liberados" del "Donosti" - Juan Ignacio Ormaechea Antepara, José Joaquín Leunda Mendizábal y Francisco Iciar Aguirre- fallecieron en el enfrentamiento.

Por el golpe dado a uno de los grupos más sangrientos de E.T.A., "J-I" y sus hombres recibieron cientos de felicitaciones. Mientras se saboreaba la euforia, los agentes del teniente "Zei" seguían de cerca a Anselmo. Y la misma pregunta: ¿Por qué se ocultó el 17 de noviembre cuando fue detenida Carmen Guísasola, y exactamente nueve meses después, cuando parecía que le tocaba más cerca, no se quitaba de enmedio? ¿Acaso se seguía una pista falsa? Todas las hipótesis eran posibles y en ese momento * de incertidumbre, un agente recordó a sus compañeros la siguiente anécdota: "Mientras José Antonio López Ruiz, "Kubati", tras ser detenido, cenaba en la Dirección General de la Guardia Civil de Madrid, se dirigió al agente segundo que le custodiaba, -un guardia formado en la lucha contra el terrorismo en la comarca del Goierri (Guipúzcoa)- y le dijo de pronto, como sin poder evitarlo: 11 ¿Sabes?, he estado toda la tarde pensando, y qué razón tenía quien os bautizó con el nombre de "txakurrak" (perros), pues desde luego no hay sabuesos como vosotros. Si encontrais la menor pista no os dais por satisfechos hasta no haberla explotado al límite. Yo soy 14 gudari" porque he nacido en Euskadi, pero si hubiese nacido en Badajoz, me habría hecho guardia civil, porque vosotros sois los 1. gudaris" de España". El guardia levantó la vista, le miró fríamente, la volvió a bajar impasible y continuó su trabajo.

CAPITULO IV

"LOS SANTOS INOCENTES"

El trabajo de los hombres del teniente '7ei" sobre Anselmo cumplía en el otoño de 1991 un año. Hasta entonces, se habían obtenido datos importantes pero se tenía la convicción de que el "rnejor de todos" todavía no había llegado. Y las sospechas una vez más eran fundadas. Fue el 22 de diciembre cuando "Patxi", viejo amigo de Anselmo, dio los pasos que rompieron con la monotonía de los últimos meses de investigación. Este joven, de ancha espalda, paso seguro y rostro agraciado fue localizado en la mañana de ese día en ruta desde Rentería a Irún en el interior de un Volkswagen Golf GT1, matrícula SS-2402-AD que conducía su hermano Juan Víctor. Un tercer individuo se sentaba detrás. Todo parecía normal hasta que cruzaron la frontera y tomaron la carretera nacional RN - 10 hacia Biarritz.

El coche, nada más entrar en Guéthary, giró a la derecha por una estrecha carretera de asfalto negro hasta llegar a la iglesia cementerio del pequeño pueblo. En la calle, el silencio era permanente; en las casas, de típica construcción vasca, las gentes se cobijaban por costumbre y frío.

A las once y media en punto, los individuos descendieron del coche y reconocieron el terreno, prestándole más atención a lasinmediaciones del cementerio que a la magnífica iglesia colindante. Los agentes tenían que controlar los movimientos del trío y al mismo tiempo disimular su presencia en un lugar de difícil vigilancia. A las dos menos cuarto, Patxi y sus acompañantes cruzaron la frontera de regreso a España por el puente internacional de Santiago.

Esa misma tarde, los oficiales del Servicio de Información se reunieron para analizar lo sucedido. Era significativo que tres jóvenes se desplazaran desde Rentería a Guéthary - treinta kilómetros de distancia- sin motivo aparente (se descartaban el turismo y las compras). Además, resultaba extraño el examen tan detallado que habían realizado sobre los alrededores de la iglesia.

Las primeras investigaciones revelaron que el coche era propiedad de María del Pilar Iturrioz Pagola, de veinticinco años, novia de Juan Víctor Rollán, Jon. A la vista de los acontecimientos, el capitán "Bonsai" dio órdenes determinantes: vigilar Guéthary y controlar a los hermanos Rollán. Su instinto y experiencia, una vez más, no le fallaron y el Día de los Santos Inocentes sus dos cometidos confluyeron.

Aquel mediodía del 28 de diciembre, frío y soleado, Jon llevó a su hermano Patxi a Guéthary en el Golf blanco. A las cuatro menos cuarto de la tarde el vehículo se detuvo en la calle de L' Eglise y descendió Patxi, que encaminó sus pasos hacia la iglesia- cementerio, en cuya puerta se detuvo pocos segundos antes de las cuatro. Su paso decidido, su corpulencia y sus 185 centímetros de altura constituían un marco de seguridad con el que disimulaba gestos de nerviosismo. Bajo el pórtico de la iglesia, el gigantón, que era llamado 'Trankie" en clave por los agentes de la Guardia Civil, comenzó a mirar hacia todos los lados. Realizó cuatro o cinco cortos recorridos de no más treinta metros de distancia, escudriñando cuanto le rodeaba y regresó junto a la puerta de entrada.

Ahora estaba mucho más tranquilo y convencido de que nadie le obersevaba. De hecho, a esa hora la zona estaba desierta. Confiado al fin, justo a las cuatro de la tarde, sacó algo del bolsillo de su zamarra de paño de color azul marino, la que llevaba siempre. El teniente "Bi" y el sargento "Rafi", que eran las dos personas que estaban más próximas, vieron que se trataba de un pañuelo foulard, de color negro. Con parsimonia, como si de un ritual se tratase, Patxi se añudó el pañuelo al cuello, miró el reloj y se metió las manos en los bolsillo. El corazón de los dos agentes sufrió un acelerón y más de un escalofrío recorrió la espalda del teniente, menos habituado a estas lides que el veterano sargento.

¡Una contraseña! ¡Se trata de una cita con alguien que no conoce y está esperando que aparezca! Esas fueron los pensamientos coincidentes de los dos agentes. El oficial comunicó por radio lo que sucedía:

- "Bi" para 4Hiru 11

- Adelante "Bi"

- 'Trankie" en la parada del autobús esperando al cobrador

- Recibido

A las cuatro y trece minutos, Patxi, viendo que nadie acudía a la cita, se quitó el pañuelo, echó a andar hacia el centro de Guéthary y dedicó los treinta y tres minutos siguientes a caminar sin rumbo. Diez minutos antes de las cinco de la tarde repitó la misma ceremonia, con algo más de confianza en su seguridad, pero mostrando ya cierta impaciencia y contrariedad. A las cinco se colocó el pañuelo y quince minutos después se lo quitó. Se alejó de la zona en dirección a la RN- 10, donde le recogería su hermano.

El capitán 'Tonsai" informó de los sucedido a Rodríguez Galindo, que pudo verificar, una vez más, que sus interpretaciones coincidían con las que hacían sus oficiales: alguien había concertado una cita con Francisco Rollán en la iglesia- cementerio de Guéthary para las cuatro de la tarde de] 28 de diciembre. Por la razón que fuera, la persona que debía acudir a la cita por parte francesa no lo había hecho. No obstante, cabía la posibilidad de que Patm volviese a intentarlo, que tratase de llevar a cabo lo que en el argot se denomina "cita de seguridaC. En cualquier caso, había muchos motivos para darse por satisfechos. ¡Era la prueba definitiva de que Patm y Anselmo podrían conducir a los hombres de 'J- 1 " a un nuevo éxito!.

CAPITULO V

“AÑO NUEVO, TRAMPA NUEVA”

La posible cita del sábado siguiente, 4 de enero de 1992, se preparó con una minuciosidad. La casi totalidad de los integrantes del Servicio de Información de la 513 Comandancia se vieron implicados, de una forma u otra, en la planificación y ejecución de la esperada entrevista de Patxi con el desconocido. Los hombres de Intxaurrondo trabajaron contra reloj, confl ados en que podría producirse el contacto ese mismo sábado y convencidos de que, si no llegaba a realizarse, pasarían muchos meses antes de que hubiese otra oportunidad similar. A toda costa debía ponerse la "carne en el asador" para alcanzar los objetivos.

En esta ocasión, los agentes tampoco pudieron disfrutar de unas fiestas familiares. La Nochevieja, como en otras tantas ocasiones, por atentados o por razones del servicio, sería distinta a la de la mayoría de los españoles: no habría cava ni uvas, sino pantallas de ordenador encendidas, vehículos custodiando los rincones más susceptibles de sufrir sabotajes y bocadillos. En definitiva, no se podían escatimar dos días para la preparación de la cita. Entre tanto, Anselmo, Patxl y Jon celebraban un tópico y típico fin de año. Lo único anormal que hicieron en esos días fue pegar algunos carteles por Rentería junto con algunos amigos, expresidiarios de ETA, en los que se pedía la libertad de los numerosos presos de la localidad.

Cayeron las tres primeras hojas del calendario y llegó el sábado. Un impresionante despliegue tomó posiciones a ambos lados de la frontera. En Francia, más de sesenta agentes con el máximo nivel de especialización cubrieron la cita; en España, el número era mayor. Mientras, Patxi, a las dos y cuarto de la tarde, después de comer, salió de su casa en Rentería, tomó su bicicleta y se trasladó al domicilio de Anselmo. Éste, que se había dejado perilla, ayudó a su amigo a subir el vehículo en una furgoneta del taller de su padre y le llevó hasta Irún, donde le abandonó.

Patxi, convencido de que si cruzaba la frontera disfrazado de ciclista nadie pensaría que era un etarra, pasó el otro lado del puente como si tal cosa. Pedaleó con esfuerzo los más de diez kilómetros en cuesta que separan Hendaya de Guéthary y llegó a su destino, sudoroso, con más de veinte minutos de antelación sobre la hora prevista para la cita. Los primeros agentes que vieron llegar a 'Trankie" le reconocieron pronto pese a que se había dejado una barba negra en la última semana. Vestía chandal azul, chubasquero y zapatillas deportivas. Lo que no se comprendía bien era el motivo de la mochila que portaba. ¿Para qué si el recorrido era tan corto? ¿Sería para introducir en España algo que iban a entregarle en la cita? Disquisiciones al margen, lo cierto era que los investigadores no cabían en sí de alegría. El esfuerzo había merecido la pena. El guardia segundo "Gu" dio la novedad por transmisiones:

- "Hiru" para "Gu"

- Adelante

- 'Trankie en previsto. Negativo cobrador

- Recibido

El teniente comprendió que 'Trankie" había caído en la red. Sólo faltaba que el desconocido tuviera el mismo destino.

Lo que ansiaban con tanta vehemencia los más templados guardias civiles sucedió cuando dos individuos se apearon de un Renault-19, color blanco, matrícula francesa 1753-TG-64, que estaba estacionado muy próximo al cementerio, al comienzo de] Chemin de Laharraga. Los dos desconocidos, uno muy alto y otro muy bajo, caminaron hacia la iglesia. En el trayecto hablaron distraidamente, como si fuesen unos vecinos más de la localidad. Al más chaparro le delataba una "mariconera" en la que, con toda seguridad, guardaba una pistola. Diez minutos antes de lo previsto, a las cuatro menos diez, los dos sujetos observaron que Patxi llevaba un foulard negro al cuello. Los tres se sonrieron.

Aún no había tenido tiempo el capitán "Mic" para comunicar a Intxaurrondo los nuevos datos de la operación cuando el más alto de los desconocidos se despidió, regresó al vehículo y tomó la RN - 10 en dirección a Bayona. En el ínterin, el agente J.J. tomó buena nota de las dos antenas del Renault 19 (una de ellas de teléfono) y de una palabra que figuraba en letras rojas, sobre fondo verde, en ambas puertas delanteras. Si algo estaba claro era que el que se acaba de marchar tenía que gozar de la total confianza del de la "rnariconera"; de lo contrario, no le habría permitido presenciar la cita. Se pensó que podía ser el conductor del bajito y se le denominó "Taxi".

Se trataba, pues, de una cita de verdad, una auténtica cita orgánica de E.T.A. Sin temor a equivocarse, el capitán "Mic" informó de la novedad a San Sebastián:

- "Mic" para base verde

- Adelante "Mic"

- Participe a "J-1" que 'Trankie" ha comprado un billete al cobrador

- Recibido

Al recibir la noticia, Rodríguez Galindo cerró las manos y apretó los puños con energía un par de veces. El mismo ademán del atleta al conocer la marca que acaba de superar. ¡Había merecido la pena aguantar la operación "Cantábrico" durante más de un año para poder ver nacer la operación "Brorna"! (llamada así por haberse iniciado el Día de los Santos Inocentes). La espera hasta que regresasen sus oficiales para informarle cumplidamente se le haría larga, y habría momentos de tensión entre noticia y noticia, pero la experiencia le decía que de nada iba servirle ponerse nervioso.

Entre tanto, Patxi y su acompañente - el de la "rnariconera"un hombre maduro, con ojos muy claros y escaso pelo, siguieron su paseo por el centro de Guéthary y su playa, llamada Cenitz, Al cabo de tres horas, a las siete de la tarde, cuando sólo la oscuridad poblaba las calles desiertas de la pequeña localidad costera, pusieron fin a la reunión. Regresaron a las proximidades de la iglesia, donde el gigantón había dejado la bicicleta de carreras. Patxi abrió el candado y se separaron. Mientras el calvo se perdía de vista andando, incluso corriendo en algunos tramos, Patxi permaneció inmóvil, tratando de detectar el más mínimo indicio de que alguien pudiera estar espiando la retirada de su contacto. Convencido al fin de que todo estaba en orden, comenzó a pedalear hacia España con visibles muestras de satisfacción. Lo que él no sabía era que su contravigilancia y la de otros individuos que en algunos momentos merodearon por Guéthary había sido inútil: la Guardia Civil, con su callado y continuo trabajo, había llegado hasta la Residencia Elizaldia, 11 guarida" del hombre de la "rnariconera".

Si Patxi estaba satisfecho, mayor alegría había en Intxaurrondo. Todo el mundo había estado pendiente de la posible cita. El teniente "Bi", que accidentalmente estaba en Madrid aquel día, no pudo evitar la tentación de llamar por teléfono para informarse. Se acercó a una cabina de la calle Ríos Rosas y marcó el 943.27.66.11. Preguntó por el teniente '7ortzi" y éste le le dijo eufórico: "Positivo. Todo según lo previsto". El teniente preguntó impaciente por la identidad del desconocido. La respuesta le dejó clavado: "El número dos o el número tres".

En efecto, los mejores fisonomistas del Servicio miraron una y otra vez las fotografías tomadas por los operativos, aunque en el vídeo se apreciaban mejor muchas de las características de "Taxi" y del hombre de la "mariconera". En poco más de una hora determinaron que el primero no tenía ningún parecido con los terroristas españoles escondidos en el sur de Francia, lo que reforzaba la hipótesis de que pudiera tratarse de un individuo de nacionalidad francesa que sirviese como chófer al otro. Respecto al segundo, la polémica era viva y la cuestión no llegaría a ser resuelta hasta finales de mes. Al parecer, tenía rasgos fisionómicos coincidentes tanto con los de "Txelis" como con los de "Fiti". ¡"Txelis" o "Fiti"!. Casi daba lo mismo. Ambos estaban considerados como máximos dirigentes de la banda, miembros del "comité ejecutivo". Al primero se le relacionaba con la dirección política de E.T.A. y de todo el complejo de organizaciones legales e ¡legales que giran en derredor suyo, y que sobreviven gracias al amparo del terror. El segundo, mucho menos preparado intelectualmente, estaba al frente del complicado aparato logístico de la banda, con la reponsabilidad de coordinar todo lo referente a armamento, explosivos, paso de terroristas de un lado a otro de la frontera, falsificaciones de documentos y otras cuestiones similares de vital importancia para la supervivencia de los comandos. Tanto uno como otro podrían ocupar el segundo y tercer puesto en el escalafón de la banda. Tal vez, incluso alguno de los dos fuese el auténtico número uno.

El acontecimiento era trascendental: la Guardia Civil había accedido, una vez más, a la cúpula dirigente de E.T.A. Los dos últimos máximos dirigentes que habían caído por investigaciones de la Benemérita, cumplían condena en prisiones francesas. Se trataba de José Javier Zabaleta Elósegui, "Baldo", y de Jesús Arcauz Arana, "Josu de Mondragón". Zabaleta cayó en Biarritz al amanecer del domingo 23 de septiembre de 1990. Su lugarteniente, Josu Arcauz, pudo "escapar" porque en una reunión secreta celebrada entre el comisario Passotti Oefe de la Policía Judicial en aquellas fechas) y Rodríguez Galindo, se había decidido que su libertad convenía mucho para el desarrollo de las estrategia que se había diseñado para capturar al "comité ejecutivo" en pleno. Agentes del cuerpo policial francés llamado Reseignments Generaux frustaron esta estrategia, que en ningún momento había fallado, y detuvieron a "Josu de Mondragón" en marzo de 199 1.

A principios de 1992, los hombres de "J-1" habían recuperado la posibilidad de descabezar a la patronal del terror. Quedaba por diseñar la estrategia a seguir.

La táctica se iría perfilando poco a poco. Había que hacer simultáneas dos operaciones: La "Cantábrico", cuyo objetivo era averiguar la misión que la banda tenía reservada a Patxi, Anselmo y Jon, y la novísima "Broma", cuyo objetivo era capturar a Francisco Múgica Garmendia, considerado como el máximo responsable de E.T.A.

 

CAPITULO V

  “AÑO NUEVO, TRAMPA NUEVA”

La posible cita del sábado siguiente, 4 de enero de 1992, se preparó con una minuciosidad. La casi totalidad de los integrantes del Servicio de Información de la 513 Comandancia se vieron implicados, de una forma u otra, en la planificación y ejecución de la esperada entrevista de Patxi con el desconocido. Los hombres de Intxaurrondo trabajaron contra reloj, confl ados en que podría producirse el contacto ese mismo sábado y convencidos de que, si no llegaba a realizarse, pasarían muchos meses antes de que hubiese otra oportunidad similar. A toda costa debía ponerse la "carne en el asador" para alcanzar los objetivos.

En esta ocasión, los agentes tampoco pudieron disfrutar de unas fiestas  familiares. La Nochevieja, como en otras tantas ocasiones, por atentados o por razones del servicio, sería distinta a la de la mayoría de los españoles: no habría cava ni uvas, sino pantallas de ordenador encendidas, vehículos custodiando los rincones más susceptibles de sufrir sabotajes y bocadillos. En definitiva, no se podían escatimar dos días para la preparación de la cita. Entre tanto, Anselmo, Patxl y Jon celebraban un tópico y típico fin de año. Lo único anormal que hicieron en esos días fue pegar algunos carteles por Rentería junto con algunos amigos, expresidiarios de ETA, en los que se pedía la libertad de los numerosos presos de la localidad.

Cayeron las tres primeras hojas del calendario y llegó el sábado. Un impresionante despliegue tomó posiciones a ambos lados de la frontera. En Francia, más de sesenta agentes con el máximo nivel de especialización cubrieron la cita; en España, el número era mayor. Mientras, Patxi, a las dos y cuarto de la tarde, después de comer, salió de su casa en Rentería, tomó su bicicleta y se trasladó al domicilio de Anselmo. Éste, que se había dejado perilla, ayudó a su amigo a subir el vehículo en una furgoneta del taller de su padre y le llevó hasta Irún, donde le abandonó.

Patxi, convencido de que si cruzaba la frontera disfrazado de ciclista nadie pensaría que era un etarra, pasó el otro lado del puente como si tal cosa. Pedaleó con esfuerzo los más de diez kilómetros en cuesta que separan Hendaya de Guéthary y llegó a su destino, sudoroso, con más de veinte minutos de antelación sobre la hora prevista para la cita. Los primeros agentes que vieron llegar a 'Trankie" le reconocieron pronto pese a que se había dejado una barba negra en la última semana. Vestía chandal azul, chubasquero y zapatillas deportivas. Lo que no se comprendía bien era el motivo de la mochila que portaba. ¿Para qué si el recorrido era tan corto? ¿Sería para introducir en España algo que iban a entregarle en la cita? Disquisiciones al margen, lo cierto era que los investigadores no cabían en sí de alegría. El esfuerzo había merecido la pena. El guardia segundo "Gu" dio la novedad por transmisiones:

- "Hiru" para "Gu"

- Adelante

- 'Trankie en previsto. Negativo cobrador

- Recibido

El teniente comprendió que 'Trankie" había caído en la red. Sólo faltaba que el desconocido tuviera el mismo destino.

Lo que ansiaban con tanta vehemencia los más templados guardias civiles sucedió cuando dos individuos se apearon de un Renault-19, color blanco, matrícula francesa 1753-TG-64, que estaba estacionado muy próximo al cementerio, al comienzo de] Chemin de Laharraga. Los dos desconocidos, uno muy alto y otro muy bajo, caminaron hacia la iglesia. En el trayecto hablaron distraidamente, como si fuesen unos vecinos más de la localidad. Al más chaparro le delataba una "mariconera" en la que, con toda seguridad, guardaba una pistola. Diez minutos antes de lo previsto, a las cuatro menos diez, los dos sujetos observaron que Patxi llevaba un foulard negro al cuello. Los tres se sonrieron.

Aún no había tenido tiempo el capitán "Mic" para comunicar a Intxaurrondo los nuevos datos de la operación cuando el más alto de los desconocidos se despidió, regresó al vehículo y tomó la RN - 10 en dirección a Bayona. En el ínterin, el agente J.J. tomó buena nota de las dos antenas del Renault 19 (una de ellas de teléfono) y de una palabra que figuraba en letras rojas, sobre fondo verde, en ambas puertas delanteras. Si algo estaba claro era que el que se acaba de marchar tenía que gozar de la total confianza del de la "rnariconera"; de lo contrario, no le habría permitido presenciar la cita. Se pensó que podía ser el conductor del bajito y se le denominó "Taxi".

Se trataba, pues, de una cita de verdad, una auténtica cita orgánica de E.T.A. Sin temor a equivocarse, el capitán "Mic" informó de la novedad a San Sebastián:

- "Mic" para base verde

- Adelante "Mic"

- Participe a "J-1" que 'Trankie" ha comprado un billete al cobrador

- Recibido

Al recibir la noticia, Rodríguez Galindo cerró las manos y apretó los puños con energía un par de veces. El mismo ademán del atleta al conocer la marca que acaba de superar. ¡Había merecido la pena aguantar la operación "Cantábrico" durante más de un año para poder ver nacer la operación "Brorna"! (llamada así por haberse iniciado el Día de los Santos Inocentes). La espera hasta que regresasen sus oficiales para informarle cumplidamente se le haría larga, y habría momentos de tensión entre noticia y noticia, pero la experiencia le decía que de nada iba servirle ponerse nervioso.

Entre tanto, Patxi y su acompañente - el de la "rnariconera"un hombre maduro, con ojos muy claros y escaso pelo, siguieron su paseo por el centro de Guéthary y su playa, llamada Cenitz, Al cabo de tres horas, a las siete de la tarde, cuando sólo la oscuridad poblaba las calles desiertas de la pequeña localidad costera, pusieron fin a la reunión. Regresaron a las proximidades de la iglesia, donde el gigantón había dejado la bicicleta de carreras. Patxi abrió el candado y se separaron. Mientras el calvo se perdía de vista andando, incluso corriendo en algunos tramos, Patxi permaneció inmóvil, tratando de detectar el más mínimo indicio de que alguien pudiera estar espiando la retirada de su contacto. Convencido al fin de que todo estaba en orden, comenzó a pedalear hacia España con visibles muestras de satisfacción. Lo que él no sabía era que su contravigilancia y la de otros individuos que en algunos momentos merodearon por Guéthary había sido inútil: la Guardia Civil, con su callado y continuo trabajo, había llegado hasta la Residencia Elizaldia, 11 guarida" del hombre de la "rnariconera".

Si Patxi estaba satisfecho, mayor alegría había en Intxaurrondo. Todo el mundo había estado pendiente de la posible cita. El teniente "Bi", que accidentalmente estaba en Madrid aquel día, no pudo evitar la tentación de llamar por teléfono para informarse. Se acercó a una cabina de la calle Ríos Rosas y marcó el 943.27.66.11. Preguntó por el teniente '7ortzi" y éste le le dijo eufórico: "Positivo. Todo según lo previsto". El teniente preguntó impaciente por la identidad del desconocido. La respuesta le dejó clavado: "El número dos o el número tres".

En efecto, los mejores fisonomistas del Servicio miraron una y otra vez las fotografías tomadas por los operativos, aunque en el vídeo se apreciaban mejor muchas de las características de "Taxi" y del hombre de la "mariconera". En poco más de una hora determinaron que el primero no tenía ningún parecido con los terroristas españoles escondidos en el sur de Francia, lo que reforzaba la hipótesis de que pudiera tratarse de un individuo de nacionalidad francesa que sirviese como chófer al otro. Respecto al segundo, la polémica era viva y la cuestión no llegaría a ser resuelta hasta finales de mes. Al parecer, tenía rasgos fisionómicos coincidentes tanto con los de "Txelis" como con los de "Fiti". ¡"Txelis" o "Fiti". Casi daba lo mismo. Ambos estaban considerados como máximos dirigentes de la banda, miembros del "comité ejecutivo". Al primero se le relacionaba con la dirección política de E.T.A. y de todo el complejo de organizaciones legales e ¡legales que giran en derredor suyo, y que sobreviven gracias al amparo del terror. El segundo, mucho menos preparado intelectualmente, estaba al frente del complicado aparato logístico de la banda, con la reponsabilidad de coordinar todo lo referente a armamento, explosivos, paso de terroristas de un lado a otro de la frontera, falsificaciones de documentos y otras cuestiones similares de vital importancia para la supervivencia de los comandos. Tanto uno como otro podrían ocupar el segundo y tercer puesto en el escalafón de la banda. Tal vez, incluso alguno de los dos fuese el auténtico número uno.

El acontecimiento era trascendental: la Guardia Civil había accedido, una vez más, a la cúpula dirigente de E.T.A. Los dos últimos máximos dirigentes que habían caído por investigaciones de la Benemérita, cumplían condena en prisiones francesas. Se trataba de José Javier Zabaleta Elósegui, "Baldo", y de Jesús Arcauz Arana, "Josu de Mondragón". Zabaleta cayó en Biarritz al amanecer del domingo 23 de septiembre de 1990. Su lugarteniente, Josu Arcauz, pudo "escapar" porque en una reunión secreta celebrada entre el comisario Passotti Oefe de la Policía Judicial en aquellas fechas) y Rodríguez Galindo, se había decidido que su libertad convenía mucho para el desarrollo de las estrategia que se había diseñado para capturar al "comité ejecutivo" en pleno. Agentes del cuerpo policial francés llamado Reseignments Generaux frustaron esta estrategia, que en ningún momento había fallado, y detuvieron a "Josu de Mondragón" en marzo de 199 1.

A principios de 1992, los hombres de "J-1" habían recuperado la posibilidad de descabezar a la patronal del terror. Quedaba por diseñar la estrategia a seguir.

La táctica se iría perfilando poco a poco. Había que hacer simultáneas dos operaciones: La "Cantábrico", cuyo objetivo era averiguar la misión que la banda tenía reservada a Patxi, Anselmo y Jon, y la novísima "Broma", cuyo objetivo era capturar a Francisco Múgica Garmendia, considerado como el máximo responsable de E.T.A.

CAPITULO VI

“TAXI” Y “CASCO”

Después de la cita de] 4 de enero, día escogido y señalado por E.T.A. como el de la "solución final para el contencioso que mantenemos con el Estado español", según se decía en un comunicado de la banda, eran más bien pocas las pistas que los investigadores de Intxaurrondo tenían sobre los dos misteriosos ocupantes de] Renault- 19. Tenían unas caras, unas fotografías, numerosas imágenes de video, la matrícula de un vehículo francés, un lugar susceptible de ser utilizado para posteriores citas y una especie de urbanización, Residencia Elizaldía, donde se había ocultado el hombre de la "rnariconera".

El jefe de la 513 Comandancia de la Guardia Civil ya había llamado por teléfono al director general del Instituto Armado, Luis Roldán, para comunicarle el resultado de la cita del día 4. Roldán quería conocer a toda costa la identidad exacta de los dos desconocidos para informar, a su vez, al ministro del Interior, José Luis Corcuera. Ante la insistencia de Roldán, Rodríguez Galindo apostó por -Fit1", José María Arregui Erostarbe. No obstante, persistían las dudas porque, aunque los rasgos eran muy similares, no correspondía la altura. Fueron consultadas las bases de datos de la Guardia Civil, del Gobierno Militar de Guípúzcoa, del Centro Superior de Información de la Defensa (CESID), de la Policía Judicial francesa, de la Gendarmería Nacional francesa, de la Policía de Aire y Fronteras e incluso de la "Ertzaintza". Casi todos los archivos informatizados coincidían en que 'Titi" medía alrededor de un metro y ochenta centímetros. En una de las bases, por el contrario, constaba una altura muy inferior. Como no era la primera vez que, por error, algún dato había sido grabado con escasa exactitud, se consideró la posibilidad de que una noticia originariamente inexacta hubiera llevado al error al resto de las bases y que, en consecuencia, 'Titi" fuese mucho más bajo de lo que se suponía. En cualquier caso, tampoco importaba demasiado a los investigadores si se trataba de 'Titi" o de "Txelis".

Los agentes de esta operación se encontraron con un importante obstáculo: Guéthary. Esta pequeña villa costera, de apenas mil habitantes, planteaba inconvenientes a la labor operativa de los equipos del capitán "Bonsai" y el teniente "Hiru". Como la mayor parte de las poblaciones de la zona vasco-francesa, Guéthary se extiende a partir de un minúsculo núcleo urbano en torno a una o dos iglesias, una casa consistorial, una gasolinera y pequeños comercios. Características muy diferentes a los grandes núcleos industriales, como Rentería, Hernani o Pasajes, donde habitualmente trabajan los agentes del Servicio de Información. Además, el núcleo urbano de Guéthary está fuera de las rutas transitadas (la RN-10 es ligeramente tangencial) lo que hace que sea poco frecuentada por españoles, a diferencia de San Juan de Luz o Bayona.

Guéthary, como el resto de las localidades de la Francia rural, se paraliza a mediodía. Por la mañana transitan algunas personas, sobre todo de avanzada edad, pero entre las doce del mediodía y las dos de la tarde las calles quedan desiertas. Por la tarde se recupera un poco la actividad callejera, pero no es más que un tránsito fugaz hacía el vacío más absoluto que sobreviene con la llegada de la noche. Cualquier palabra pronunciada en castellano en ese entorno podría dar al traste con toda la operación. Y esta adversidad se incrementaba en las proximidades de] cementerio, situado en la zona más apartada del centro urbano. En estas condiciones, la labor de los agentes españoles exigía adoptar las máximas precauciones. En todo momento teman presente que su importante misión se vería frustrada si su actividad operativa era detectada por cualquier persona ajena al Servicio. Por tanto, en aquellos momentos, no sólo era preciso encubrir la vigilancia a los ojos de Patxi, "Taxi" y el hombre de la "rnariconera", sino también ante los de cualquier otro vecino de la localidad, susceptible de ser simpatizante de E.T.A., miembro de algún cuerpo de seguridad francés o, simplemente, capaz de cometer una indiscreción que llegase a oídos indebidos. Si Guéthary tiene mil vecinos, los guardias civiles tenían que desenvolverse entre mil potenciales enemigos. La principal característica de la misión era su clandestinidad.

Para controlar al individuo que se había reunido con Patm, se podría haber pensado que el mejor camino sería vigilar la Residencia Elizaldía de Guéthary. Sin embargo, se dio prioridad a otras líneas de investigación. Se optó por trabajar más intensamente para la identificación de "Taxi" y se pensó que Patxi volvería a tener alguna otra cita. Sólo era cuestión de esperar.

El problema de la Residencia Elizaldía consistía en que los agentes habían visto entrar al citado individuo pero no habían podido determinar con exactitud cuál de las viviendas era la que ocupaba. Como era lógico, tratándose de un dirigente de E.T.A., nada tendría registrado a su nombre que pudiera relacionarle con los inmuebles de la urbanización, ni tampoco figuraría a su nombre ninguno de los vehículos allí estacionados. Elizaldía es un conjunto de dos viviendas de tres plantas, con varias puertas en cada una. Lo suficientemente amplia como para impedir un control integral de todos los pisos a la vez, y lo suficientemente reducida como para poder asegurar que todos los vecinos se conocerían. Pese a ello, la incógnita fue despejada a mediados de enero, cuando un agente observó que cuando el hombre de la "rnariconera" entró en la residencia se encendió una luz del segundo piso. Por procedimientos que no deben ser revelados, los investigadores determinaron que la vivienda correspondía al bloque uno, segundo piso, puerta A-3, propiedad de Dolores Berrotiet, nacida en Granja de Torre Hermosa, Badajoz, que convivía con su hijo y con el desconocido.

Las dudas sobre Elizaldia fueron resueltas y quedaban por averiguar datos sobre el coche: el Renault-19 francés, matrícula 1753-TG-64. Se pensó en un principio que, sin ninguna duda, el turismo proporcionaría de inmediato la identidad de "Taxi" y su domicilio. Pero no fue así. En esta ocasión fueron los investigadores los engañados y se equivocaron en su valoración inicial. El primer escollo a salvar lo planteaba el hecho de que la matrícula era francesa. Pese a todos los tratados de Trevi y similares, los más especializados agentes de la lucha antiterrorista carecían de un instrumento tan sencillo y eficaz como el acceso a la base de datos franceses sobre vehículos. Además no convenía pedir ayuda a ningún cuerpo policial francés. El trabajo de la Guardia Civil discurría en la clandestinidad y se debía evitar levantar la liebre. A pesar de todas las dificultades, diez días después los agentes descubrieron que el vehículo figuraba a nombre de Albert Toffolo.

Este nombre era conocido para los investigadores. Una vez más sus caminos se cruzaban. Ya en 1986 existían sospechas sobre la posibilidad de que a través de ese individuo se pudieran obtener buenas pistas que condujeran a la detención de miembros de E.T.A. escondidos en Francia. Las sospechas se sustentaban en que en una reunión celebrada aquel año en la localidad francesa de Macaye, algunos de los asistentes se trasladaron en un vehículo de la empresa Toffolo. La citada reunión tenía por objeto la confeccíón de las listas de EMA, una organización de carácter nacionalista radical que actúa en Francia. A este acto asistieron muchas personas que luego se convertirían en colaboradores de E.T.A. Además, había otros datos: en abril de 1990, a raíz de la detención de Henri Parot, jefe del comando "¡tinerante", en el registro que la Policía Judicial realizó en su domicilio se encontró una agenda con numerosas referencias a la empresa Toffolo.

¿Estaba Toffolo implicado? Todo parece indicar que no, aunque tampoco se podía descartar con rotundidad. Los informadores de la Guardia Civil conocían la escasa simpatía de esta persona y de sus familiares más próximos con los planteamientos nacionalistas. Más lógico parecía suponer que alguno de sus más directos colaboradores estuviera abusando de su confianza al utilizar un vehículo a su nombre como "coche oficial" de un cabecilla etarra. ¿Cómo era ésto posible? La empresa Toffolo, propiedad de Albert y dedicada a la construcción, con domicilio social en Ustaritz (Francia), cuenta con numerosas delegaciones a lo largo y ancho de la región vasco francesa así como con una pequeña flota de vehículos. Son utilizados por los directivos de la empresa, que incluso los emplean para uso particular. Conociendo estos datos, los agentes del Servicio de Información dedicaron numerosas jornadas a la búsqueda del Renault 19 blanco por todas las delegaciones de la empresa, esperando localizar a "Taxi". Pero el resultado fue negativo. La opinión mayoritaria entre los agentes coincidía en que seguramente "Taxi" tendría un trabajo muy flexible, que le permitiría gozar de una amplia libertad de movimientos, puesto que pasaba días y días sin que se acercase por ninguna delegación. Esta teoría se vio reforzada días más tarde, cuando se detectó su presencia al volante de un Renault-5, de color marrón claro, con matrícula 5776-SR-64. Al observarlo de cerca, los agentes descubrieron una pequeña pegatina de la empresa '7offolo" en la luna trasera y resultó que también figuraba a nombre de Albert Toffolo.

Uno de los gabinetes del Servicio de Información estaba estudiando el procedimiento más adecuado para obtener el listado de los trabajadores de la empresa 'Toffolo" con la idea de abrir una exhaustiva investigación que condujese a la identificación de "Taxi", cuando éste puso fin al misterio. Fue localizado al volante de un Citroén BX, de color azul metalizado, con matrícula 1918SP-64. Los investigadores supieron que figuraba a nombre de Suzanne Lassalle-Astis, de ochenta y cinco años y domiciliada en Pau (Francia).

De nuevo se cruzaba en la investigación un apellido conocido: Lassalle-Astis. El cabo "T' no demoró un minuto la búsqueda de una vieja fotografía en los archivos del Servicio. Y la encontró. Allí estaba la fotografía de cuerpo entero y en color que la Gendarmería Nacional francesa había efectuado a Philippe Lassalle-Astis con motivo de una de las ocasiones en que había sido detenido. El cabo mostró la instantánea a los agentes operativos que físicamente habían visto a "Taxi" y todos confirmaron que se trataba de la misma persona.

La Guardia Civil había obtenido esas fotografías gracias a uno de los frecuentes intercambios de información que se mantenían cuando el comandante Barthet estaba al mando de la compañía de la G.N.F. de Bayona, con anterioridad a que Roger Bosslé fuera designado coordinador de la lucha antiterrorista en el departamento de los Pirineos Atlánticos y retirase las competencias en esa materia a los dos cuerpos policiales franceses que mayores éxitos habían alcanzado hasta ese momento. La Guardia Civil de Guipúzcoa se vio perjudicada por esa nueva política, que impedía la posibilidad de que la Gendarmería Nacional y la Policía del Aire y Fronteras obtuviesen comisiones rogatorias para luchar contra E.T.A. Por un lado, se perdía la ingente cantidad de información que la Gendarmería recoge por su contacto diario con la población y su omnipresencia en todos los ámbitos geográficos de la zona vasco- francesa. Por otro, la P.A.F. siempre había tenido los mejores archivos y la mayor experiencia en esta materia por ser el cuerpo que tiene encomendado el control de las personas que legalmente residen en Francia.

El morador de Elizaldía ya había mantenido dos citas con Patm cuando se consiguió identificar a "Taxi". A partir de ese momento fue mucho más fácil para el grupo del teniente "Hiru" erontrolar a su habitual acompañante. La primera cita había tenido lugar el 4 de enero. La segunda, precisamente catorce días después en el mismo sitio y a la misma hora: la iglesia de Guéthary, a las cuatro de la tarde del día 18 enero, pero ya sin la necesidad del pañuelo negro. Terminada la segunda entrevista con Patxi, el individuo en cuestión regresó a su "guarida" de Elizaldía.

El sábado siguiente, día 25, Phillipe Lassalle-Astis, haciendo honor al apodo de "Taxi," dedicó algo más de ocho horas de su tiempo libre a las labores de chófer del intrigante morador de Elizaldía. En este espacio de tiempo facilitó a los agentes nuevos datos de inestimable valor. Entre estos, en primer lugar, se pudo constatar una cita del hombre de la "mariconera" y el segundo reponsable del sindicato LAB en Guipúzcoa, Juan José Latasa Guetaria, que alrededor de la una de la tarde cruzó la frontera en su Volkswagen-Passat, por el puente internacional de Santiago, acompañado de su mujer. La entrevista fue en el interior del centro comercial de Bricobidart, media hora después.

En segundo lugar, facilitó la localización de un nuevo establecimiento susceptible de ser utilizado por miembros de E.T.A. Se encontraba, como el Bricobidart, en la localidad de Bidart. Era el hotel Les Pyrénées. Allí fueron observados todo tipo de movimientos extraños por parte de "Taxi" y de su jefe que llevaron a los investigadores a sospechar que era algo más que un vulgar motel de carretera.

En tercer lugar, permitió a los agentes conocer una de las cabinas que el citado individuo utilizaba para llamar por teléfono después de sus citas. Esto resultaría trascendental para extender la red de personas y domicilios a vigilar. Y en cuarto lugar, sirvió para descubrir que utilizaba también en sus desplazamientos una motocicleta scooter de color negro. A un cabo y tres guardias segundos les pareció en ese momento ridículo "un casco tan grande en un motorista tan achaparrado" y a partir de entonces el hombre de la "mariconera" empezaría a ser conocido por "Casco".

La jornada del día 25 fue de gran interés a la vista de las nuevas líneas de investigación que podían seguirse. A los agentes les llamaba la atención que un hombre adscrito a una de las ramas políticas del complejo independentista, como Juan José Latasa Guetaria, se entrevistase con José María Arregui Erostarbe, responsable de explosivos de la banda. Por el tipo de cita, parecía más propio de un dirigente político de E.T.A. Un sargento se lo dijo al teniente '7ortzi" y éste determinó que había que salir de dudas, de modo que ordenó al cabo "T'. que recorriese las dependencias de los diferentes cuerpos policiales franceses en busca de las fotografías más recientes tanto de 'Txelis" como de 'Titi". Una de ellas despejó la incógnita. La poseía la Policía del Aire y Fronteras de Hendaya, que permitió al cabo verla pero no reproducirla. En la instantánea se veía a José Luis Alvarez Santacristina, "Txelis", en la misma pose que en una de las fotografías que le habían sacado los especialistas del teniente "Hiru". Solamente el paso del tiempo separaba las dos fotografías pero, sin ningún género de duda, ambas pertenecían a la misma persona. Esta vez, Rodríguez Galindo llamó al director general de la Guardia Civil para decirle que le ,,operación Broma" seguía aportando abundante datos y que se había aclarado la identidad de "Casco": ¡Se trataba de "Txelis"!

El ambiente en Intxaurrondo era indescriptible entre quienes estaban al tanto de las importantes operaciones en curso. Entre bromas, algunos comentarios apuntaban que si se continuaba a ese ritmo, pronto habría varios comandos en la cola de espera, listos para ser detenidos en su momento.

Al margen de los comandos, no menor importancia debía darse a lo que se había detectado el último sábado: ¡La conexión directa entre E.T.A. y LAB al más alto nivel! Los oficiales del Servicio de Información eran conscientes de la gran cantidad de medios humanos y materiales que infructuosamente había venido empleando el Estado en los últimos años para tratar de descubrir el cauce que E.T.A. utilizaba para dictar las directrices a "su" sindicato. Para destapar el pastel fueron suficientes un grave error de "Txel1s" y la entreera de unos agentes de la Guardia Civil. La explotación política de la noticia a nivel periodístico hubiera caído como una bomba en la sociedad vasca, pero en esos momentos la portada de todos los periódicos estaba ocupada por otra noticia relacionada con la violencia: E.T.A. acababa de perder otro de sus más sangrientos comandos a manos de la Benemérita. Esta vez de trataba del comando "Vizcaya", que arrastraría consigo más de cuarenta detenciones. Se decidió que había que dejar la política a los políticos y lo técnico a los especialistas. Por ello se abrió otra operación, la "Operación Fuerte", cuyo objetivo primordial era desenmascarar la trama del sindicato LAB. La responsabilidad del tema recayó en el teniente "Bat", que en pocos meses desvelaría hasta los más mínimos detalles sobre el funcionamiento regular de las íntimas relaciones E.T.A.-LAB. No en balde, Juan José Latasa Guetaria mantendría durante los meses siguientes periódicas citas con "Txelis". Estas se produjeron cada dos sábados, siempre a la una y media de la tarde, en Bricobidart, de Bidart.

 

CAPITULO VII

"HASTA EL CORAZON DE ESPAÑA"

Al tiempo que seguían investigaciones sobre la operación "Broma", permanecían abiertas las correspondientes a la "Cantábrico". Patxi, Anselmo y Jon se las prometían felices por el resultado de las tres largas horas que había durado la entrevista de Patxi con "Txelís". Sin embargo, una noticia vino a quebrar su satisfacción: en la tarde del 6 de enero, una patrulla del Grupo Antiterrorista Rural (GAR) capturó a un colaborador de E.T.A. en un control de carretera. Con rapidez el Servicio de Información se hizo cargo del asunto y procedió a la desarticulación del comando "Lakio", llamado por '7xelis" "Leizarán".

Los investigadores seguían con toda atención los movimientos de estos individuos para ver si de alguna manera dejaban de hacer su vida normal, lo que hubiera delatado la relación de alguno de ellos con los detenidos. Pero lo cierto es que pasaban horas y horas de un bar a otro del casco viejo de Rentería: del "Arkaitza" al "I_andare", de éste al "Sindicato", del "Sindi" al 1rrintzi", del último al primero y así continuamente. Sin embargo, algo había cambiado y fue detectado por los agentes. Adoptaban medidas de seguridad en sus desplazamientos dentro de Rentería sirviéndose para ello de algunos amigos expresidiarios de E.T.A. para que realizasen misiones de contravigilancia. Entre otros, había dos hombres a quienes la Guardia Civil conocía perfectamente porque les había enviado a la cárcel tiempo atrás.

El día 10 de enero Jon sorprendió a los investigadores. Alrededor de las seis de la tarde sacó el Golf blanco de la bajera de la avenida de los Mártires de la Libertad y se trasladó a Irún. En la plaza de Urdanibia, escenario de uno de los últimos asesinatos de E.T.A. en esta localidad, recogió a un individuo que subió al vehículo. Permanecieron en su interior durante unos cuarenta minutos. Los investigadores entendían que estaba tratando de captar un cuarto hombre para constituir el comando y que había escogido para ello a Alberto Cabeza Blanco, natural de Vallejo de Orbo (Palencia), de treinta y cinco años de edad, vecino de Irún y hermano de un compañero de trabajo de Anselmo. Desde luego, pensaban los guardias civiles, no reunía las condiciones del prototipo de terrorista, ni por su edad ni por su aspecto, y tal vez fue elegido por ésto. La vigilancia de este nuevo individuo fue encargada por el capitán "Mic" a los grupos de los tenientes "Bi" y "Zei".

El sábado 18 y una vez que hubo terminado su turno de trabajo en Papelera Española de Rentería, Patxi salió de allí con una bicicleta de montaña, ya que la de carreras se la había prestado a su amigo Igor. Iba vestido de ciclista y portaba una pequeña mochila en la espalda. Como en ocasiones anteriores, se dirigió hacia Francia y llegó a su destino, en Guéthary, un cuarto de hora antes de la hora prevista para la cita. Siete minutos después de las cuatro de la tarde apareció el hombre de la "rnariconera" que esta vez llevaba además una bolsa de plástico. Los dos etarras se saludaron con una gran efusividad y 'Tatxi" encadenó la bicicleta a una señal de tráfico. Después, ambos se dirigieron hacia la playa de Cenitz donde conversaron durante dos horas y media.

Los hombres del teniente "Hiru" se sentían intrigados. ¿Cómo era posible que tuvieran tantas cosas de las que hablar?. Una cosa era segura: tramaban algo. Al aproximarse las siete de la tarde, 'Trankle" - nombre en clave que los agentes utilizaban para referirse a Patxi- recogió su bicicleta y regresó a España a través del puente internacional de Santiago. Una vez en Rentería se juntó con Anselmo y entre los dos ensayaron medidas de contravigilancia durante una hora.

Al día siguiente, entre las 14,18 y las 14,55, Patxi fue detectado en la sede del sindicato LAB, del paseo de Zorroaga, de SaD Sebastián, que posteriormente, tras la desarticulación del comando al que pertenecía este individuo, sería registrada por orden de la Audiencia Nacional. Los agentes se pre-untaban que si tenía que resolver algún problema laboral, ¿por qué no acudía a la sede de Rentería? ¿Acaso estaría relacionada su visita con la cita del día anterior? ¿Desde cuándo estaban abiertas al público las dependencias de un sindicato en día festivo y a la hora de comer? Algo no cuadraba. En las semanas siguientes los miembros de la Guardia Civil tuvieron ocasión de comprobar que la visita de ese día a la sede de LAB no sería la única.

Los investigadores, que contaron con el apoyo de grupos especiales llegados expresamente de Madrid, pudieron comprobar cómo se reunían en varias ocasiones todos los miembros del comando, en bares en los que mantenían conversaciones de manera casi susurrante para no ser escuchados. A la vista de todo ello, Rodríguez Galindo confiaba en poder reunir en un espacio de tiempo inferior a dos meses las pruebas necesarias para proceder a la desarticulación del grupo que se estaba formando. Algunas voces se levantaban en Madrid pidiendo la inmediata detención de personas fichadas cada vez que se cometía un atentado, con el fin de presentar estos arrestos como un contrapeso a la acción criminal.

No todas las personas, como por otra parte es normal, mantenían la misma serenidad ante las acciones criminales de E.T.A., en especial las perpetradas en la capital de España. Pero, afortunadamente, quienes de verdad entendían la estrategia correcta en la lucha antiterrorista, se daban cuenta de que esas detenciones precipitadas para venderlas al público como un éxito policial eran, a la postre, inútiles y quebraban líneas de investigación que en un futuro más o menos inmediato podrían dar resultados positivos. Además, comentaban entre sí los agentes de la Benemérita, podría redundar en descrédito para el Instituto Armado, que tiene a gala el poseer el mejor porcentaje de eficacia entre los distintos cuerpos policiales.

Todas las personas que estaban al tanto de la operación tenían muy claro una cosa: la pertenencia a E.T.A. de los cuatro individuos en cuestión. Pero quienes poseían experiencia en la desarticulación de otros comandos veían con claridad que si "Frankie" y sus compañeros eran detenidos y acusados de pertenencia a banda armada, ningún tribunal llegaría a condenarlos nunca.

La operación "Caritábrico" ganaba en complejidad y envetgadura día a día. Si algo vendría a enturbiar la claridad con la que los especialistas contemplaban la evolución de los acontecimientos, sería aquel viaje del martes 28 de enero. Tanto los familiares de Patxi como los de Anselmo sabían que los jóvenes no aparecerían por casa durante algunos días, ya que se habían puesto de acuerdo para hacer que todo el mundo creyera que iban a pasar unos días en el monte. Desde luego ... nada más lejos de sus intenciones.

Veinte minutos después de las diez de la noche fueron recogidos por Jon en la puerta del bar "Riojano" de Rentería. Cada uno portaba una bolsa de viaje. Con el Golf les trasladó a la estación de Renfe de Irún, no sin antes realizar algunas extrañas maniobras tendentes a detectar un eventual seguimiento. Cuando subieron alvagón 22, faltaban cinco minutos para las once de la noche. Ocuparon el departamento número siete, que estaba vacío y corrieron tanto las cortinas exteriores como las que aislaban del pasillo interior.

Nueve horas y media tardó el expreso en recorrer la distancia que separa Irún de la estación de Chamartín de Madrid. Se apearon entre los últimos pasajeros y dejaron una bolsa en la casilla número 712 de la consigna. Desayunaron, tomaron el Metro, y se trasladaron a la Ciudad Universitaria. A las 9,35 se sentaron en un banco en frente de la Facultad de Psicología. Para entonces, los investigadores pensaban que se encontraban ante los integrantes del comando que asesinaba en Madrid y que estaban aguardando algún contacto de la infraestructura etarra en la capital de España. Pero no se produjo contacto alguno. Apenas estuvieron doce minutos en el banco y regresaron al Metro, en el que se dirigieron hasta el lago de la Casa del Campo, por donde pasearon durante una hora. Tras ello, volvieron al ferrocarril subterráneo, se dirigieron al barrio de Salamanca y se bajaron en la estación de Núñez de Balboa. Por un momento los agentes de la Guardia Civil pensaron que los absurdos desplazamientos de las horas anteriores habían carecido de toda clase de finalidad, salvo la de hacer tiempo. La tensión era máxima ante la posibilidad de que fueran a realizar algún atentado al mediodía. También pudiera ser que fueran a recabar información para la ejecución futura de alguna acción. Ninguna de las dos cosas sucedería.

Para no perder los hábitos que tan bien conocían los investigadores, los etarras decidieron entretener cuatro horas de su tiempo entre los bares de la zona. Tomaron el aperitivo en el bar "Río Aya" de la calle Don Ramón de la Cruz. Comieron baratito",pues las "dietas"' de la organización no daban para más. Lo hicieron en el restaurante chino de la calle Ayala esquina con Príncipe deVergara. Para tomar el café y el pacharán prefirieron el bar "Cuarenta y uno" de la calle Claudio Coello. Luego volvieron a los túneles del Metro y llegaron a la estación de Chamartín cerca de las seis de la tarde. Y al fin facilitaron alguna pista a los hombres a quienes habían llevado de sorpresa en sorpresa durante las horas anteriores. Tras recoger la bolsa de la consigna se acercaron al mostrador de información y se interesaron por los trenes que circulaban hacia Valladolid. Poco después fueron vistos en una caseta de alquiler de vehículos sin conductor. Querían conocer cuánto les iba a costar un vehículo para dos días.

En San Sebastián se aguardaba con impaciencia las noticias que el capitán "Cab", jefe de un grupo especial de la Dirección General que se había hecho cargo de los objetivos en Madrid, debía transmitir sobre el trabajo realizado. El capitán "Cab" explicó todo lo sucedido al capitán "Mic" y éste a su vez a sus oficiales, a los que llamaron la atención dos detalles: el interés por Valladolid y el alquiler de vehículos. Durante la tarde, Anselmo y Patxi volvieron al Metro sin que pudiera establecerse con claridad cuál era la finalidad de su viaje. Alrededor de la una de la madrugada llegaron al hostal "Ibor", en el número 24 de la calle Arenal, donde pernoctaron. Entre los agentes se comentaba que, desde luego, les hacía falta el descanso pues la jornada, además de pródiga en viajes en Metro, había sido especialmente generosa en copas.

A las diez y media del día siguiente, abandonaron el hostal y repitieron una jornada similar a la anterior, con desplazamientos absurdos y casi siempre en Metro. Dejaron una bolsa en la consigna de la Estación de Chamartín desde las doce del mediodía hasta las seis de la tarde; anduvieron merodeando por las inmediaciones del Ministerio de Economía y Hacienda, en el Paseo de la Castellana; y se dieron un paseo en tren de lo más extraño, aunque después se supo que simplemente se habían equivocado de trayecto. Tomaron un convoy hacia Alcalá de Henares cuando realmente a donde querían ir era a Ocaña.

Ya de vuelta en Madrid, Patm y Anselmo montaron de nuevo en el vagón 22 del expreso que les llevaría a Irún. Dormían tranquilos, como si tuvieran la convicción de que no habían sido detectados. De hecho, habían puesto en práctica todo tipo de medidas de seguridad para evitar ser objeto de la vigilancia de otros ojos. Fieles alumnos de la escuela de "Txelis", llevaron hasta el extremo las técnicas de contravígilancia que les había explicado. En el Metro dejaban pasar varios trenes sin subir a ninguno de ellos para así detectar personas que hiciesen lo mismo. Y también pasaban, una y otra vez, de un andén a otro, y de una línea a otra, en las estaciones donde confluían varias. Regresaban satisfechos, sintiéndose seguros. Lo que no podían imaginar era que la sombra del tricornio les había acompañado hasta el mismo corazón de España, a decenas de metros bajo tierra.

Ya de vuelta en Madrid, Patm y Anselmo montaron de nuevo en el vagón 22 del expreso que les llevaría a Irún. Dormían tranquilos, como si tuvieran la convicción de que no habían sido detectados. De hecho, habían puesto en práctica todo tipo de medidas de seguridad para evitar ser objeto de la vigilancia de otros ojos. Fieles alumnos de la escuela de 'Txelis", llevaron hasta el extremo las técnicas de contravigílancia que les había explicado. En el Metro dejaban pasar varios trenes sin subir aninguno de ellos para así detectar personas que hiciesen lo mismo. Y también pasaban, una y otra vez, de un andén a otro, y de una línea a otra, en las estaciones donde confluían varias. Regresaban satisfechos, sintiéndose seguros. Lo que no podían imaginar era que la sombra del tricornio les había acomnañado hasta el mismo corazón de España, a decenas de metros bajo tierra.

 

CAPITULO VIII

QUIEN MORDIO EL ANZUELO?"

El expreso Madrid-Hendaya se detuvo en Irún hacia las ocho de la mañana del último día de enero. Unos minutos más tarde llegó Juan Victor, Jon, para recoger a Patxi y Anselmo, que se interrumpían mutuamente en su afán de ser el primero en relatar las impresiones que habían sacado del viaje. Ambos mostraban satisfacción suficiente como para limar las asperezas que en los últimos días se habían suscitado entre los dos hermanos. Oídos de la plena confianza de ambos, y muy próximos a la Guardia Civil, habían llegado a enterarse de que existían desavenencias entre Patx] y Juan Victor. Por su carácter, y quizá también porque tenía novia, Juan Víctor había reflexionado sobre las consecuencias que podría acarrearle lo que estaba haciendo, y le había expresado a Patxi su preocupación. Este último, inflexible, lo veía como una cuestión de orgullo personal. Se consideraba un "gudari a la antigua" y no podía echarse para atrás. De modo que cuando vio dudar a su hermano no se lo pensó dos veces y, textualmente, le dijo: "si no quieres hacerlo, te vas a la puta mierda".

Mientras Patxi y Anselmo compartían con Juan Víctor sus experiencias de Madrid, los oficiales del Servicio de Información exponían sus propias deducciones. Existía común acuerdo en una serie de puntos. En primer lugar, parecía evidente que "Txelis" había ordenado a Patxi que se trasladase a Madrid para reconocer el terreno. En realidad, lo único que habían hecho era aprender a moverse por la capital de España y calibrar lo que suponen los desplazamientos por la ciudad. El "quid" de la cuestión estaba en tratar de averiguar cuál sería la misión que tendrían que desarrollar en Madrid. Desde el primer momento se descartó la posibilidad de que E.T.A. fuera a enviarles allí para captar nuevos militantes y crear una infraestructura capaz de albergar a un comando que viniese de Francia más tarde puesto que a juicio de los investigadores no eran las personas idóneas para este tipo de tareas. Tampoco parecía lógico que la banda confiase en unos "pipiolos" para llevar a cabo un secuestro en una ciudad con una gran densidad policial. A la vista de la oleada de Iapas" explosivas que habían sido colocadas recientemente en el barrio de Aluche, se apostó por la hipótesis de que E.T.A. les fuera a enviar a Madrid para adosar este tipo de trampas mortales en los bajos de los vehículos de las víctimas elegidas por los terroristas. El viaje lo harían en ferrocarril y utilizarían un vehículo de alquiler tanto para transportar los artefactos hasta el lugar del crimen como para huir. Esta hipótesis se veía reforzada por las instrucciones que José María Arregui Erostarbe, "Fiti---, había dirigido al comando "Mendía" y que habían sido incautadas por la "Ertzairitza" al detener a sus integrantes.

Aún no había terminado la reunión cuando una nueva noticia vino a aclarar más el panorama. A las seis y cuarto de esa misma tarde, Alberto y Juan Víctor se reunieron en la Plaza de Urdanibia, de Irún. Sin darse apenas tiempo para un saludo, entraron en el recinto de la Caja Laboral Popular reservado para el uso del cajero automático. No es que les hiciera falta sacar dinero, sino que necesitaban un lugar discreto para intercambiar las fotos. Siguiendo las instrucciones que "Txelis" dio a Patxi, Juan Víctor había solicitado de Alberto que se hiciera unas buenas fotos en color, tamaño carnet , para los documentos falsos de identidad que la organización tendría que facilitarles. Por supuesto, en las fotografías debía tener un aspecto presentable, aunque sin necesidad de aparecer con chaqueta y corbata. Por este motivo, mientras sus compañeros recorrían el subsuelo de Madrid, Alberto se había afeitado su poblada barba y se había sacado las fotografías en cuestión. 

Al día siguiente, ''Frankie''- Patxi- decidió acudir a su cita con "Casco"-"Txelis"- con varias horas de antelación, y esta vez trató de hacerse pasar por un pacífico pescador. En la mañana del día anterior había ido a comprar los cebos y aparejos que le permitiesen dar el pego. Cuando llegó a la playa de Cenitz, en Guéthary, desplegó varias cañas y se dispuso a aguardar a su interlocutor.

A esa misma hora, el grupo del teniente "Hiru" siguió a "Casco" hasta el hotel Les Pyrenées. El etarra estacionó la motocicleta scooter en el garaje del hotel, por detrás del seto, y se adentro en el interior. Allí permaneció hasta que llegó la hora convenida, las cuatro de la tarde, momento en el que abandonó el hotel con su moto y se dirigió a la playa. Los investigadores observaron cómo ''Frankie" relataba a "Txelis" las peripecias del viaje a Madrid, le entregaba las fotografías de los cuatro componentes del comando y le explicaba que veía buenas posibilidades para llevar a cabo la acción prevista. Por su parte, el cabecilla etarra dio el visto bueno a la operación y entregó al joven un paquete pesado que este guardó inmediatamente en la mochila. La conversación duró dos horas y veinte minutos.

Razones de seguridad, que no la afición a la pesca, impulsaron a ''Frankie" a esperar todavía media hora más frente al mar. Al fin se cansó y sobre las siete de la tarde recogió los bártulos. Emprendió el largo camino hacia Rentería. Sin embargo, el considerable peso de su mochila, así como la oscuridad de una tarde cerrada, fría y húmeda, harían que el trayecto resultase más penoso que en ocasiones anteriores. A las 20,25 entró en España por el Puente de Santiago y emprendió el camino hacía Oyarzun. Una hora más tarde, llegó al taller del padre de Anselmo, en el polígono Ugaldetxo. Como previamente había llamado por teléfono desde una cabina pública de Irún para que le dejasen la llave del taller oculta en un lugar convenido, se vio muy contrariado cuando no la encontró. Buscó minuciosamente en el marco del portón, pero no había nada. Molesto y aterido por el frío, recogió la bicicleta y se dirigió a Rentería.

Una vez en esta localidad, Patxi dejó la bicicleta y recogió en casa de Anselmo las llaves del Mini Morris y las del taller. Al volante del vehículo de Anselmo, NA-5228-A, se presentó en el polígono industrial hacia las diez y media de la noche. Cogió la mochila y entró en el taller. Tres cuartos de hora más tarde salió de allí, dejando dentro la mochila y regresó a Rentería para tomar una copa en el bar "Arkaitza".

Aquella misma noche, los investigadores evaluaron todo lo que había sucedido, por si había llegado el momento de detener a los cuatro etarras, ya que se creía que, una vez registrado el taller del padre de Anselmo, se contaría con las pruebas necesarias para presentar a estos individuos ante la Justicia. ¿A qué esperar entonces a detenerlos? El razonamiento parecía coherente a primera vista. No obstante, el teniente "Bost" convenció a sus compañeros de la conveniencia de no precipitarse. En primer lugar, se estaba dando por hecho que en el taller guardaban objetos cuya tenencia es delito. ¿Y, si no era así?, ¿quién le explicaría al juez que investigaciones o noticias confidenciales señalaban que existía una gran probabilidad de que allí hubiera armas? La experiencia enseñaba que, de no hallarse pruebas en el registro del taller, no sólo se echaría por tierra el laborioso trabajo de más de un año, sino que incluso podría haber algún problema a nivel judicial. En esta misma línea, el teniente "Lau", que ya había pasado por situaciones similares, aportó un enfoque más decisivo: si esa misma noche se detenía a los cuatro y, efectivamente, se encontraban armas en el taller, lo más probable sería que el juez ordenase el ingreso en prisión de Anselmo por ser su propietario, y de Patxi, por haber transportado los objetos. Los otros quedarían en libertad porque no habría forma de acreditar su relación con las armas. De hecho, la jurisprudencia de la Audiencia Nacional está plagada de casos en los que personas que han alojado en sus domicilios durante años a terroristas que habían cometido multitud de asesinatos, no son procesadas por asesinato, sino por colaboración con banda armada porque, según el Tribunal, no tenían por qué saber que sus "huéspedes" eran unos criminales. De modo que la única fórmula de lograr el ingreso en prisión preventiva - no ya la condena­ de los cuatro individuos, sería encontrar los documentos falsos de identidad de todos ellos. Y a esas alturas de la investigación todo parecía indicar que esa condición no se cumplía todavía. Por ello, a las tres y media de la madrugada, el capitán "Mic" puso fin a la reunión e impartió una nueva orden: vigilar la mochila en todo momento para no perder el control sobre las armas que pudiera contener.

A las nueve de la mañana siguiente, domingo 2 de febrero, Patxi y Jon recogieron a Alberto en Irún, siguieron un itinerario ¡lógico y por una carretera con abundantes placas de hielo se trasladaron a las inmediaciones de la ermita de Guadalupe, en el monte Jaizquibel, donde estuvieron charlando durante dos horas. Presumiblemente, Patxí explicaba a sus dos interlocutores el contenido de la conversación mantenida el día anterior con "Txelis". También les hablaría sobre el material que había dejado en el taller. Lo que los investigadores hubieran querido saber en ese momento, no era la forma en la que Patxi les comentaba estas cuestiones, sino si estaban buscando un lugar para construir un "zulo". En previsión de que así pudiera ser, el capitán "Mic" dispuso que el lugar se vigilase hasta nueva orden. Alrededor de las seis y veinte de esa misma tarde, Anselmo y Patxi entraron en el taller de Ugaldetxo. Sacaron la pesada mochila verde junto con las cañas de pescar, montaron en el Mini Morris y se trasladaron a Rentería. Introdujeron el vehículo en la bajera del padre de Anselmo y subieron la mochila al domicilio de éste.

En los días sucesivos, los componentes del comando volvieron a sus vidas ordinarias. Alberto Cabeza se ocupó de su familia y del trabajo en el ferrocarril de Vía Estrecha, el popular "topo", que cubre la línea San Sebastián- Hendaya. Jon visitó a su hermana en Oyarzun. Anselmo y Patxi participaron en todas las manifestaciones que durante esos días fueron convocadas en Rentería, para protestar por las detenciones que la "Ertzaintza" había practicado en relación con la red que empleaba E.T.A. para recaudar el dinero obtenido de las extorsiones, a través de la sede del sindicato LAB y con la colaboración de algunos abogados de Herri Batasuna. Para no ser menos que sus amigos de barrio, en la tarde del 3 de febrero acudieron a una violenta manifestación frente a la comisaría de la "Ertzaintza" en Rentería, contra la que arrojaron todo tipo de objetos. Los agentes de la Guardia Civil que hacían los seguimientos tuvieron que mezclarse en medio de la refriega. Y para colmo, una patrulla de la Policía Autónoma vasca confundió a un componente del Servicio de Información con Juan Carlos Iglesias Chouzas, "Gadafi", y procedió a identificarle pistola en mano.

A últimas horas de la tarde, varios agentes de la Benemérita tuvieron que suspender temporalmente el cumplimiento de sus respectivas vigilancias, para evitar sufrir lesiones como consecuencia de la virulencia de los enfrentamientos y los numerosos objetos contundentes que se arrojaban los revoltosos y los policías vascos.

 

CAPITULO IX

"UNA LECCION DE CINISMO"

Un inesperado viaje quebró la normalidad de las últimas jornadas. Aquel viernes, 7 de febrero, los dos hermanos, Patxi y Jon, madrugaron. Quienes les vigilaban habían madrugado más. A las 8,37, salieron de Rentería y cogieron la autopista hacia Bilbao. En menos de una hora, circulando a velocidades superiores a los 160 kilómetros por hora en algunos tramos, se plantaron en la plaza de Indauchu de la capital vizcaína. Estacionaron el Golf en el parking subterráneo y sin perder un minuto se dirigieron a la casa de alquiler de vehículos "Avis", situada en la avenida de] doctor Areilza Mientras Jon permanecía en el exterior, en actitud de vigilancia, Patxi entró para realizar sus consultas. Poco después se dirigieron a otra empresa de alquiler de vehículos, "Daihatsu", en la callo María Díaz de Haro. Lo mismo que en la ocasión anterior, ni siquiera permanecieron diez minutos dentro. Caminaron otro poco y entraron en una tercera empresa del mismo ramo, llamada "Moragües", en la calle Gregorio de la Revilla. Esta debió convencerles poco ya que la visita no duró ni tres minutos. Para terminar la ronda, visitaron la "Agencia Eurocar'', en la calle Rodríguez Arías, donde estuvieron seis minutos. Sin más, regresaron al estacionamiento público, recogieron el vehículo y emprendieron el viaje de vuelta a Rentería, también a gran velocidad.

Conforme iban avanzando las investigaciones de la operación "Cantábrico",  la Guardia Civil veía cada vez con más claridad que ese comando estaba preparando algo muy serio. En primer lugar, escapaba por completo del patrón de los comandos "legales" ordinarios el hecho de que uno de sus componentes hubiera mantenido tres citas personales con uno de los máximos cabecillas de E.T.A. Extrañaba, en segundo lugar, la desbordante actividad de sus componentes que no dejaban pasar una semana sin dar un paso más hacia adelante. En tercer lugar, si su "trabajo" se iba a relacionar de cualquier forma con Madrid el asunto sería grave. Por último, llamaba la atención de los investigadores su insistente manía en consultar en casas de alquiler de vehículos, fuera de la provincia de Guipúzcoa.

Al día siguiente, alrededor de las cinco menos cuanto de la tarde, Anselmo también fue a Bilbao, A diferencia de Jon y Patxi no le llevaba a la capital vizcaína la búsqueda de automóviles de alquiler, sino que iba a participar en una manifestación que Herri Batasuna había convocado "por la paz". Los agentes de la operación "Cantábrico" se preguntaban: ¿qué hacía un miembro activo de un comando de ETA en una manifestación "por la paz"?. Tres días más tarde, un cabo de la Benemérita le vio pegando carteles contra la tortura". ¡Qué sarcasmo!.

Mientras, continuaban las extrañas visitas del jefe del comando a la sede del sindicato LAB, en la que solía permanecer tan solo unos minutos; los terroristas parecían trabajar a contrarreloj. En la tarde del lunes día 10, Alberto y Jon se citaron en el bar "Goiburu", de la Plaza Urdanibia de Irún. Se reunieron a las seis de la tarde y se fueron hasta Fuenterrabía. Jon detuvo el vehículo en la calle Navarra y paró el motor. Permanecieron en el interior cinco minutos hablando en tono serio de algo. En un momento dado, Jon bajó del coche, sacó un papel de debajo de la alfombrilla, volvió a montar y continuó hablando con Alberto durante unos quince minutos. Arrancaron el vehículo y regresaron a Irún. Allí tenían una cita a las siete de la tarde con un individuo que les esperaba en la tienda de deportes "Leire Sport", de la calle Estación. Fue, una entrevista muy corta de apenas diez minutos de duración, y no se estimaba como probable que hubiesen tratado de captarle para que se integrase en el comando como uno más. La identificación de este individuo, que finalmente sería puesto en libertad tras la desarticulación M comando "Askatu", requirió un complejo trabajo de los agentes, que finalmente consiguieron dar con Carlos Bailón Almandoz.

 

CAPITULO X

"SOLO HASTA LAS SEIS"

Pese a las numerosas dificultades que imponía el trabajo en la clandestinidad, las investigaciones de la operación "Broma" proseguían a buen ritmo. Ante el volumen de información que se iba acumulando se decidió dividir dicha operación en dos vertientes: "Broma-Toro", que comprendería los objetivos en España, y "Broma-Queso", que incluiría los radicados en Francia.

Con el tiempo, algunas patrullas de la Gendarmería Nacional y de la Policía de Aire y Fronteras detectaron la presencia de agentes de la Guardia Civil en las proximidades de Guéthary. En principio no surgieron problemas, pues en otros tiempos se había trabajado codo con codo. No obstante, se levantó alguna suspicacia sobre la labor que podrían estar realizando allí los hombres de "JF'. Eso y algunas preguntas que se habían realizado a los agentes franceses sobre Lassalle-Astis, motivó que uno de ellos se sincerase con el cabo "T": "Mira, sé que estais trabajando en San Juan de Luz o Guéthary, no sé si contáis con el apoyo de la Policía Judicial, pero si tiene relación con Philippe Lassalle-Astis lo mejor es que lo dejéis. Sabemos que está metido hasta el cuello, pero desde hace dos años no lo trabaja ningún cuerpo policial francés porque es imposible vigilarle".

No obstante, en poco tiempo se supo que "Taxi" vivía en la casa Nausi Enea, de Ascain, y en los primeros días de febrero, con "escasa colaboración por parte de "Taxi" que parecía haber sido tragado por la tierra, se lograron fijar los movimientos de "Casco". Quedó plenamente confirmado que le unía una singular relación con el hotel Les Pyrenées. Igualmente se descubrió que entre semana pasaba bastantes horas en un nuevo domicilio: el apartamento 282 de la residencia Les Pastorelles, de Bayona. También llamó la atención de los investigadores un inmueble del portal número 5 de la calle Bordolo, de Biarritz, así como un bar nacionalista, el "Bordatxo" frecuentado por "Txelis". Y todavía le quedaba tiempo para mantener citas en la playa de Pavillon Royal, de Bidart.

Un hito en el largo camino hacia el descabezamiento de E.T.A. lo constituyó la jornada del 15 de febrero. A las doce y media, "Taxi" recogió a "Casco" en el hotel Les Pyrenées. Se entretuvieron realizando todo tipo de maniobras de vigilancia durante una hora para recorrer los menos de tres kilómetros que les separaban del Bricobidart. A las hora convenida, se entrevistaron en el centro comercial con el objetivo de la operación "Fuerte": Juan José Latasa Guetaria, a quien acompañaban su mujer y su hija. Hasta ese momento se trataba de una reunión que ya habían repetido en varias ocasiones. El hecho diferencial fue que el dirigente del sindicato LAB sacó una bolsa del maletero de su coche, al parecer de piel, y se la entregó al cabecilla de E.T.A. En el aparcamiento del hotel Les Pyrenées, adonde Lassalle y "Txelis" habían regresado, los dos etarras estuvieron examinando detenidamente la documentación que contenía la bolsa.

Entre tanto, "Patxi" y Anselmo hacían los preparativos para una nueva cita. Cargaron la bicicleta en el Nissan Patrol del hermano de Alberto, matrícula de SS-901 1 -AD, y Anselmo hizo de transportista hasta Irún. A partir de allí, Patxi pedaleó hasta Guéthary mientras Anselmo volvió a su rutina. La Guardia Civil también había hechos algunos preparativos. Dado que en las tres citas que hasta el momento había mantenido Patxi y "Txelis" siempre habían pasado mucho tiempo en la playa de Cenitz, uno de los guardias del teniente "Hiru" se puso manos a la obra para lograr escuchar a distancia las conversaciones que pudieran mantener estos individuos. Para ello, ideó un ingenioso aparato que a un mismo tiempo permitiese la transmisión y la grabación de lo que se hablase en las proximidades. Con un día de antelación al de la cita, los especialistas del Servicio de Información de la Guardia Civil (S.I.G.C.) confeccionaron el artefacto, lo instalaron en la playa y probaron su correcto funcionamiento.

Cuando Patxi ya estaba en camino hacia Guétahry y "Txelis" se encontraba en el hotel Les Pyrénées, un imprevisto alteró los planes de la Guardia Civil. Faltaba poco tiempo para la celebración de la cita y no era conveniente que ningún agente se aproximara a la playa. Por ello hubo que resignarse cuando se observó como unos chavales se acercaron al artilugio transmisor y, casi sin darse cuenta, se encontraron con éste bajo sus pies. Sorprendidos, cogieron el aparato, lo observaron detenidamente, lo volvieron a colocar en su sitio y abandonaron el lugar.

A las cuatro de la tarde, "Txelis" salió del hotel Les Pyrénées y se dirigió directamente a la playa donde le esperaba Patxi. Para sorpresa de los agentes que tan cuidadosamente habían preparado el mecanismo de escucha, ni una sola palabra se pudo recibir. Después de hora y media de charla, "Txelis" atrajo la atención de Patxi sobre unos papeles que en ese momento comenzó a enseñarle. Debían tratar sobre algún tema de cierta complejidad porque el cabecilla se prodigó en explicaciones antes de entregarselos. Faltaba un cuarto de hora para las seis cuando se despidieron. Mientras al día siguiente se observó que en el interior del recinto del caserío de "Txantxangorria" había estacionada una motocicleta similar a la de "Txelis" y tres hombres permanecían en la entrada en actitud claramente vigilante. También se detectó la presencia de un Renault 19, de color blanco, de dos puertas, cuya matrícula comenzaba por 1753. Haría falta ser muy escépticos para no rendirse a la evidencia. “Txelis" y "Taxi", junto con otras personas de similar importancia dentro E.T.A., se encontraban en la casa. El capitán "Mic" ordenó al sargento "K.P." que vigilase con su grupo este lugar.

 

CAPITULO XI

PASEAR EL PERRO"

Desde el comienzo de las investigaciones de la Operación "B roma­Queso", el objetivo que se había fijado era determinar el lugar exacto donde los miembros de la cúpula etarra se reunían. Roger Boslé había declarado en una rueda de Prensa que no existía constancia de que esas reuniones se produjesen en Francia, e incluso que tenía informaciones que señalaban que ''Pakito' se encontraba en España. Sin embargo, cualquier persona mínimamente relacionada con la lucha antiterrorista, desde los miembros de los Cuerpos y Fuerzas de Seguridad hasta la Fiscalía y Magistrados de la Audiencia Nacional, pasando por funcionarios de prisiones y periodistas especializados, habían tenido acceso a pruebas concretas que demostraban que la dirección de la banda se encontraba donde siempre estuvo: en el sur de Francia. El esfuerzo de los investigadores se orientaba hacia la correcta interpretación de todos y cada uno de los pasos que había dado José Luis Alvarez Santacristina, "Txelis", a lo largo de las semanas en las que se le había estado vigilando. La valoración de los amplios informes en poder de los agentes operativos no tenía otro objetivo que estar en condiciones de poder descubrir cuándo y dónde se producían los contactos con otros miembros de la dirección de la banda.

Se sabía que "Txelis" frecuentaba varios lugares , que se relacionaba con bastantes personas, pero de entre todo llamaba la atención el hotel Les Pyrénées, situado al pie mismo de la carretera nacional RN-10, a mano izquierda en dirección a Bayona, entre los núcleos urbanos de Guéthary y Bidart. Tiene tres plantas y un estacionamiento para los clientes. Al recinto se puede acceder desde la carretera y también a través de un callejón que lo comunica con el centro de Bidart. Además, posee un pequeño garaje privado para los dueños del negocio donde "Txelis" guardaba su motocicleta scooter. Al margen de las sospechas que las frecuentes visitas del dirigente etarra levantaba, otros viejos datos concurrían para rodear de misterio el pequeño local hostelero. En primer lugar, Henry Parot, jefe del comando "itinerante" de E.T.A., cuando estaba detenido en la Dírección General de la Guardia Civil, realizó un comentario a los agentes: "no sé por qué os preocupáis tanto por coger a "Artapalo". Si lo queréis coger ya es fácil. No tenéis mas que buscarlo en un hotel de la carretera antes de Bayona''. En segundo lugar, agentes de la Policía de Aire y Fronteras que vigilaban a un importante cabecilla terrorista comprobaron cómo éste desaparecía súbitamente en una de las calles principales de Bidart, a la altura de la confluencia con el callejón que conducía al hotel Les Pyrénées. Se trataba de Juan Domingo Aizpurua Aizpuru, "Pitxas", quien más tarde fue detenido como responsable de la acogida de los huídos de España que buscan refugio en Francia. Había, por tanto, indicios suficientes para sospechar que en el hotel se cocía algo más que lo señalado en el "plat du jour". El problema era cómo averiguarlo. Desde luego, por su condición de hotel de carretera, el lugar presentaba condiciones inmejorables para la celebración de reuniones. Se reforzó, pues, la investigación y se averiguó que "Txelis" no solía almorzar en el comedor, sino que recibía los alimentos en la habitación número diez o en la cocina, como los propietarios del negocio. Una cosa era evidente: la familiaridad de "Txelis" con las personas que residían en el hotel.

Se controló la actividad en Les Pyrénées y se observó que no solía comenzar muy temprano pero sí terminaba tarde. La puerta principal se cerraba todos los días a las once de la noche pero quedaba abierta la de servicio. En pura teoría, el hotel cerraba los domíngos por descanso M personal, pero la realidad demostró que no siempre se cumplía esto. De hecho, pese al escaso número de habitaciones de que disponía y el declive general del turismo en esa región francesa, el trasiego de vehículos que entraban y salían del recinto del hotel era importante. Lo mismo sucedía con el volumen de personas que accedía al interior del inmueble. No obstante, los únicos vehículos que pernoctaban en el parking eran los de los gerentes: un Volkswagen Golf de color rojo y un Ford Taunus.

Fueron pasando los días sin que se sacase nada claro sobre la relación del hotel con E.T.A. El día 19 de febrero, un hecho hizo reflexionar a los agentes. A las doce y media una furgoneta Citroén C-15 de color azul, matrícula 1097-SJ-64, salió del hotel y se encaminó hacia Arbonne, continuó hasta Arcangues, tomó después la carretera de Sain Pée Sur Nivelle a Ustáriz y entró en el "Chemin du Gerizan''. Al final del camino se detuvo y allí quedó estacionado el vehículo. El suceso resultaba significativo porque el sábado anterior "Txelis" había realizado una extraña maniobra justo en el camino siguiente, antes de decidirse a entrar en el caserío "Txantxangorria". En los días siguientes se descubriría que no se trataba más que de una de las personas que realizaba obras en el hotel y que, casualmente, vivía muy cerca de "Txantxangorria".

La operación "Brorna-Queso" guardaba aún algunas sorpresas a los investigadores. Tres días más tarde, el sábado 22 de febrero, sobre las doce de la mañana, "Taxi" pasó por el hotel, estuvo en el interior quince minutos y volvió a montar en su vehículo. En esta ocasión traía el Renault-5 de Toffolo, matrícula 5776-SR-64. En contra de lo habitual, no realizó ninguna maniobra anormal para dirigirse a San Juan de Luz sino que fue por el camino más directo.

Estacionó el vehículo en la Plaza de Bosse y permaneció en el interior doce minutos. Precisamente, a las 12,20 pasó por allí un individuo que a los agentes les resultaba conocido. Pese a la cobertura que llevaba, consistente en pasear a un perro, los grandes bigotes traicionaron al diputado de Herri Batasuna y portavoz de la coalición Juan Cruz Idígoras Guerricabeitia, "Jon". Al verle, "Taxi" se apeó del vehículo y se reunió con el diputado. Inmediatamente, uno de los agentes comunicó la novedad a su sargento:

- "Dedos" para "Santo"

- Adelante "Dedos"

- "Taxi" ha comprado un billete al Cobrador. El Cobrador es el Borracho de Amorebieta.

- Recibido.

Todos los que escucharon la conversación por la misma malla de transmisiones averiguaron al instante quién era el nuevo interlocutor de Lassalle-Astis. No era la primera vez que el miembro de Herri Batasuna, que tiene como una de sus misiones justificar los atentados de E.T.A., se relacionaba con personas investigadas por la Guardia Civil. Había sucedido en tantas ocasiones que al final los agentes habían acordado darle un nombre en clave. Por razones que no vienen al caso a uno de los investigadores se le ocurrió bautizarle con el sobrenombre de "Borracho" y así ha quedado para siempre en el Servicio de Información de la Guardia Civil. El portavoz de Herri Batasuna y el chófer del cabecilla de E.T.A. parecían conocerse muy bien, e incluso tener amistad. Hablaron durante quince minutos exactos y luego se separaron. Acto seguido, "Taxi" regresó al Renault-5 y se dirigió a su domicilio de Ascain.

Como siempre, lo que acababa de suceder debía ser valorado. En principio, no resistía el menor análisis que el contacto directo entre Herri Batasuna y E.T.A. se fuese a realizar a plena luz del día, en mitad de la calle, y en una población donde los dos interlocutores son muy conocidos. Más razonable parecía que Juan Cruz Idígoras se encontrase paseando al perro por la calle sin finalidad concreta alguna y el contacto se hubiera producido de forma casual. No hay que olvidar que el diputado compró una casa en San Juan de Luz, después de que su mujer, Begoña Azurmendi Alegría, huyera a Francia para evitar ser detenida por colaboración con los autores del robo de ocho mil kilos de "goma-2" del polvorín de Soto de la Marina de Santander. Cabía la posibilidad de que el encuentro fuera meramente casual y no tuviera nada que ver con las relaciones "institucionales" de E.T.A. con Herri Batasuna. Pero, en ese caso, ¿qué objeto podía tener la espera de Lassalle en el interior del vehículo hasta que Idígoras apareció por allí? ¿Para qué otra cosa podría haber parado "Taxi" en San Juan de Luz mas que para sostener esa corta entrevista? De hecho, nada más terminar la cita, Lassalle se fue a Ascain.

Ese mismo fin de semana se produjo otra sorpresa, si de sorpresa se puede calificar que miembros de la redacción de "Egin" se entrevisten con un cabecilla de la banda terrorista E.T.A.. El 21 de febrero, los investigadores observaron que a las 12:40 "Taxi" trasladaba a tres personas por la carretera de Saint Pee sur Nivelle en dirección a Biarritz, cerca de Arbonne. Dos de ellas, según se comprobó con posterioridad, eran los miembros de la redacción de "Egin", que, curiosamente, poco después fueron nombrados para desempeñar los cargos de mayor responsabilidad del diario, Javier María Salutregui Menchaca, actual director, y Teresa Toda, antigua corresponsal en Madrid y ahora directora adjunta. Al observar las mochilas que portaban, los agentes creyeron que podría tratarse de los integrantes de un comando que estaba a punto de entrar en España, por lo que designaron a estos tres individuos como objetivos "A", "B" y "C".

Dos minutos después de las 13:00 horas, el R- 19 que conducía "Taxi" llegaba al hotel Les Pyrénées. Durante el trayecto hasta llegar al establecimiento, los dos individuos que marchaban en el asiento trasero no hacían más que volver la cabeza para cerciorarse de que no eran seguidos por algún automóvil. Salútregui y Toda subieron hasta la habitación número 10, en la que ya se encontraba "Txelis" y no la abandonaron hasta el día 23, a las 16:42, efectuando todas las comidas allí mismo, ya que se supone que llevaban provisiones en las mochilas. Se desconoce el contenido de tan larga reunión que, aparentemente, no tuvo resultados periodísticos en "Egin", por lo que se sospecha que pudo estar relacionada con los cambios habidos después en el cuadro directivo del periódico "abertzale".

El día 23, Salutregui y Toda abandonaron el Hotel en un taxi Mercedes, matrícula 9927-TS-64, hasta Hendaya, donde volvieron a tomar otro taxi Mercedes, matrícula 5907-TM-64, con el que llegaron hasta la frontera. Atravesaron a pie por el puente internacional de Santiago y ya en Irún, en el Paseo de Colón, solicitaron los servicios del taxi matrícula SS-0341-AK con el que viajaron hasta las proximidades de sus domicilios. Aunque en un principio existía alguna duda sobre la identidad de Teresa Toda, ya que en el cajetín del piso que supuestamente ocupaba, figuraba el nombre de Teresa Liuquin García, fue plenamente identificada.

Una semana más tarde, el sábado 29 de febrero, "Taxi" fue visto en Bricobidart donde se reunió con Juan José Latasa que, como en ocasiones anteriores, había llegado acompañado de su mujer y de su hija. Le indicó que debía esperar unos minutos hasta que fuese a buscar a "Txelis" a la Residencia Elizaldía. Después de la entrevista, que duró tres cuartos de hora, el cabecilla etarra se despidió de la mujer de Latasa con un beso en la mejilla. ¿Por qué duraban cada vez más estas reuniones?

A media tarde, Lassalle hizo una corta visita de cinco minutos al caserío "Txantxangorría". Los investigadores imaginaron que el desplazamiento debía tener por objeto el traslado de algún mensaje de "Txelis" a alguien que se encontrase en el caserío. ¿Pero quién?.

CAPITULO XII

LA FUGA DEL ERTZAINA"

La última cita de Patxi con "Txelis" hizo sospechar a los investigadores que el cabecilla hubiera encargado a su pupilo que se pusiera en contacto con una persona que, de algún modo, colaboraría con el comando o incluso se integraría en éste. No perdió ni un minuto Patxi porque a las diez de la noche del día siguiente, domíngo día 16, mientras algunos agentes estudiaban el modo de vigilar "Txantxangorrria", Patxi se entrevistaba con un individuo en el bar "Arkaitza", de Rentería. El guardia civil que tuvo acceso a esta información, destinado en un grupo especial de la Dirección General del Cuerpo, creyó que se trataba de un desconocido. Cuando facilitó los datos a los investigadores de Intxaurrondo más de uno se sonrió. En alguna ocasión se había hablado del propietario de ese Ford Orion blanco, con matrícula SS-3368-AJ. En San Sebastián no pasaba desapercibido Victor Valderrama Iglesias. Era sobradamente conocido en los círculos "abertzales", no por méritos propios, sino por los de su cuñado, el sacerdote Fernando Arburúa Iparraguirre, religioso capuchino actualmente condenado a treinta tres años de prisión por tres asesinatos y más de veinte hechos criminales. Colaborador de los comandos "Xempelar" y "Txirríta" hasta que fue detenido por la Policía, el sacerdote fué acusado de haber ocultado en el convento de los Capuchinos de Fuenterrabía las armas con las que se asesinó a una persona. Además, a los responsables de seguridad de Intxaurrondo ya les había inquietado en más de una ocasión el hecho que desde el domicilio de Valderrama, situado en el Paseo de Mons de San Sebastián, se pudiese vigilar el movimiento de las patrullas de la Benemérita. Por ello, se decidió incluir a Valderrama como un objetivo más en la operación"Cantabrico"

Al día siguiente, Patxi realizó otra de sus misteriosas visitas a la sede de LAB en San Sebastián, a la sazón lugar de "trabajo" de Juan José Latasa Guetaria. Esta vez lo llevó su hermano Jon y permaneció dentro algo más de lo habitual, desde las once y nueve minutos hasta las once y media. Lo curioso era comprobar como estas visitas se producían frecuentemente dos o tres días después de que cada uno de ellos hubiera mantenido su respectiva cita con "Txelis".

Pasaron dos días más antes de que Patxi sorprendiese con algo nuevo. Alrededor de las cinco de la tarde del miércoles 19 de febrero viajó hasta Hernani y estacionó el Golf blanco en el número 2 de la plaza Nueva, donde se encuentra el despacho profesional de José María Matanzas Gorostizaga, "Txema", abogado de Herri Batasuna especializado en la defensa de presos de E.T.A. y muy ligado a la sede de las Gestoras Pro Amnistía que se encuentra en el mismo inmueble. Allí se entretuvo unos veinte minutos y después de marchó.

¿Qué significaba la visita a ese despacho de abogados? En la mente de los investigadores estaba todavía presente que el citado letrado había salido "milagrosamente bien parado" de una acusación de supuesta colaboración con banda armada por algunos contactos que había mantenido con el comando "Vizcaya". Concretamente se le imputaba haber entregado dinero de la organización terrorista a uno de los liberados". El abogado no fue detenido en aquella ocasión por la Guardia Civil porque no fue encontrado en su domicilio que, por lo tanto, no fue registrado. El letrado, en opinión de los agentes, no debía tener la conciencia demasiado tranquila puesto que decidió presentarse ante el juez Central de Instrucción correspondiente de la Audiencia Nacional para evitar que cualquier día la Benemérita fuera a detenerle. Y el miedo a perder la libertad casi le hizo perder la vida. Algunos de los agentes que le conocían pudieron obervar estupefactos la "ridícula" maniobra que realizó hasta llegar a la Audiencia Nacional. Estaba desayunando en la cafetería Riofrío en compañía de otros abogados de Herri Batasuna. En un momento dado Iñigo Iruin y una de las letradas salieron a la puerta de la cafetería para obervar si el camino estaba expedito. Tras esto, hicieron una señal a "Txema" que salió corriendo de la cafetería en dirección de la Audiencia. En el trayecto a punto estuvo de ser atropellado por un vehículo.

El ritmo de los contactos entre los miembros del comando parecía haberse reactivado a finales de febrero. Patxi repitió una de sus visitas a la sede de LAB, como siempre, de no más diez minutos de duración. Otro día de esa última semana, Patxi y Jon decidieron dedicar toda la tarde a realizar algunas compras. Por el tipo de establecimientos a los que se dirigieron y los materiales que adquirieron, se levantó más de una sospecha. La investigación revelaba que estaban metidos hasta el cuello en algún turbio asunto. Y la luz sobre esta incógnita llegó gracias a dos llamadas telefónicas que Patxi realizó desde su lugar de trabajo, la Papelera Española de Rentería, a una empresa de alquiler de helicópteros. Por su parte, otro componente del comando llamó a una empresa de Bilbao dedicada al alquiler de vehículos sin conductor. No sólo se informó sino que concertó el alquiler de una furgoneta Citroén C-25 para realizar un desplazamiento de unos mil kilómetros. Quedó en ir a recogerla el viernes 28 de febrero, a media tarde.

Ante la magnitud de las pretensiones que parecían tener los miembros del comando, se produjo una reunión de urgencia en el cuartel de Intxaurrondo. Todos los investigadores expusieron el análisis que habían realizado sobre las operaciones "Cantábrico" y "Broma-­Queso". Si los miembros de] comando 1egaF estaban realizando tantos preparativos y al fin habían decidido alquilar lo que necesitaban, parecía lógico suponer que de un modo inminente tenían previsto hacer algo extraordinario. El dato de la furgoneta no implicaba que se fuera a cometer un atentado. De hecho, podría necesitarla para transportar armamento para la banda. Y podía ser tanto porque fuesen a entregárselo a otro comando como porque fueran a recibirlo para su propias actividades. En consecuencia, no era preocupante del todo que necesitasen la furgoneta. Lo inquietante era la aventura del helicóptero. Si iban a alquilar un aparato de este tipo y una furgoneta grande y habían realizado un viaje a Madrid que parecía destinado a las labores del reconocimiento del terreno, sería porque tendrían previsto llevar a cabo alguna acción en la capital de España o sus proximidades.

Alguien recordó que unos años antes E.T.A. había organizado un comando para liberar a Ignacio de Juana Chaos de la prisión de Sevilla, utilizando un helicóptero. Parecía descabellado que en unos momentos en los que la banda se encontraba prácticamente sin comandos en "el interior" y se hallaba con graves dificultades financieras, se embarcase en una tarea de la envergadura de una fuga de presos. Por otra parte, tampoco se podía dejar de lado el golpe de efecto que supondría una acción así. Primero, porque el pésimo estado de moral de los presos etarras - el principal lastre de la organización criminal- mejoraría notablemente con la fuga de liberados condenados a cientos de años. Segundo, porque el Gobierno quedaría en un espantoso ridículo. Todo era posible, aunque parecía demasido audaz. No obstante, como existía el precedente, no se podía descartar. El panorama se complicaba por minutos a medida que continuaba la valoración de los hechos.

Una vez que el capitán "Mic" dio po r terminada la reunión, informó al Coronel Rodríguez Galindo de las conclusiones a las que se había llegado. ''J-1'' rechazó la posibilidad de detenerlos puesto que, aún admitiendo que ya tuviesen dinero o armas, no existía constancia respecto del lugar en el cual estarían ocultos esos objetos, ya que, con el paso del tiempo, no había sido posible seguir las movimientos de la mochila de Patxi. El coronel decidió que era preciso investigar más el asunto y puso a trabajar a sus mejores confidentes para esclarecer las intenciones de la dirección de ETA respecto del comando que dirigía Francisco Rollán. Por eso, a primeras horas de la mañana del miércoles 26 de febrero dio las instrucciones correspondiente para establecer una cita con "Bruno".

Y por fin llegó el día esperado por todos, el último viernes de febrero. No tuvo buen inicio porque Patxi, faltando a su obligación, no acudió a las seis de la mañana a su trabajo habitual. Este hecho causó cierta extrañeza en los investigadores, dado que no era proclive ni a faltar a su trabajo ni a cambiar los turnos. A medida que fue avanzando la mañana, la preocupación fue en aumento ya que ni Patxi ni Anselno ni Jon aparecían por ningún sitio. Cuando a mediodía el coronel se entrevistó con "13runo" en Hendaya y le recalcó varias veces la necesidad de que adquiriese esa información, aún no había conciencia clara de la urgencia que existía. Avanzó la tarde y dieron las cuatro, las cinco, las seis sin que nadie apareciese por la casa de alquiler de vehículos de Bilbao a la que habían llamado. Incluso se comprobó que nadie había alquilado vehículo alguno a nombre de Gabriel Abalia que era la identificación que Anselmo había utilizado cuando hizo las gestiones previas. ¿Cómo era posible que los tres terroristas hubieran desaparecido sin dejar rastro cuando durante meses habían estado controlados?

Un suspiro de alivio se pudo percibir cuando se supo la noticia de que Anselmo había sido localizado sobre las ocho de la tarde en la calle Viteri de Rentería. No se había marchado a Madrid. Sin embargo, fue un alivio pasajero porque nunca más volvería a ser visto. Y la preocupación fue en aumento cuando se comprobó que ni "Patxi" ni "Txelis" acudieron al día siguiente a la cita que, como cada quince días, les correspondía celebrar en Guéthary. Quien sí acudió fue Juan José Latasa Guetaria, que se entrevistó con Alvarez Santacristina en Bricobidart.

Saltándose todas las normas de seguridad que durante años habían respetado tanto Rodríguez Galindo como "Bruno", el confidente llamó teléfono al coronel a las siete de la tarde del lunes 2 de marzo. El jefe de la Guardia Civil necesitaba urgentemente la información de "Bruno" y concertó una cena con él para una hora y media más tarde en el mismo lugar de siempre. La entrevista se desarrolló conforme a lo previsto. Su duración fue más breve que la de la semana anterior puesto que estaba hablado casi todo. "Bruno" parecía contento. Se había movido mucho, aunque con discreción, en los pocos días que había tenido para averiguar lo que el coronel de la Benemérita le había pedido. No obstante, con el conocimiento que tenía de los resortes de la banda a la que tanto había servido y con los datos que le había proporcionado Rodríguez Galindo, pronto supo hallar el modo de adquirir la información que precisaba. Lo esencial de la conversación se produjo en estos términos:

- ¿Qué, has averiguado algo?.

- Ya lo creo, pero no ha sido fácil ¿eh?, nada fácil.

- Bueno, dime.

- Tenía razón. Es muy gordo. A lo mejor ni me crees lo...

- Vamos, di.

- Lo que te voy a decir. ¿Recuerdas hace unos años lo del ertzaina del "talde" de Madrid?.

- Sí, de Juana Chaos. Era un auténtico sanguinario. ¿Y qué?. ¿Los ha captado él?.

- No, no. Es que están preparando una fuga como la suya.

- ¿La suya? Ese está preso, no se ha fugado.

- Pero lo habían previsto ¿eh? y la Policía lo impidió, aunque luego salieron todos en libertad por falta de pruebas o no sé que hostias.

_ ¡Ah!.Sí hombre. Ya recuerdo eso. Pensaban sacarle de la cárcel con un helicóptero y luego cruzar la frontera en una zodiac. Al menos eso se dijo en la Prensa.

- Era cierto y ahora es parecido, un golpe político descomunal contra el Gobierno. Lo dejarían en ridículo,

- ¿Cómo? ¿Quién? ¿Cuando? ¡Vamos!

- Parece, vamos, eso me han dicho, ¿eh? Parece que los jóvenes esos que dijiste

- Sí, Patxí, Anselmo y Jon.

- No, tres no. Yo sé dos sólo.

- No, pues hay tres. Bueno hay más, pero esos tres son los más implicados.

- Bueno, los que serían. Van a sacar tres presos de la cárcel con un helicóptero y luego los van a llevar a Euskadi.

- Increíble, ¿Es posible?

- Sí, tres presos ya digo.

- ¿Quiénes son? ¿De qué cárcel?

- Eso no han sabido. No han dicho. Sólo dijeron que son unos que ya han intentado hace poco ¿sabes?, y nada.

- 0 sea, se trata de tres presos que ya han intentado escaparse con anterioridad.

- Hace poco. Pero no pudieron. Los pillaron. - Y..los presos esos...

- ¿Qué?

- ¿Saben que van a ser liberados? ¿Cómo van a coordinar?

- Alguien de la sociedad sabe.

- ¿Qué sabe?

- Sabe pero no quiere decir..he tenido que Jugármela para esto. ¡Jugármela!

- ¿Qué sabe?

- Pues, joder, sabe que prepararon ellos todo. Los de aquí. "Pakito'' y esos ya lo han recibido planeado. Los de la cárcel pasaron los papeles a través del abogado. Lo sacaron de la cárcel.

- Me hablas de unos papeles ¿Quién los tiene?

- No sé. Sé que escribieron unos papeles, unas notas pequenas donde ponían cómo hacer la fuga y una cita con los "legales" en un cementerio.

- Sí, el cementerio de Guéthary...

- No, no, de eso no sé, de eso de Guéthary...

- Ya te lo digo yo porque lo controlamos. Fue una cita en la iglesia del cementerio de Guéthary. ¡Son ellos!. Entonces... ¿cómo contactaron?

- Ya he dicho, los abogados sacaron unos papeles ¿me entiendes?, unos papeles y los pasaron hasta llegar aquí. En Bayona se sabe en algunos sitios pero casi nadie se cree la historia.

CAPITULO XIII

"FILTRACIONES PERIODISTICAS"

La conversación del coronel con su confidente no se prolongó mucho más. Lo sustancial ya estaba dicho. De regreso a Intxaurrondo, J-1 recapacitó seriamente sobre lo que le había revelado su colaborador. A simple vista parecía una historia de novela pero, al menos en principio, encajaban algunas piezas. Por supuesto, faltaba por descubrir lo más importante: cuándo se llevaría a efecto la fuga, en qué cárcel y quiénes de entre los casi sescientos presos de E.T.A. habían diseñado este plan.

La respuesta la proporcionarían los especialistas en elaboracíón de Inteligencia del Servicio de Información a primeras horas de la mañana siguiente: tres presos de la prisión de Ocaña 1 (Toledo) habían llevado a cabo un intento de fuga que había sido frustra~ do por los funcionarios. En concreto, habían sido sorprendidos el 29 de enero de 1990 después de serrar varios barrotes de una celda para intentar acceder a un patio interior que estaba en obras. Se trataba de Juan Carlos Balerdi Iturralde, Jesús María Echevarría Garaicoechea y José Miguel Latasa Guetaría,"Fermín", todos ellos condenados por múltiples asesinatos. Asimismo, se recordó que en junio de 1991 Anselmo y Patxi habían visitado a Jesús María Echevarría Garaicoechea en la prisión guipuzcoana de Martutene.

Por último, no hizo falta ni mencionar que cada dos por tres Patxi visitaba la sede de LAB donde trabajaba Juan José Latasa Guetaria, hermano de ''Fermín'', y que ambos mantenían citas periódicas con 'Txelis", exáctamente cada dos semanas. Todo empezaba a concordar.

Para los investigadores quedaba claro ahora que Patxi había recibido armas, dinero y documentos falsos el día que regresó de Guéthary con la mochila repleta y las cañas de pescar. La hipótesis era que Anselmo y Patxi serían los encargados de alquilar un helicóptero en la zona sur de Madrid con el dinero de la banda y documentación falsa. Después, secuestrarían al piloto en pleno vuelo y le obligarían a que les trasladase hasta la cárcel de Ocaña, donde recogerían a los tres reclusos en un momento en el que se encontrasen en el patio, emprendiendo el vuelo a continuación. Seguirían volando un trecho hasta el lugar donde Jon esperaría con la furgoneta alquilada y el Golf blanco. Los tres fugados serían alojados en el interior de una espaciosa Citroén C-25 de techo sobrelevado y, una vez hubiese disminuido la densidad de los controles policiales en carretera, se dirigirían hacia el País Vasco. En el trayecto, Anselmo conduciría la furgoneta con Patxi como acompañante, y Jon llevaría el Golf blanco como vehículo de "lanzadera" Una vez en San Sebastián, alojarían a los tres reclusos en el domicilio de Victor Valderrama hasta que la organización tuviera preparado el paso de los etarras a Francia o la infraestructura necesaria para que se quedasen en España, con lo que se formaría, así, un nuevo comando de "liberados" El plan era audaz y ahora la Guardia Civil creía saberlo casi todo. Pero faltaba lo más esencial, descubrir el lugar donde se hallaban los principales integrantes del comando. El capitán "Mic" telefoneó al capitán "Cab" e inmediatamente éste comenzó con sus hombres la búsqueda de Patxi y Anselmo por todo Madrid. Se preguntó en las empresas de alquiler de helicópteros sin resultado positivo. Se controló el hostal donde se habían alojado en su anterior viaje y tampoco se sacó nada en claro.

Mientras se planificaba el servicio para tratar de hallarlos, el coronel llamó por teléfono al director general de la Guardia Civil y le informó de la existencia de unos planes concretos de E.T.A. para llevar a cabo la fuga de tres criminales de la prisión de Ocaña 1. Por su parte, el director general de la Benemérita informó del tema al secretario de Estado para la Seguridad, Rafael Vera, y al Ministro del Interior, José Luis Corcuera. La noticia debió llegar también, por lógica, al Ministerio de Justicia del que depende la Secretaría General de Asuntos Penitenciarios. El asunto, por lo tanto, se conocía ya en Madrid.

Los agentes del Servicio de Información de la 513 Comandancia multiplicaban sus esfuerzos para tratar de obtener el más mínimo indicio sobre el paradero de los cuatro terroristas desaparecidos. En el ambiente se respiraba tensión, pero en ningún caso angustia, ya que habían sido muchas las ocasiones en que estos agentes había perdido la pista de terroristas a los que estaban vigilando.

Al elaborar una valoración profunda de todos los datos de que se disponían, se plantearon tres hipótesis sobre lo que podría ocurrir en los próximos días o semanas:

A) Se podía permitir que intentasen la toma de tierra del helicóptero en el patio de la prisión. Cuando se encontrasen ahí, agentes de la Unidad de Intervención Especial (U.E.I.) de la Guardia Civil procederían a la detención de los terroristas y a la liberación del piloto. Para ello, incluso, se podría llenar el patio de agentes de la Benemérita que simulasen ser reclusos mientras los auténticos presos permanecían en sus celdas. A continuación, se detendría al resto de los componentes del comando. El golpe sicológico infringido a la dirección de E.T.A. y la desmoralización consiguiente del ya debilitado grupo de presos hubiera supuesto una baza muy importante en la lucha antiterrorista.

B) Otra opción consistía en solicitar de las autoridades penitenciarias la alteración de los horarios y régimen de vida general de todos los presos de Ocaña 1, de modo que si el helicóptero llegaba a tomar tierra en el patio del penal se encontraría con que ningún convicto etarra podría subir al mismo. E incluso se podría permitir que el helicóptero se alejase sin más. Antes o después el comando regresaría a Guipúzcoa para retomar su vida normal, momento en que serían detenidos. Y además se contaría con una prueba más para presentarla ante la Justicia: el piloto del helicóptero podría reconocer a sus secuestradores.

C) En el peor de los casos, si conseguían su propósito de recoger a los tres presos etarras, tampoco dispondrían de escapatoria alguna. Antes o después llegarían a Guipúzcoa confiados en que con sus datos falsos de identidad y la descripción facilitada por el piloto sería imposible identificarles. Pero la Guardia Civil procedería entonces a su detención.

Sin embargo, todas estas hipótesis de trabajo, los sacrificios que durante meses habían padecido los agentes intervinientes en la operación e incluso los peligros a los que se habían expuesto, cayeron en el saco roto de la desilusión debido a unas filtraciones periodísticas. Quizá, tras la publicación de este libro, las personas que realizaron estas filtraciones deberían dar una explicación a los miembros de la Guardia Civil de la 513 Comandancia, explicación que debería hacerse extensiva a toda la opinión pública, sobre las razones que llevaron a arruinar por completo una de las más brillantes operaciones antiterroristas planificada por la Benemérita, al tiempo que se ponía en peligro la "Broma-Queso" que se desarrollaba en Francia.

Lo peor que podía suceder ocurrió. Desde el Ministerio del Interior se filtró a los distintos medios de comunicación la noticia de que se había detectado la salida de un grupo de etarras guipuzcoanos hacia Madrid o Valladolid. Y todo ello se relacionaba con la sustracción de algún material de uso exclusivo de personal de Renfe en una estación. Estas filtraciones se produjeron los días 4,5 y 6 de marzo. En San Sebastián, los investigadores se subian por las paredes. ¿Cómo era posible que se pasasen a los medios de comunicación datos operativos que debían mantenerse en el más absoluto secreto?. Ni siquiera se justificaban estas filtraciones en la política de "curarse en salud" porque - pensaban los agentesresulta muy fácil, cuando se produce un atentado, decir después que los responsables de Interior o Defensa, en su caso, ya habían advertido de la posibilidad de que se cometiera una acción criminal.

Además, daba la "casualidad" de que Patxi, Anselmo, Jon, Victor y Alberto también solían leer la prensa, escuchar la radio y ver los telediarios. Incluso algunos días se había observado que Patxi compraba dos periódicos (Egin y El Diario Vasco).

Sin ningún género de dudas, sabrían que la noticia se refería a ellos porque se citaban expresamente las ciudades de Madrid y Valladolid. Desde los tiempos en que funcionarios de la Brigada Central de Información del Cuerpo Nacional de Policía habían frustrado algunas importantes operaciones de la Guardia Civil, como una que se iba a desarrollar en la localidad navarra de Elizondo, y que era básica para descubrir el aparato ''mugas'' de E.T.A., nada tan desmoralizante había ocurrido en Intxaurrondo. Los miembros de la Guardia Civil hablaban de la necesidad de exigir responsabilidades, incluso ante los órganos judiciales.

Pero cuando aún se encontraban inmersos en la sorpresa e indignación que había producido la citada filtración, nuevos datos iban saliendo a la luz. Los responsables de la operación se llevaban las manos a la cabeza.

Se dio a conocer, a través de un periódico de difusión nacional, el nombre de un recluso que iba a ser liberado, y en concreto se citó la prisión de Ocaña. Los días 13 y 14 de marzo aparecieron puntualmente explicados todos los planes del comando para liberar a ''Fermín'' y compañía. No se perdía ni siquiera un detalle. Incluso se publicaron cosas que el coronel había hablado con "Bruno". Algunas de ellas tenían la calificación de "secreto", como el hecho de que los abogados de Herri Batasuna hubieran hecho llegar a "Txelis" una carta escrita por los tres presos. ¿Quién se estaba beneficiando de todo ésto?, se preguntaban los agentes al tiempo que, no sin cierta ironía, comentaban que quizá podría tratarse de alguien que se las quisiera dar de gran experto en la lucha contraterrorista. Lo cierto es que los combatientes de base en la lucha contra E.T.A., los guardias, los cabos, los sargentos, etcétera, no daban crédito a lo que estaba sucediendo. Algunos llegaron a exponer a sus oficiales que estaban pensando en la posibilidad de solicitar otro destino.

Ya habían transcurrido dos semanas completas sin que los componentes del comando dieran señales de vida. Se podía dar por seguro que se habían enterado que estaban siendo investigados, lo que se comprobó con posterioridad, una vez que fue desarticulado este comando el 9 de mayo y se conoció que se denominaba "Askatu". Fue rebautizado por la Guardia Civil como comando "Mako". Con este término designan los etarras a la cárcel. Asimismo, entre los papeles incautados a "Txelis" en sus "oficinas" de Bayona estaba la carta que le había remitido Patxi y en la que le daba cuenta de la preocupación surgida entre los etarras ante las filtraciones periodísticas.

 

CAPITULO XIV

"TXANTXANGORRIA"

En el curso de la operación "Broma-Queso", las principales sospechas sobre el probable lugar de reunión de la cúpula etarra se habían dirigido al hotel Les Pyrenées. Sin embargo, la situación cambiaría de raíz a partir de que se fueran conociendo datos sobre el caserío de Arcangues.

Los especialistas en Elaboración de Inteligencia no hacían más que reflexionar sobre el significado de la reunión que "Txelis" había mantenido con otras personas a partir de las 19:00 horas del sábado 15 y que se prolongó durante más de 24 horas. El lugar se llamaba "Txantxangorria" y se encontraba en un camino mínimamente transitado de Arcangues. Mientras estos agentes discurrían, otros realizaban un completo reportaje fotográfico sobre el inmueble y efectuaban un amplio reconocimiento de la zona y de sus proximidades.

El caserío lo componían dos edificios y una piscina. El principal, destinado a vivienda, era una construcción de estilo típicamente vasco aunque dotado de todas las comodidades y todas las ventajas de las construcciones modernas. Constaba de dos plantas y poseía chimenea. Separado de la casa principal, el otro edificio se empleaba como garaje. En cuanto a la finca, la circundaba completamente un seto de considerable altura que impedía toda visión desde el exterior hacia el interior. El acceso a la carretera estaba franqueado por una puerta que debía ser abierta o cerrada manualmente cada vez que entrase o saliese algún vehículo. Como medida de seguridad añadida, habia varios perros y al menos uno de ellos siempre estaba suelto.

La descripción del caserío no era ociosa. Cuando los hombres del gabinete del Servicio de Información, los especialistas en Elaboración de Inteligencia, recibieron el reportaje que les entregaron los agentes operativos, rápidamente fueron a buscar un legajo que se guardaba en uno de los archivos. Al guardia segundo H.1) algo le decía que "Txantxangorria" podía ser el caserio que más se estaba buscando en esos meses. Abrió el legajo en cuya portada figuraba la leyenda "Paso al Interior", y comprobó que muchas de las características del caserío coincidían con las que los últimos "liberados" de E.T.A. detenidos por la Guardia Civil dijeron que tenía la última casa en la que habían pernoctado en Francia. Allí era donde "Pakito" les daba instrucciones al tiempo que les entregaba las armas, el dinero y la documentación falsa. Después, habían cruzado la frontera y pasado a España.

La conclusión a la que se acababa de llegar suponía un avance enorme: ese caserío era el que se estaba utilizando en los últimos meses para las reuniones de "Pakito" con los etarras que iban a pasar a España de modo inminente para articular comandos de 1iberados". A partir de ese caserío sería posible detectar, por un lado, la formación de los comandos que fuesen a entrar en España y, por otro, la presencia del cabecilla etarra.

En principio, lo lógico y más operativo era trabajar el asunto a medio plazo y lograr la detención de varios comandos y algunos dirigentes. Sin embargo, factores externos a la propia dinámica de E.T.A. y a la estrategia trazada por los investigadores forzaron a un cambio urgente de los planes. Las desafortunadas filtraciones periodísticas sobre la fuga de Ocaña obligaron a una reunión urgente en Intxaurrondo el miércoles 4 de marzo. Los oficiales del Servicio de Información se reunieron con el propósito de evaluar los daños que presumíblemente podía causar el bombardeo de filtraciones sobre la operación "Broma-Queso", así como definir la nueva estrategia a seguir después de lo sucedido. Hubo común acuerdo en que si las noticias que estaban apareciendo en la prensa de Madrid eran recogidas por el periódico "Egin", llegarían también a "Txelis". Eso haría reflexionar al cabecilla terrorista y no tardaría mucho en suponer que si la Guardia Civil había tenido vigilado a Patxi en los últimos días, alguna de sus citas con este individuo había sido detectada. Y ello debería conducir a "Txelis" a ocultarse en algún lugar desconocido para la Benemérita. En el momento que eso ocurriese, y había una muy alta probabilidad de que fuera así, todo el trabajo de los meses anteriores se hubiera echado a perder. Pero lo peor no sería dar por inútiles los continuados sacrificios y los millones de pesetas invertidos en la operación, sino el haber cortado de raíz toda posibilidad de acceso a la cúpula etarra, cuya detención, por otra parte, pedía a viva voz la sociedad española. Los investigadores no podían hacer nada para evitar que "Txelis" también se ocultase, del mismo modo que habían hecho Patxi, Anselmo, Víctor, y Jon, salvo detenerlo. Se vio con claridad que acababa de iniciarse una cuenta atrás que necesariamente finalizaría con el arresto del cabecilla a corto o medio plazo.

Se cumplían dos meses de vigilancia sobre "Txelis" cuando se decidió que su detención comenzaba a ser urgente. Y el calendario no detenía su inexorable camino. Ya habían transcurrido casi veinte días desde que "Casco" mostrara a los investigadores la carta que ahora ellos se guardaban en la manga: "Txantxangorria".

Era previsible que en un plazo de diez días volviese a repetirse la reunión que se suponía que habían celebrado algunos máximos cabecillas a mediados del mes anterior en el caserío. Esta suposición se fundamentaba en el conocimiento que la Guardia Civil había adquirido sobre los metódicos y regulares movimientos de '7xelis". Si en el fin de semana central de mes había acudido a Arcangues, no sería absurdo pensar que en el fin de semana central del mes siguiente pudiera volver a suceder los mismo. Además, existía un dato significativo: Los "liberados" del comando "Vizcaya" se habían entrevistado con "Pakito" en ese caserío en el fin de semana central del mes de diciembre de 1991 y los del comando "Nlugarri", en el de enero de 1992.

El capitán 'Mc" expuso al coronel Rodríguez Galindo la necesidad de comenzar los preparativos para llevar a efecto la detención de '7xelis" en un corto plazo de tiempo y contando con que existía la probabilidad de que se celebrase una reunión de alto nivel en el caserío de Arcangues los días 14-15 de marzo. El coronel, tan apesadumbrado por las filtraciones periodísticas como sus subordinados, asumió las conclusiones de sus oficiales y ordenó que se estudiase el modo de informar a las autoridades francesas de la posibilidad de detener a un cabecilla etarra y mantener al mismo tiempo la clandestinidad de las investigaciones. También decidió que la explotación de la operación, que no podían llevar a cabo los guardias civiles por carecer de competencias legales en un país extranjero, se realizarían conjuntamente con la Policía Judicial francesa si aceptaban una serie de condiciones. Se eligió a ese cuerpo policial francés, y no a otro, porque era el que en los últimos dos años había mantenido una colaboración más asidua con la Guardia Civil de Guipúzcoa, en especial gracias al director regional de la Policía Judicial en Burdeos, comisario Montoux.

A la mañana siguiente, jueves 5 de marzo, el capitán "Mic" y el cabo "T" se desplazaron hasta las dependencias de la Policía Judicial de Bayona para entrevistarse con el jefe de esa Unidad, comisario Abrivat. La conversación se mantuvo en el mismo tono de cordialidad de siempre. En los dos últimos años, los contactos entre agentes franceses y españoles habían sido casi diarios. El comisario Abrivat sabía por comentarios que la Guardia Civil se estaba moviendo mucho por los alrededores de Guéthary, pues algo había oído sobre el radiotransmisor encontrado en la playa de Cenitz. Por eso no se sorprendió cuando el capitán le abordó abiertamente: "Mira, un confidente va a llamarnos un fin de semana de estos para decirnos el nombre de un caserío donde puede estar Múgica Garmendia. Necesitamos que estés pendiente y localizado para que cuando te avisemos vayas a detenerle". Como existían precedentes en los que situaciones similares se habían repetido y las cosas habían sucedido del modo previsto por los agentes del S.I.G.C., el comisario dio un respingo en la silla. Veía ante sí la posibilidad de pasar a la historia como uno de los artífices de la detención de "Pakito". No duró mucho la conversación. Aunque no existían la absoluta seguridad de que el terrorista más buscado, tanto en España como en Francia, fuera a encontrarse en el mismo caserío, decidió intentar lo que se le pedía. A partir de ese momeno tendría permanentemente localizados durante los fines de semana a sus hombres más leales. A cambio de la información que la Guardia Civil le iba a proporcionar y que le convertiría en el policía más famoso de Francia, el capitán "Mic" le impuso ciertas condiciones, que él aceptó, dirigidas a desvelar algunos secretos que la banda guardaba celosamente: la posibilidad de interrogar a "Pakito'' sobre el comando que robaba los coches en Guipúzcoa para que otros terroristas los utilizasen como coches-bomba y los comandos que actuaban en Madrid y en el litoral mediterráneo.

El capitán regresó a Intxaurrondo satisfecho. No habría ningún problema para realizar las correspondientes detenciones cuando el coronel lo decidiese. Además, había quedado en el silencio la labor clandestina del grupo del teniente "Hiru". A partir de ese momento serían los propios acontecimientos los que motivarían las decisiones que se fueran adoptando. Y así fue.

Dos días más tarde, sábado 7 de marzo, "Taxi" paró en la Residencia Elizaldía de Guéthary para recoger a "Casco". Con el Citroén BX de la madre de Lassalle, se trasladaron hasta el Bricobidart, donde a las 13:30 horas se reunieron con el dueño del centro comercial. Una vez más uno de los movimientos del cabecilla etarra daría que pensar a los investigadores. Al cabo de pocos minutos, los dos visitantes subieron en un Citroén XM ranchera, de color verde oscuro, con matrícula 7300-TV-64. El vehículo figuraba a nombre de Philippe Gilbert Marie Puyfoulhoux, principal accionista de la empresa. Si prestaba su vehículo a "Txelis" no cabía duda de que tenía que saber más de lo que a primera vista parecía. El Bricobidart cobró una importancia diferente. Dejó de ser considerado como un mero lugar utilizado por "Casco" para sus brevísimas citas con el dirigente de LAB. Horas más tarde, sobre las 19:30, este empresario sería visto entrando en su domicilio de los apartamentos Phenzoa de Bidart. En la tarde de ese mismo sábado, "Taxi" trasladaría a "Casco" a su propio domicilio, en la casa, "Nausi Enea" de Ascain y a la Residencia Les Pastorelles de Bayona, donde apenas estuvieron media hora.

El domingo sorprendería con una novedad. Lassalle se desplazó con el BX de su madre hasta Pau y estacionó en el parking privado del número 142 de la Avenida de Jena Mermoz cuando daban la una de la tarde. Entró en el inmueble por una puerta trasera y no salió más que para efectuar una sospechosa llamada telefónica desde una cabina pública. Luego regresó al edificio. A las 18:42 horas, le dejaron en el aeropuerto de Pau y cogió un avión con destino a París. Después de todo lo que se habían movido "Casco" y él en el día anterior y de la poco usual visita del cabecilla etarra al domicilio particular de su chófer, los investigadores llegaron a pensar si el viaje no estaría motivado por la necesidad de que el vecino de Ascain hiciese de correo - como en otros tiempos- y transportase papeles de la máxima confiden­cialidad a París. Quizá se trasladase hasta allí para recoger docu­mentos de identidad falsificados en alguna imprenta parisiense. Otros componentes de la Unidad albergaron con desilusión la sospecha de que "Taxi" hubiera preferido "cambiar de aires" durante unos días ante la avalancha de filtraciones periodísticas. Al subir al avión, tan sólo portaba dos bolsas de viaje pequeñas.

Continuaron apareciendo en prensa, noticias sobre el intento de fuga de Ocaña 1. El malestar entre los expertos de la Guardia Civil era generalizado. Y en medio de ese ambiente llegó el fin de semana central del mes de Marzo. Era domingo, día 15.

A las 12:23 horas, "Taxi", que había regresado de París recogió a "Casco" en el hotel Les Pyrenées. Para variar, había traí­do un nuevo vehículo, el cuarto que se le veía utilizar. En esta ocasión se trataba de un Peugeot 309, con matrícula alemana MZG:CH.533. Se trasladaron a la Residencia Les Pastorelles de Bayona, donde estuvieron ocho minutos. Regresaron al vehículo y por carreteras secundarias se dirigieron a Arcangues. A medida que el Peugeot 309 se iba aproximando al caserío "Txantxangorria", la tensión de los agentes fue "in crescendo". Al filo de la una de la tarde, entraron en el recinto del caserío. Una hora después, "Taxi" abandonaría el lugar mientras "Casco" permanecía allí.

Las noticias fueron llegando vía radio o vía teléfono al Centro de Comunicaciones del Servicio de Información. El silen­cio que en ese plácido mediodía no laborable se respiraba en la mayor parte de las dependencias oficiales se convirtió en un bulli­cio constante. El capitán "Mic" informó de lo ocurrido al coronel y llevaron a efecto un rápido pero profundo análisis de la situación. Con toda seguridad, se encontraba "Txelis" en el interior del caserío. No se podía afirmar con rotundidad que dentro estuviera ningún otro cabecilla, ni mucho menos que estuviese identificado alguno, pero había indicios suficientes para suponer la celebración de alguna importante reunión. Por una parte, había varios vehículos no habituales en el caserío y, además, se detectaba una actividad anomal dentro. Considerando esos indicios, el coronel Rodríguez Galindo decidió que había llegado el momento de intervenir. Todos los agentes del Servicio de Información que en ese momento atendían a investigaciones relativas a otras operaciones, suspendieron sus actividades y fueron convocados en su base para atender a los apoyos que requiriese el desarrollo de las detenciones. Del mismo modo, las fuerzas del Grupo Antiterrorista Rural fueron puestas en estado de máxima alerta. Aquél domingo dejaba de ser un día de descanso.

El comisario Abrivat fue avisado a las 15:30 horas. Se le comunicó que el confidente había llamado y había explicado dónde se encontraba el caserío en el que posiblemente en ese momento pudiera ser detenido "Pakito". La Guardia Civil no dio más datos al policía francés por razones de seguridad. Abrivat se puso manos a la obra para localizar en la tarde de aquél día festivo al grupo de hombres de su mayor confianza, tarea que no debió resultarle nada fácil. Hora y media más tarde, el grupo ya se encontraba reunido n las dependencias de la Policía Judicial de Bayona, a donde acudió el capitán "Bonsai", que abandonó temporalmente la zona de Arcangues. Abrivat había reunido a siete u ocho hombres, número de efectivos insuficiente para llevar a cabo la intervención e acuerdo con la información que el capitán proporcionó sobre el inmenso caserío. Por ello, dispuso la movilización de más efectivos policiales. El capitán "Bonsai" explicó en ese momento, en medio de una gran excitación, lo que había ido sucediendo a lo largo del día. También dijo por vez primera el nombre que tan celosamente había guardado en secreto la Guardia Civil: "Txantxangorria". Les explicó que se encontraba en Arcangues y les apremió para conducirlos hasta allí antes de que finalizase la reunión. Mientras se seguían estos trámites, "Taxi" entraba en el caserío con el Peugeot 309. El tiempo corría en contra de los servidores de la Ley porque la llegada de Lasalle podía significar que la reunión estaba próxima a su fin. A las 17:45 horas se presentaron más efectivos y el comisario francés comenzó la planificación de la intervención, distribuyendo medios y misiones entre sus hombres. A las 18:30 horas se inició el movimiento hasta la cercana localidad donde en ese momento E.T.A. celebraba una de sus reuniones de más alto nivel. Cuando aún no se había completado el cerco sobre la vivienda, a las 19:11 horas, salieron rápidamente dos vehículos en dirección a Ustaritz y uno en dirección a Saint Pee Sur Nivelle. Uno de ellos era un Opel Corsa de color granate cuya matrícula no pudo ser anotada por completo. En muy malas condiciones de visibilidad, porque estaba anocheciendo, el teniente "Hiru" anotó 4169-S?-64. Ante la rápida dispersión de los asistentes a la reunión, el capitán---Bonsai" informó vía radio a---J-V y éste determinó paralizar la intervención. En consecuencia, el comisario ordenó retirar el dispositivo de intervención y regresó a Bayona. Durante el trayecto, le asaltaron algunas dudas sobre lo que había sucedido.

CAPITULO XV

"D´ACCORD"

El comisario Abrivat estaba confundido. Le habían llamado de Intxaurrondo para que movilizase a sus hombres en la tarde de aquel domingo. Una vez movilizados, la misma persona que había solicitado la detención inmediata había decidido paralizarlo todo. Y no se había manifestado el menor descontento por parte de los agentes españoles. ¿Cómo podía tener la Guardia Civil esa seguridad en que habría mejor ocasión para practicar las detenciones? ¿De verdad era un confidente el que facilitaba la información? Pronto encontraría respuesta a sus inquietudes el joven jefe de policía francés.

Con anterioridad a esa noche, un mes antes había tenido lugar una cumbre hispano-francesa. El 17 de febrero se reunieron en Chamberí, en la proximidades de Albertville, donde en esos momentos se estaban celebrando los Juegos Olímpicos de Invierno, varios altos cargos de los Ministerios del Interior de España y de Francia. Entre los asistentes figuraba el Secretario de Estado para la Seguridad, Rafael Vera. En la agenda de trabajo se incluían temas relacionados con la seguridad de los acontecimientos internacionales de 1992, organizados por España, y algunos aspectos de la deseada colaboración francesa en la lucha contra E.T.A..

Respecto de esta última materia, los responsables franceses rechazaron de plano la propuesta española de constituir grupos de trabajo mixtos para las labores operativas. Como reflejo de esta reunión política, cuatro días más tarde se convocó otra similar, pero de carácter más profesional, en la localidad francesa de Pau. Entre los asistentes estaban el coronel Rodríguez Galindo y el comisario Roger Bosslé, coordinador de la lucha antiterrorista en el Departamento de los Pirineos Atlánticos. Se habló, como siempre, acerca de la conveniencia de intensificar la cooperación para lograr la detención de los dirigentes etarras que residián en el sur de Francia. Por el carácter secreto de la misma, el coronel no mencionó para nada la operación "Broma-Queso".

El ritmo acelerado de las circunstancias que concurrirían en las semanas siguientes y en especial en la primera quincena de marzo, llevaría a que una de las operaciones más celosamente guardadas por la Guardia Civil fuese perdiendo poco a poco su clandestinidad.

Uno de los factores que forzaron el cambio fue la pérdida del radiotransmisor en la playa de Cenitz el 15 de Febrero. Nadie podía imaginar que este hecho traería tan graves quebraderos de cabeza. Resultó que los niños que habían encontrado el aparato lo entregaron a alguien que, a su vez, lo llevó a la Gendarmería Nacional de Bayona. Dado que en épocas pasadas se habían realizado numerosas e importantes operaciones conjuntas, uno de los gendarmes lo identificó como uno de los aparatos de transmisiones habitualmente utilizados por la Guardia Civil. A título particular y de modo extraoficial, otro de los gendarmes llamó por teléfono a Intxaurrondo para comunicar que había llegado a sus manos el radiotransmisor. El cabo "T" contestó que era suyo, que se lo habían robado del interior de su vehículo hacía unos días. El cabo sintió un cierto alivio al volver a saber del paradero del aparato.

¡Al menos no había caído en manos de E.T.A.!. Había acabado en un cuartel de la Gendarmería, que casi era lo mejor que podía ocurrir.

Unos días más tarde, el capitán 'Mc" y el cabo "T" efectuaron una visita al capitán Marechal, comandante de la Compañia de la G.N.F. de Bayona. Le explicaron las circunstancias en las que el aparato le había sido supuestamente substraído al cabo "T" del interior de un vehículo y el militar francés lo encontró todo conforme. En razón de las buenas relaciones habituales entre los dos Cuerpos, dio todo tipo de facilidades a los agentes españoles. Les dijo que aún no habían dado cuenta al procurador (el Fiscal) ni habían instruído ningún tipo de diligencias. Eso sí, decidió informar a su superior de la decisión que había tomado de devolver el transmisor a los guardias civiles y dar por zanjada la cuestión. El capitán Marechal telefoneó al coronel Huron a Pan. Cuando le explicó las circunstancias, el coronel encontró muy acertada la decisión de su capitán. Es más, ordenó que el aparato fuese devuelto a sus dueños sin dilación. El capitán pidió que le trajesen el objeto en cuestión para terminar todos los trámites y se encontró con que lo tenía guardado un teniente que en ese momento no se encontraba allí. Ante la imposibilidad de llevarse consigo el aparato, los agentes españoles quedaron en volver otro día y regresaron a San Sebastian.

Al cabo de unos días, un agente del Servicio de Información se personó en el cuartel de Bayona. Y ocurrió lo que menos se esperaba. No sólo no le entregaban el aparato sino que le exigían responsabilidades. La razón de este cambio estaba en el mencionado teniente francés, que había decidido por su cuenta informar al procurador. Haciendo caso omiso de las órdenes de sus superiores y únicamente guiado, al parecer, por cierta inquina personal que mantenía hacia el cabo "T" de la Guardia Civil, había instruído unas diligencias y las había entregado al procurador. Además, para tratar de implicar a los guardias civiles al máximo posible, había incluído la identidad completa del cabo y del capitán en las citadas diligencias. El ambiente se enrareció extraordinariamente. Ni los superiores, ni los subordinados del teniente alcanzaron a comprender la finalidad de este modo de actuar. Para ellos, lo lógico era haber devuelto el aparato a sus dueños. De hecho todos sabían perfectamente que en más de una ocasión los agentes de la Guardia Civil entraban en suelo francés con transmisiones españolas puesto que habían trabajado en conjunto muchas veces. Además, estaba muy claro que los españoles no pasaban a Francia para delinquir, sino para combatir el terrorismo de E.T.A..

Finalmente, el procurador no le dio mayor importancia. Solicitó que algún componente de la Guardia Civil firmase un documento en el cual se responsabilizase del aparato en cuestión y afirmase que era suyo. Una vez hecho eso, ordenaría a los gendarmes que devolvieran el objeto que tantos problemas había suscitado.

Cuando se encontraban en ese estado los trámites relativos al radiotransmisor y acababa de terminar la batería de filtraciones periodísticas, a mediados de marzo, fue cuando se produjo el intento fallido de detener a la cúpula etarra en el caserío "Txantxangorria". El comisario Abrivat se había marchado muy pensativo. Los agentes españoles se dieron cuenta de las sospechas del policía francés y se pensó que lo más conveniente sería analizar una serie de cuestiones para evitar sorpresas desagradables.

Al día siguiente, lunes 16 de marzo, los capitanes del servicio de Información expusieron a "J- 1 " si había llegado el momento de informar a la Policía Judicial francesa o no. Una cosa estaba clara; si el día anterior los hombres de Abrivat habían tardado tanto tiempo en reunirse y desplegarse, lo cual había dado lugar a que se  disolviera la reunión antes de que se estuviera en condiciones de intervenir, no había sido por un error suyo. Había sucedido porque no habían estado al tanto de la operación, porque no se les había facilitado suficiente información en el momento oportuno. Si hubieran conocido al dedillo los caminos, los caseríos, los vehículos de los terroristas, cte.., no se hubieran dilatado tanto las cosas. En cualquier momento podía presentarse una ocasión similar, en 'Txantxangorria"o en cualquier otro lugar. Por tanto, parecía de vital intéres que se les pusiera al día, si no de toda la operación, al menos de lo que pudiese ser importante para la realización de la misma. Por otro lado, las investigaciones habían avanzado mucho en los dos meses y medio que llevaba abierta la operación "BromaQueso", hasta el punto que nunca se había reunido tanta información en una operación antiterrorista en el país vecino. Sin embargo, había muchos datos que escapaban del control de la Guardia Civil. Se había estado trabajando de forma clandestina en un país extranjero, lo cual supone la imposibilidad de actuar del mismo modo que en España. Muchos datos estaban allí, al alcance de la mano, pero era imposible obtenerlos sin colaboración francesa. Era factible obtener mucha información a través de actividades operativas y confidencias pero no existía posibilidad material de emplear medios de investigación tan sencillos como las intervenciones telefónicas, la consulta de archivos y registros públicos o el acceso a las bases de datos del Estado. Por poner un ejemplo, sin el apoyo de algún cuerpo policial francés resultaba muy dificil conocer la identidad de los gerentes del hotel Les Pyrenées, o averiguar a quién llamaba "Txelis" por teléfono cada vez que salía del hotel. Sin la ayuda de los franceses, se podía seguir avanzando mucho como había sucedido hasta ese momento, pero con su ayuda se podría avanzar mucho más siempre que aceptasen trabajar en unas determinadas condiciones. Por último, como los integrantes de todos los cuerpos policiales franceses comentan las cosas entre sí,  cada día que pasaba era mayor la probabilidad de que llegase a los oídos de algún agente de la Polícia Judicial que a la Guardia Civil le habían robado un radiotransmisor en Guéthary. Si eso sucedía, las consecuencias podrían ser imprevisibles. El comisario Abrivat era como uno más en Intxaurrondo desde hacía años y los miembros de la Guardia Civil especialmente dedicados a "las relaciones exteriores", como el cabo "T", se encontraban en las dependencias de la Policía Judicial de Bayona como en su casa. Por encima de todo había que mantener la confianza. La fidelidad Intxaurrondo-Bayona, había sido absoluta hasta ese momento y no se podía defraudar ni a Abrivat ni a sus hombres.

El Coronel Rodríguez Galindo decidió que habría que plantearle al comisario Abrivat la posibilidad de realizar una operación conjunta que, para garantizar el secreto de las investigaciones y evitar las perniciosas y frecuentas filtraciones, se mantuviera exclusivamente en el ambito San Sebastían-Bayona, sin informar de datos operativos ni a Madrid ni a París, ni al coordinador de Pau. Desgraciadamente, la frustrante experiencia que los dos jefes policiales habían vivido en los prolegómenos de la detención de "Baldo" obligaba a adoptar este tipo de medidas. En aquella ocasión, se habían mantenido las investigaciones en secreto durante un mes y medio sin ningún problema. Sin embargo, a los dos días de que los máximos responsables de Madrid y Pau tuvieran conocimiento de las investigaciones, se produjeron unas filtraciones en el entorno de los refugiados que motivaron la detención precipitada de "Baldo". A Abrivat se le podía hablar con franqueza. Por ello, habría que decirle que ya se contaba con datos más que suficientes que, sin lugar a dudas, conducirían a la desarticulación de la dirección de E.T.A. Las condiciones que tendría que aceptar para que esos datos le fuesen facilitados serían las siguientes: La decisión última para intervenir la tomaría el coronel Rodríguez Galindo; la dirección del servicio la llevarían de forma conjunta el comisario Abrivat y los capitanes del S.I.G.C.; los equipos de Elaboración de Inteligencia y de Seguimiento de la Operación serían mixtos; los grupos de vigilancia serían los españoles con la asistencia de uno o dos miembros de la Policía Judicial para responder ante cualquier eventualidad.

Una vez acordado todo esto, en la tarde de ese mismo día se trasladaron a Bayona el capitán "Bonsai" y el cabo "T". Su intención era discutir en privado con el comisario Abrivat las condicíones para iniciar la operación. Sin embargo, como había muchas personas en su despacho, prefirieron posponer la propuesta para otro momento más adecuado. Lo que si se analizó fue todo lo que había sucedido el día anterior. Tal y como temían los guardias civiles, Abrivat no había quedado muy convencido de que los españoles hubieran obtenido la primera noticia sobre el caserío pocos minutos antes de que le avisaran. Para salvar la situación, los agentes le dijeron que habían obtenido la noticia unas horas antes pero no la habían comunicado para dar tiempo a que el confidente se alejase de la zona y no fuera detenido. El policía no pareció quedarse muy convencido, pero no preguntó nada más al respecto.

Al día siguiente, un nuevo suceso vino a ensombrecer el panorama. Aunque el procurador de Bayona no había dado importancia al episodio del radio transmisor, sí había elaborado un documento de carácter meramente informativo, que había dirigido a la Prefectura de Pau. Allí, el documento fue leído por Roger Bosslé. Al hombre que luego aparecería en las ruedas de prensa como artífice de la detención de "Artapalo", le faltó tiempo para descolgar el teléfono y llamar directamente al coronel Rodríguez Galindo. En Intxaurrondo sorprendió la llamada porque, pese a la existencia de operaciones conjuntas con las fuerzas de seguridad francesas, Bosslé nunca se había tomado la molestia de telefonear para informarse o para discutir ninguna cuestión importante. Y ahora lo hacía para exigir toda clase de explicaciones que le tendría que dar personalmente el coronel Rodríguez Galindo. "J- 1 ", muy diplomático, tranquilizó al político francés diciéndole que se informaría al respecto y que, según tenía entendido, se trababa de un mero incidente debido a que al cabo "T" (a quien Bosslé conocía) le habían robado el aparato del interior de su vehículo cuando realizaba unas compras en unos grandes almacenes. Según ciertas informaciones a las que han tenido acceso los autores de esta obra, parece que Bosslé ordenó a la Dirección de Seguridad Territorial (D.S.T.) que abriese una investigación, que estudiase el aparato para conocer sus frecuencias y que a partir de ese momento todo vehículo susceptible de pertenecer a la Guardia Civil fuese identificado por los miembros uniformados de las Compañías Republicanas de Seguridad (C.R.S.) y de la Policía del Aire y de las Fronteras (P.A.F.).

Dos días después del primer intento, hubo ocasión para plantear la cuestión más espinosa. Fue el miércoles, 18 de marzo, cuando los capitanes "Mic" y "Bonsai" quedaron para comer con el comisario Abrivat en un restaurante de Irún. También les acompañaba el cabo "T", que no soltaba ni un minuto la maleta de mano que portaba. Mientras comían, en el habitual ambiente de cordialidad existente entre ellos, los guardias civiles abordaron abiertamente al comisario y le expusieron la propuesta que tenían que hacerle. Abrivat, sorprendido por la seguridad con la que los españoles afirmaban que podían llegar hasta "Artapalo", pidió tiempo para pensarlo. Se jugaba mucho y arriesgaba también si accedía a la propuesta que le hacían. Al cabo de un rato, se mostró conforme: "D'accord". Estaba dispuesto, aceptaba. En medio de un gran optimismo, por primera vez desde comienzos de mes, comenzaron a explicarle puntualmente los pormenores de la vasta operación que habían venido desarrollando de forma clandestina. Se trasladaron a Bayona y el comisario reunió a los hombres que había designado para componer el equipo mixto de Elaboración de Inteligencia y seguimiento. Una vez explicados a grandes rasgos los principales hilos conductores de la operación, el cabo "T" puso sobre la mesa del comisario la maleta y la abrió. Cuando comenzó a sacar voluminosas carpetas se pudieron adivinar algunos gestos de admiración entre los policías franceses. Allí se almacenaban miles de datos en centenares y centenares de folios. Y los agentes galos eran conscientes del ingente esfuerzo que tenía que haber supuesto la obtención de toda esa información. Se les daba el trabajo prácticamente hecho.

  Por la experiencia de los últimos años, uno de los miembros de la Policía Judicial más asiduos de Intxaurrondo, el inspector J.L., fue el que se mostró más optimista: "Si Galindo dice que vamos a llegar a Pakito, es que vamos a llegar ". Como última decisión, el comisario se comprometió a lograr que un equipo del R.A.I.D. estuviera permanentemente localizado en Bayona los fines de semana y preparado para intervenir cuando lo decidiera "J-1". Su problema sería como justificar la necesidad de contar con una célula de esa Unidad, especializada en intervenciones rápidas y rescate de rehenes, puesto que sólo se podía emplear para la detención de delincuentes potencialmente muy peligrosos. Para conseguirlo, no tendría más remedio que informar a sus superiores de que un confidente suyo le avisaría en uno de los fines de semana próximos de la posibilidad de que "Pakito" se encontrase en una casa. Y todos, "D'accord".

CAPI TULO XVI

"EL CASERIO XILOCAN"

A finales de marzo, la tranquilidad volvió a los agentes M Servicio de Información de la Comandancia de Guipúzcoa. Varios factores coadyuvaban a ello. En primer lugar, había transcurrido casi una semana sin que se produjera ninguna filtración periodística. ¡Todo un record!. Eso daba pie a pensar que tal vez ya no hubiese ninguna más hasta el final de la operación. En segundo lugar, aunque las filtraciones habían echado a perder totalmente la Operación "Cantábrico", el hecho de que ni José Luis Alvarez Santacristina ni Philippe Lassalle-Astis hubiesen alterado lo más mínimo su ritmo de vida permitía suponer que se sentían seguros. En tercer lugar, la cobertura que proporcionaba la Policía Judicial francesa a las labores operativas de los agentes españoles garantizaba la ausencia total de los problemas que Bosslé podría crear mediante las órdenes que, al parecer, había impartido a la P.A.F. y a las C.R.S. En cuarto lugar, la moral de la Unidad subió gracias a la detención de los integrantes del cornando "Mugarri" y del arcipreste de Irún y de Fuenterrabía, José Ramón Treviño Aguírrebeña.

  Una copia de toda la documentación de la operación "Broma-Queso" fue entregada a los investigadores de la Policía Judicial francesa. Les fue proporcionada una copia de todo, sin sustraer siquiera un papel al conocimiento de los agentes galos. Estos, ansiosos por desentrañar los misterios que ocultaban aquellos archivadores repletos de toda clase de informes, devoraron la documentación. Se pusieron manos a la obra con una celeridad y una diligencia que sorprendió gratamente a los españoles y que no habían observado en ellos desde hacía más de un año, desde antes de que recibieran ordenes de París de dar preferencia a la lucha contra Iparretarrak (I.K.), con respecto a la lucha contra E.T.A.. Una de las cosas que más admiraron los franceses fue la capacidad de los miembros de la Guardia Civil para controlar las actividades de Lasalle-Astis, puesto que ellos lo habían dejado por imposible varios años atrás.

  Los frutos de la colaboración recién iniciada no se hicieron esperar. Al día siguiente, los hombres del comisario Abrivat ya habían recopilado muchísimos datos que dormían en sus archivos y los estaban incorporando a las correspondientes carpetas, como la identidad de todos los implicados en la trama, familiares de "Taxi", los gerentes del hotel Les Pyrenées, los propietarios de la Residencia Elizaldia de Guéthary, la persona que había alquilado la Residencia Les Pastorelles de Bayona -que resultó ser una hija de Dolores Berrouet, la dueña de Elizaldía- , los acaudalados propietarios de "Txantxangorria", los titulares de todos los vehículos sospechosos que de uno u otro modo habían intervenido, etc...

  Por la alta probabilidad de que la próxima reunión del comite ejecutivo de E.T.A. se volviese a celebrar en el caserío "Txantxangorria", todo lo referente al mismo se estudió con un interés especial. A esas alturas, los investigadores habían encontrado nuevos datos que inducían a descartar la hipótesis inicial de que en esa villa fuese donde los comandos obtuvieran su "graduación" antes de infiltrarse en España. No obstante, seguía teniendo un gran valor porque era indiscutible que allí se celebraban reuniones de un tipo muy especial. El comisario Abrivat se lo tomó con tanto interés que incluso solicitó el apoyo de un "Mirage" de reconocimiento de las Fuerzas Aéreas para que obtuviera unas fotografías. El aparato despegó de la lejana ciudad de Estrasburgo, a casi mil kilómetros de distancia y realizó un magnífico reportaje. En cuanto a los propietarios, se supo que el dueño era un hombre muy rico, que tenía en propiedad nada menos que cinco apartamentos en París. Su nombre era Antonio Martín Hasrispe, de 75 años que se había casado con una mujer húngara llamada Daisy Antoinette Paulette Wíngler-Hasrispe, cinco años más joven que él. El matrimonio tenía un hijo de 37 años, Francois Jean Harispe, que convivía con sus padres en "Txantxangorria". A los investigadores franceses no les resultaba desconocido del todo el anciano nacionalista, pues se sabía de su apoyo financiero a la Federación de lkastolas (SEAS KA), a la que entregaba mil doscientos francos anuales. Incluso había sido tesorero de la "Arbonako Gau Eskola AEK (la escuela nocturna de Euskera de Arbonne). Ni tampoco sorprendió demasiado a los investigadores franceses ni españoles que, haciendo una vez mas gala del cinismo que la caracteriza, la banda terrorista E.T.A. que se autodenominaba socialista y que tantos millones de pesetas de perdidas había ocasionado a las empresas vascas, hubiese escogido para celebrar las reuniones de su "Consejo de Administración", no la vivienda de un humilde trabajador, sino la impresionante villa de uno de los hombres más adinerado de la comarca. Mientras los militantes se pudrían en las cárceles, ellos disfrutaban de piscina y aire acondicionado.

  Una vez realizadas estas labores de identificación, los agentes franceses se personaron en el juzgado, y presentaron todos los datos e informes correspondientes. De ese modo, obtuvieron la correspondiente comisión rogatoria que posteriormente les permitiría realizar cuantos registros domiciliarios precisasen llevar a efecto, e intervenir los teléfonos necesarios.

  Cuando la colaboración hispano-francesa cumplía poco mas de una semana, un nuevo incidente vino a entorpecer las importantes labores de investigación. En tanto que Roger Bosslé había elevado una queja al ministro francés del Interior, Philippe Marchand, para que se pidiesen responsabilidades al coronel Rodríguez Galindo en relación con el asunto del radio transmisor, una patrulla de las Compañías Republicanas de Seguridad (C.R.S.) identificó el jueves 26 de marzo a los ocupantes de un vehículo camuflado de la Guardia Civil. Los agentes españoles, informaron a los policías uniformados que estaban trabajando en una operación conjunta con la Policía Judicial. Los franceses les pidieron todo tipo de datos, efectuaron algunas consultas por radio, y después de tres cuartos de hora, recibieron orden de marcharse de allí. Ese mismo día, el coronel Rodríguez Galindo estaba en Madrid. Había sido llamado al Ministerio del Interior, entre otras razones, para que informara sobre lo ocurrido con el radio transmisor. Bosslé había logrado su objetivo.

  Por su parte, la Guardia Civil tampoco descansaba un minuto. Se había decidido que en un plazo de tiempo inferior a un mes se llevarían a efecto las detenciones, cuando volviera a producirse una reunión en el caserío 'Txantxangorria". En consecuencia, era preciso realizar todos los preparativos necesarios para lograr, no sólo la detención de los cabecillas etarras sino el ingreso en prisión y la posterior condena firme de todos ellos y de todos sus colaboradores. En este terreno, las dificultades a superar eran enormes como siempre. Cada vez que se llevaba a efecto alguna detención en Francia, lo primero que hacían los agentes galos era informar de inmediato al cuartel de Intxaurrondo para que allí se gestionase con la Fiscalía de la Audiencia Nacional la solicitud de una orden internacional de busqueda y captura que debía llegar urgentemente al correspondiente Procurador francés. Esto, que a los ojos de cualguier ciudadano se presenta como un mero trámite administrativo, se convierte en muchos casos en un obstáculo insalvable, y la Policía francesa se ve obligada a poner en libertad a los terroristas.

  Conscientes de todo esto y de que no existía ninguna orden internacional de detención por parte de la Audiencia Nacional contra José Luis Alvarez Santacri stina, "Txelis", se dispuso que el teniente "Bl" realizase las oportunas gestiones ante la Fiscalía de la Audiencia Nacional aprovechando que el viernes día 27 de marzo, se encontraría allí para poner a disposición judicial al arcipreste de Irun. En la entrevista que mantuvieron el referido oficial y el teniente fiscal de la Audiencia Nacional, Eduardo Fungariño, éste preguntó al oficial de la Benemérita si es que la detención de "Txelis" se iba a producir de un modo inmediato. El guardia civil le respondió que no necesariamente pero que con todo seguridad se produciría a mediados de abril, a no ser que las circunstancias obligasen a adelantar la fecha del arresto porque se reuniese con otros miembros del comite ejecutivo. El fiscal quiso saber si le podría facilitar esos nombres del comité ejecutivo con objeto de comprobar sí contra ellos existía alguna reclamación internacional o no. El teniente ¡e contesto con dos nombres y dos alias; Arregui, Erostarbe ("Fiti") y Múgica Garmendia (''Pakito''). El teniente fiscal, que había sido objeto de un atentado frustrado mediante el envio de un paquete bomba, confirmó que contra los dos últimos existían varias reclamaciones por asesinato. Contra "Txelis", sin embargo, no había nada. Nada.

  Al día siguiente, sábado 28 de marzo, "Taxi" salió de su domicilio en Ascain, poco antes del mediodía, con el Peugeot 309 de matrícula alemana. Se desplazó a Bayona, entró en la Residencia Les Pastorelles y salió a los cinco minutos. Por lo visto, "Txelis" no estaba en su oficina. De allí, se trasladó a Guéthary, y permaneció media hora con "Casco", en el interior de la Residencia Elizaldia. A la una del mediodía, ambos se pusieron en movimiento, delante iba "Taxi" con el coche, y detrás le seguía "Casco" con la moto. Llevaba una bolsa negra. Tras una serie de extrañas maniobras, se separaron, quedando "Casco" en el interior del único caserío a mano derecha detrás del camino de Ene Maitea, donde permanecería hasta pasadas las cinco y media de la tarde. Sobre esa hora se observó a "Casco" en el asiento del acompañante de un Peugeot 205 blanco, matrícula 3851-SJ-64, que conducía una mujer. Salieron del caserío y se marcharon a la Residencia Les Pastorelles en cuyo interior permanecieron una hora. Después, realizaron un itinerario totalmente absurdo y, tras parar en una "pizerría", regresaron al caserío de Ene Maitea, donde presumiblemente pasó la noche.

  El caserío en cuestión se llamaba "Xilocan". Eso lo supieron los hombres del teniente "Hiru" cuando se reunieron, ya entrada la noche, con algunos policías franceses. Pertenecía a un nacionalista vasco francés llamado Mathieu Tuya y la conductora del Peugeot 205, era su hija, Gaxuxa Tuya. En el apartado final del informe operativo correspondiente a aquel día, los agentes hicieron constar textualmente los siguientes comentarios:

  "La actitud de Philippe ("Taxi") sigue siendo de mucha seguridad, haciendo interminables contramarchas, de forma parecida a cuando suele entrar al caserío "Txantxangorria" de Arcangues. Desde el aparcamiento del Bricobidart se aprecia perfectamente la entrada al camino Ene Maitea, lo que hace casi imposible al seguimiento en el interior de dicho camino sin que se detecte a los agentes".

  "Es muy posible que el día 14 de marzo, a las 19.12, "Txelis" entrase en el caserío previas contramarchas y contravigilancias desde el Bricobidart (ver informe), en vez de haber acudido al Brico, como se supone en el "Comentario" del correspondiente informe".

  "Lo anterior delata la enorme importancia M caserío de los Tuya".

 

CAPI TULO XVII

AL OCHENTA POR CIENTO.

El domingo 29 de marzo 1992, amaneció con un sol radiante sobre el cielo azul de la costa vasco-francesa que los agentes del grupo del teniente "Hiru" iban a agradecer. Lo que no sabían aún es que más brillante que ese sol sería el oscurecer de ese día. Como en todos los inicios de jornada, los agentes de la Guardia Civil se preguntaban qué nuevas sorpresas les depararía el día. Su pensamiento, una vez olvidada la tensión de las vigilancias precedentes, se concentraba únicamente en lo que aún era porvenir.

  Desde tempranas horas, los agentes aguardaban novedades. Ningún movimiento, ningún indicio de lo que podría suceder este domingo, y algunos, aprovechando el buen tiempo reinante y la imposibilidad de disfrutar de un día de descanso para irse a la playa o al campo, intentaban broncear su piel hasta donde alcanzaban las mangas de la camisa mientras permanecían pendientes, atentos, vigilantes.

  De repente comenzó el movimiento. Lasalle-Astis sale de casa y emprende el camino hacia Anglet con el Peugeot 309 de matricula alemana. En principio, no se sabe qué va a hacer y hay expectación. En pocos minutos llega a su destino, cuando el reloj marca el mediodía. Estaciona y entra en una vivienda unifamiliar sita en la avenida del Golf de dicha ciudad. No queda tiempo para que los agentes puedan reflexionar sobre lo que esta sucediendo, puesto que en menos de cinco minutos el objetivo regresa al vehículo con una bolsa roja de deportes.

  Otra vez hay movimiento. "Taxi" se marcha de Anglet y pierde veinte minutos dando vueltas "a lo tonto". Circula sin ningún sentido. Va y viene. Pasa por un sitio, llega hasta otro, regresa al primero.... ¿qué esta ocurriendo? ¿pretende hacer tiempo para algo? ¿Intenta detectar algún tipo de vigilancia sobre su persona? Así deambula hasta que estaciona en un punto de la carretera nacional R.N-10 donde se apea del vehículo y permanece en actitud de espera. Por transmisiones de radio de la Guardia Civil se escucha la frase :"¡Está esperando a un cobrador!" Al momento, a las doce y media del mediodía, aparecen en escena dos vehículos. El primero, un Ford Escort azul, lleva dos ocupantes; el segundo trae otros dos. Se comunica por transmisiones el modelo y el color del segundo vehículo. Se trata de un Opel Corsa de color granate. ¡Un Corsa granate! ¿qué matrícula?, pregunta el teniente Hiru ante la sospecha de que pueda tratarse del mismo que había visto en las proximidades del caserío "Txantxangorria", el día 15 de marzo. Uno de sus hombres le contesta: "4139-SN-64" . El oficial trata de recordar. Ahora cae. Aquella vez apuntó "4169-S-64". No cabe duda, es el mismo coche. No había podido tomar los datos la semana antes. La tensión es máxima. Los cinco individuos se juntan. Hablan unos minutos, y vuelven a los vehículos. Todos regresan al mismo que habían utilizado para llegar hasta allí salvo el pasajero del Opel Corsa, que sube al Peugeot 309 de Lasalle- Astis. A dos agentes que observan la escena, a muy poca distancia, los guardias segundos B y M, les causa una gran extrañeza el individuo que ha cambiado de vehículo y de conductor. Pero no hay tiempo para pensar. En cuestión de segundos, los tres coches toman la misma dirección, hacia Biarritz. En cabeza circula el Peugeot 309, detrás el Escort Azul, y por último el Corsa granate. Al llegar a la altura del Bricobidart, "Taxi" entra en el aparcamiento donde espera; el Opel Corsa continúa hacia el aeropuerto y el Ford Escort se desvía inmediatamente antes entrando en el camino de Ene Maitea. Avanza por el camino y llega hasta la casa de los Tuya. En esos momentos ya algún agente presiente tímidamente lo que luego va a ocurrir, lo que no termina todavía de creerse. Del coche azul desciende un individuo de edad madura y entra en el caserío. A continuación Phílippe arranca el Peugeot 309 y se acercan al caserío "Xilocan". ¿qué esta sucediendo? Parece claro que un vehículo estaba protegiendo la entrada del otro. Nuevamente hay un dato que causa extrañeza: el sargento PI ha visto de cerca el acompañante de Lasalle-Astis y le da la impresión de que está explicando algo al conductor de un modo muy autoritario. No, no es una explicación. Es una llamada de atención. ¡Esta enfadado con el conductor de "Txelis" y le da órdenes!. De nuevo, no hay tiempo para pensar. Al momento sale el Escort azul ocupado únicamente por el conductor, con dirección a San Juan de Luz, y veinte minutos más tarde "Taxi" abandona el camino de Ene Maitea y se traslada a la Residencia Les Pastorelles, y después al numero 47 de la avenida del Golf de Anglet donde entra con una bolsa blanca en las manos.

  Se aproxima la una y media de la tarde. Hace ya casi una hora que los dos misteriosos pasajeros de los coches que se han acercado hasta el caserío "Xilocan" permanecen dentro. Al fin hay un receso para pensar, para atar cabos, para formarse una idea de conjunto de lo que ha acontecido en pocos minutos. También es el momento de dar novedades a los superiores. El capitán "Bonsai" llama por teléfono al capitán "Mic". Le explica a grandes rasgos las incidencias habidas en el curso del servicio y las ordenes que ha dado a los agentes operativos. Entre las decisiones tomadas, una es muy especial: hay que recordar las facciones de los acompañantes, hay que procurar ver su cara de cerca si se vuelve a tener ocasión. Por su parte, el capitán "Mic" dispone que un guardia segundo de archivo se traslade a Bidart con un juego completo de fotografías y descripciones de los presuntos integrantes del comite ejecutivo de E.T.A. Al mismo tiempo, en Intxaurrondo se convoca al equipo de operaciones para que se analicen todos los datos. Cuando el coronel Rodríguez Galindo es informado minutos después, y a la espera de una evaluación profunda de todos los datos, decide abrir la posibilidad de que la intervención no se realice en "Txantxangorria" dos semanas después, sino en "Xilocan" ese mismo día. Desde San Sebastián se vive con ansiedad e incertidumbre, casi en directo gracias a los potentes equipos de transmisiones del grupo del teniente Hiru, lo que esta sucediendo minuto a minuto en Bidart, a cuarenta kilómetros de distancia. Han transcurrido 2 horas sin sobresaltos, sin contramarchas. únicamente hay una novedad. Una novedad transcendental: El cabo Pe ha descubierto la moto de "Casco" ("Txelis") en el interior del recinto del caserío "Xilocan" y el objeto que ha dado pie a que "Txelis" reciba el nombre clave que le han otorgado los guardias civiles se encuentra depositado encima del vehículo de dos ruedas.

  Es una magnífica noticia, cuyo único significado es que "Txelis" está dentro.

  Parece que hay calma, pero es mera apariencia. En realidad hay una actividad desbordante que queda en el interior de cada agente. Los pensamientos tienen un denominador común:los movimientos vistos son demasiados extraños. No es una cita normal. Esta es especial. Durante meses, estos hombres han sido más que la misma sombra de "Casco" y de "Taxi". Se conocen de memoria sus triquiñuelas, sus estratagemas, sus manías, su modo de realizar las citas, sus contravigilancias... Y recuerdan cómo se han producido los encuentros con Patxi, o con Latasa. Pero esto es distinto. Esto, a juzgar por los movimientos observados, es más que una simple cita con un integrante de un comando.

  En medio de estos pensamientos, comunes a todos los integrantes del equipo, el sargento Pi no encuentra la tranquilidad necesaria para abstraerse y poder reflexionar. Ya han pasado dos horas desde que vio a aquel hombre regañando a Lasalle- Astis. No se ha quedado satisfecho. Esta inquieto. Piensa que alguien tiene que estar muy alto en el escalafón de E.T.A., para poder permitirse el lujo de hablar en ese tono al conductor oficial de "Txelis", a un hombre que ya fue la mano derecha de "Josu Ternera", a un individuo que ha entregado más de diez años de su vida a la banda asesina y que ha sufrido varias detenciones por ello. Ese desconocido tiene que ser alguien muy importante. Al menos tanto como '"Txelis", si no más, Además, los rasgos del sujeto le llaman la atención. ¿Qué tiene ese hombre que impide que consiga quitarse su imagen de la cabeza? Dispuesto a zanjar la cuestión, el sargento se esfuerza por concentrarse en la fisonomía del extraño acompañante de "Taxi": Pelo castaño, un poco largo y ondulado por detrás; buena presencia; gesto frío y duro... Intenta recordar alguna de las innumerables fotografías que ha visto a lo largo de su vida profesional, alguna de las que casi se ha aprendido de memoria, con la esperanza puesta en que le traiga algún vago recuerdo, alguna conexión... ¡Y la encuentra! Ni siquiera se atreve a admitirlo. No, no puede ser... No quiere creerlo. Lo primero que le viene a la cabeza es que tiene que dejarse de tonterías. Además, él no tiene ningún afán de protagonismo. No hace las cosas para figurar sino porque es su deber. Si se le ocurre decir en voz alta lo que está pensando, aquello de lo que empieza a estar convencido, quizá alguien piense que está tratando de "hacerse notar". Pero al final se impone su propio sentido de la responsabilidad y decide informar a su teniente de lo que cree que ha visto. Pide por radio la situación del oficial, se acerca hasta allí y se lo suelta: "Mi Teniente, en ese coche iba Pakito''.

  Lo cierto es que las cosas cuadran. No es descabellado admitir la posibilidad de que "Pakito" y "Txelis" estén reunidos con otro "pez gordo" en el caserío "Xilocan". El teniente mira al sargento. Le conoce perfectamente, como a todos los hombres de su equipo. Es mucho tiempo el que llevan trabajando juntos, codo con codo, día a día, jugándose la vida en cada instante. Sabe que antes de decirle nada se lo habrá pensado muchas veces. La conclusión está clara: Si le dice que iba "Pakito", casi seguro que es cierto. Por eso, aprovechando la calma del momento, el oficial convoca a los hombres que directamente han observado los movimientos previos a la entrada en el caserío. En ese momento son las 14:40 horas y para asistir a la reunión algunos tiene que interrumpir el bocadillo. Ya están juntos. El teniente pregunta a sus subordinados si alguno cree haber reconocido a los ocupantes del Opel Corsa o del Ford Escort. Los guardias segundos B. y M. se miran entre sí largamente y luego se deciden a comentar lo que piensan: "Bueno... el que montó con Lassalle-Astis... parecía Pakito". La siguiente pregunta del responsable del grupo es más difícil de contestar: "¿Qué grado de fiabilidad dais a la vista de estas fotos?" La respuesta de los tres hombres que le han visto: "Responde en un 90% a las características de esta foto".

  Acto seguido, el teniente disuelve la pequeña reunión y cada cual vuelve a hacerse cargo del cumplimiento de la misión que le corresponde. Ahora debe informar al capitán "Bonsai". Los dos oficiales discuten el asunto. Desde luego, coinciden en que lo que ha sucedido unas horas antes es muy significativo, pero de ahí a decir que está el comité ejecutivo de E.T.A. al completo hay un trecho muy grande. ¿Y si se están equivocando? Lo espinoso del asunto es que si informan al coronel de que tienen a ''Pakito'' "al 90%", con toda seguridad el jefe decidirá intervenir. ¿Y si no está?. Una vez que se haya intervenido, si Múgica Garmendia no está allí se habrá perdido la mejor oportunidad de la historia reciente para capturarle. La responsabilidad es muy grande. Todo el trabajo y todos los sinsabores y sacrificios de tres meses se pueden echar a perder si ese 90% resulta ser un 30% o un 20% cuando ya no tenga vuelta atrás. Pese a ello, su deber es informar.

  A las 15:15 horas, el capitán "Bonsai" descuelga el teléfono móvil de su vehículo oficial y marca el 193443276611. Habla con el capitán "Mic" y le explica todo lo que allí se ha comentado. Cuando su compañero le pregunta, como siempre, por el porcentaje de fiabilidad, el capitán "Bonsai" duda por un momento y después le contesta: "Entre un 80% y un 90%".

  A su vez, el oficial le comunica que ya se ha puesto en contacto con el comisario Abrivat para que mantenga a sus hombres en alerta ante una eventual intervención inmediata.

  Para los hombres que vigilan el caserío, cada minuto que transcurre es eterno. Es preciso evaluar con todo detalle los pros y los contras de una intervención. Una vez más, la sobremesa de una plácida tarde de día festivo se convierte en un auténtico frenesí en la Comandancia de la Guardia Civil de Guipúzcoa.

  Cuando son las 16:15 horas, el capitán "Mic" acude al domicilio particular del coronel Rodríguez Galindo para informarle de todos los indicios que posee para suponer que en "Xilocan" se encuentra reunida la dirección de E.T.A. Para ello, lleva en sus manos una serie de informes que ha estado preparando desde que habló con su compañero destacado en Bidart. El tiempo corre a favor del enemigo y en contra propia pero los más graves errores en las operaciones antiterroristas son los derivados de la precipitación. Por eso, las deliberaciones duran más de media hora. El coronel lo tiene todo perfilado para intervenir en "Txantxangorria" y casi con seguridad volverá a celebrarse una reunión allí en un plazo de dos semanas. Hay que sopesar con detenimiento las ventajas y los inconvenientes de una intervención forzada en un caserío desconocido y sin seguridad alguna respecto de quienes pueden ser las personas que se encuentran en su interior. El coronel es un hombre de acción. Necesita salir de dudas y pregunta a su joven capitán por el porcentaje de fidelidad que le otorgan los que han visto de cerca al sospechoso. Éste, tras un instante de duda, responde: "Al 80%, mi coronel".

  La suerte está echada. Son doce los años dedicados a la lucha antiterrorista al frente de su Servicio de Información y ya ha aprendido que cuando uno de sus hombres le habla de un 80% en realidad está pensando en un 100%.

  A las 16:50, "J-1" toma la decisión de terminar con la reunión que se está celebrando en esos momentos en Bidart. En los minutos siguientes, el operador de la centralita de Intxaurrondo cree que se va a volver loco. ¿Qué motiva tanto revuelo? El coronel pide que le pongan con la Comandancia de Navarra; el capitán "Mic" pide conferencia con la Policía Judicial de Bayona y con el teléfono móvil del capitán ''Bonsai''. Es preciso realizar muchos preparativos. En primer lugar, el coronel llama a Navarra para comunicar al director general de la Guardia Civil, que estaba en Pamplona, que ya ha dado orden de intervenir. Al recibir la novedad, el máximo responsable de la Benemérita decide trasladarse a Intxaurrondo. Por su parte, el capitán "Mic" informa al comisario Abrivat de que el coronel ha dado luz verde para intervenir cuanto antes. Como el comisario francés desconoce la situación exacta del caserío y otros pormenores de la operación, el capitán le dice que si espera en las dependencias de la Policía Judicial de Bayona pronto llegará allí algún oficial español que le facilitará toda la información. Acto seguido, el capitán de San Sebastián habla con el de Bidart para que éste se ponga en contacto con el comisario francés.

  Antes de que transcurran diez minutos, tres agentes españoles se personan en la Policía Judicial de Bayona. Encabeza la delegación el capitán "Bonsai". Los minutos que pasan en esas dependencias los tres guardias civiles son tensos. El reloj, que miran con angustia, hace rato que dejó atrás las cinco de la tarde. Los cabecillas etarras llevan en el caserío desde las doce y media de la mañana... ¡desde hace casi cinco horas! Y los agentes están convencidos de que, lo mismo que el día 15 de febrero salieron del caserío de Arcangues alrededor de las 19:00 horas, hoy es probable que la reunión termine más o menos a esa hora. ¡Hay que darse mucha prisa! Explican a los colegas galos, con nervios y a la vez con emoción, el desarrollo de los acontecimientos desde el comienzo del día. Cuando terminan, los franceses no se muestran entusiasmados. No están convencidos de la oportunidad que les brinda el momento. "Pero es que no es Txantxangorria" dice uno de ellos. Los españoles no tienen más argumentos. Se miran entre sí y miran al comisario Abrivat como tratando de recordarle que en la reunión del día 18 de marzo se había comprometido a aceptar que la decision de intervenir la tomaría el coronel. El comisario francés, por su parte, tiene que creer que se encuentra dentro "Txelis" no porque nadie le haya visto, sino porque su moto está en la entrada del caserío de los Tuya. Duda. Duda porque si hace intervenir al R.A.I.D. en balde seguro que habrá alguien dispuesto a exigirle algún tipo de responsabilidades. Una y otra vez pregunta si existe seguridad de que dentro esté "Pakito" u otro dirigente más. Los españoles le contestan lo de siempre: "Pakito al 90%". El comisario duda una vez más, recuerda los lazos de fidelidad mutua que le unen a San Sebastián y dice: "D'accord".

CAPITULO XVIII

"CLARO QUE HAY MAS"

El jefe de la Policía Judicial de Bayona acaba de aprobar la intervención. Los rostros de los tres agentes españoles se iluminan por un momento, justo hasta que consultan la hora. La tarde avanza rápidamente y esa es ahora su principal preocupación. El comisario Abrivat dispone que todos los allí convocados se desplacen a un cuartel militar próximo donde se alojan los hombres del R.A.I.D. ansiosos por intervenir después de dos fines de semana concentrados en esa base del Ejército. Las misiones ya están distribuidas: los españoles guiarán al convoy hasta el caserío "Xilocan", un grupo del R.A.I.D. tomará la vivienda y los miembros de la Policía Judicial francesa practicarán las detenciones y efectuarán los registros previamente determinados, que son muchos. Parece que todo marcha perfectamente pero no es cierto. ¡Son ya las 18: 10 horas! Los hombres del teniente "Hiru", que vigilan el caserío, no comprenden cómo es posible tardar tanto para unos desplazamientos de menos de quince kilómetros de distancia. Tampoco lo comprenden los tres españoles que guían al convoy, cada vez más nervioso por el transcurso del tiempo, y que se ven obligados a detenerse en cada semáforo, a ceder el paso en todas las intersec­ciones, a respetar escrupulosamente cada señal de limitación de velocidad máxima. Piensan para sus adentros que en España ya habrían resuelto la situación hace horas y ya tendrían a todos dete­nidos. ¿Para qué llevan sirenas y luces de prioridad si no las utili­zan ni siquiera para llegar a tiempo de detener a la cúpula de E.T.A.? Y no es sólo que la vía impone sus limitaciones sino que con frecuencia se tienen que detener para dar tiempo a que toda la caravana se reúna.

  A las 18:30 horas el convoy llega a Bidart. Con una celeri­dad que contrasta con la parsimonia del trayecto, las fuerzas uniformadas del R.A.I.D. se despliegan. El principal peligro ahora es que los agentes franceses puedan confundir a los guardias civi­les con terroristas, pero los españoles saben quedarse en su lugar sin adentrarse en la zona más allá de lo conveniente. En cuestión de segundos, los especialistas de la Policía francesa rodean el case­río y haciendo uso de un megáfono conminan a los moradores a que se entreguen. Como nadie sale, un grupo de asalto penetra en el inmueble y a los dos minutos saca detenidos al matrimonio Tuya. Instantes después, se observa a otro agente francés arrastran­do fuera de la vivienda a Gaxuxa Tuya, que se resistía a ser deteni­da. La expectación entre los miembros de la Guardia Civil que viven en directo la escena es enorme.¿Quién será el siguiente dete­nido?.

  Aprovechando la confusión creada por la madre de Gaxuxa, que no deja de gritar ni un momento, un individuo canoso y con bigote sale de la casa corriendo a la vez que se hace pasar por poli­cía. Afortunadamente, un agente de verdad se percata de la manio­bra y le detiene mediante el uso de su fusil que tiene el doble efec­to de derribar al falso policía y abrirle una brecha en la cabeza. Al momento, el comisario Abrivat se aproxima al lugar para recono­cer al herido y los agentes del Servicio de Información pueden observar cómo le cambia el rostro. ¡Se trata de "Fiti"! Pese a la documentación falsa que porta el dirigente etarra, el comisario le reconoce de inmediato pues años atrás, estando destinado en la P.A.F. de Hendaya, había tenido mucho trato con este tipo de individuos, que gozaban del estatuto de refugiados políticos.

  Abrivat se muestra satisfecho. En primer lugar ha capturado a José Arregui Erostarbe ''Fiti'', el hombre cuya labor es más relevante para que funcionen los comandos y todo lo relacionado con las labores operativas. Un máximo dirigente de primera magnitud. Además, con esta detención justifica el uso del R.A.I.D. y el haber tenido que contar a Bosslé la historia del confidente.

  Un agente del R.A.I.D. sale a la puerta de la casa haciendo gestos indicativos de que la vivienda se encuentra totalmente desalojada. Casi simultáneamente, otro policía francés destaca su silueta en lo más alto de la chimenea de la casa. Todo parece indicar que la operación ha terminado. Los agentes del R.A.I.D. están contentos del trabajo realizado y se disponen a reducir la densidad del despliegue. El sargento Pi no puede creer lo que está viendo. ¡No puede ser! Los guardias civiles no pueden admitirlo de ninguna de las maneras. Ellos reconocen a ''Fiti'' como el ocupante del Ford Escort azul, pero también han visto entrar al posible ''Pakito al 90%" y todavía no ha salido. Además. aún continúan allí la scooter y el casco blanco y rojo de Txelis. ¡Que demonios! Si ese es "Fiti"no puede caber duda alguna: el otro es "Pakito" y "Txelis" tiene que estar dentro por necesidad. ¡Claro que hay más!.

Ante la insistencia y la convicción demostrada por los españoles, los hombres del R.A.I.D. vuelven a penetrar en la vivienda. Fuera se viven momentos de preocupación. ¿Se habrá perdido lo más importante?. Pero rápidamente se despeja la duda. Con una diferencia de un minuto y medio entre sí, sacan esposados y arras­tras a dos individuos. Son las 18:45 horas. El primero tiene el rostro desencajado por la rabia contenida. Está muy enfadado y cuando la madre de Gaxuxa lo ve fuera, deja de gritar y se queda como abobada. Es Francisco Múgica Garmendia, "Pakito". Al verlo reducido a la condición de detenido, el sargento "Pi" y otros muchos guardias civiles viven el momento más feliz de su vida. ¿Quién les iba a decir que ese siniestro individuo, cabecilla etarra para más señas, iba a constituir el motivo del mejor momento que recuerdan? El segundo detenido, mucho más conocido por todos, demuestra un mayor dominio de si mismo, pero ha despintado de su rostro las sonrisas que lucía en los videos filmados por la Guardia Civil durante sus citas con Patxi. Es José Luis Alvarez Santacristina, ''Txelis".

  La alegría de los hombres de la Benemérita es indescriptible: ríen, se abrazan, dan saltos. No pueden parar quietos. Después de tantos fines de semana sacrificados, de tanto bocadillo frío, de tanta lata de cerveza, de tanto miedo en alguna ocasión, de tantas interminables horas de espera, de tanto nervio agarrado en el estómago, allí está el fruto. No son nada. Son tres detenidos más, tan poca cosa como sus famosos "liberados" ¡Pero qué satisfacción da verlos con la cabeza baja y los grilletes puestos! Además, van a cumplir condena en una cárcel francesa, mucho más dura que las españolas. El trío está completo. Todos los asesinos que firman como "Artapalo" cuando escriben las cartas a sus comandos están ahora fuera de juego. ¡Todos!.

  El capitán "Bonsai" recuerda satisfecho que ya no tendrá que "refugiarse" en Francia. Cuando horas antes había hablado por teléfono con el coronel Rodríguez Galindo mientras éste deliberaba con el capitán "Mic", el coronel le había dicho medio en broma que si allí no estaba "Pakito" no hacía falta que regresase a Intxau­rrondo, que se "refugiase" en Francia y no volviese más: Los guardias segundos B. y M., el sargento "Pi", y el teniente "Hiru", los capitanes "Bonsai" y "Mic", el coronel Rodríguez Galindo y el comisario Abrivat se lo han jugado todo al ochenta o noventa por ciento y han acertado.

  No es preciso informar a San Sebastián sobre la identidad de los detenidos. Allí se ha ido viviendo todo minuto a minuto, a través de los equipos de transmisiones. Cuando por la frecuencia empleada por el grupo del teniente "Hiru" se ha escuchado que alguien ha dicho "torero, torero ... " no ha hecho falta añadir más. Pronto, la alegría se extiende por toda España, en especial por el País Vasco y Navarra, comunidades que han sufrido más directamente el terror etarra.

  En cuanto el director general de la Benemérita y el jefe de la Comandancia de Guipúzcoa han recibido la confirmación de la noticia, el primero ha llamado por teléfono al Ministro: "Bingo. Txelis, Pakito y Fiti. Están todos".

  Las felicitaciones están muy bien, pero hay que ir a lo práctico. Los especialistas de la Guardia Civil saben que para poder salvar vidas humanas y desarticular los comandos que hay "en el interior" es preciso obtener rápidamente toda la documentación que haya en la vivienda y explotar lo que tenga de operativo antes de que la radio difunda la noticia de que se ha detenido a un cabecilla. Son las 18:55 horas y los agentes de la Guardia Civil se llevan su primera decepción después de haber conseguido, por primera vez en la historia, la detención de "Artapalo". Encuentran en el suelo de la casa cientos, tal vez miles, de minúsculos trocitos de papel. ¿Cuántas vidas se podrían haber salvado si los dos últimos detenidos no hubiesen contado con 15 minutos para destruir los documentos más secretos de la banda, tirándolos al retrete o rompiéndolos! Y todavía hay un agente francés que se sorprende cuando observa que un Guardia Civil se agacha a recoger los pedacitos de papel para tratar de recomponer los documentos. "¿Para qué los coges, si ya están rotos? Mira, ahí hay muchos enteros. Olvida los rotos." Tal vez ese agente del R.A.I.D. no sepa que E.T.A. ha asesinado ya a más de 200 miembros de la Guardia Civil. "Los muertos son nuestros, ¿sabes?" Esa es la única respuesta que se le ocurre dar al español.

  En los minutos siguientes, mientras los especialistas de la Policía Judicial francesa y de la Guardia Civil proceden al estudio de la documentación, los agentes operativos del teniente "Hiru" no pueden regresar a España para disfrutar de un auténtico descanso por primera vez desde diciembre. No pueden regresar porque aún hay mucho trabajo, Así, a las 19:05 horas, cumpliendo rigurosamente el horario previsto, detectan al Ford Escort azul en la carretera nacional RN-10. La noticia se comunica inmediatamente a los miembros de la Policía Judicial francesa, que permiten el acceso del chófer de "Fiti" al camino de Ene Maitea. En cuanto el individuo observa la presencia de vehículos policiales al final del camino, realiza rápidamente las maniobras correspondientes para huir de la "ratonera", pero en la entrada del camino le esperan los policías franceses que le detienen. Cuando le miran al rostro dan un respingo. ¡Es "Pelopintxo"! De repente hay un nuevo estallido de euforia. Parece Sabino Euba Cenarruzabeitia, "Pelopintxo", responsable del aparato de finanzas de la banda. Sin embargo, él dice que se llama Manuel Rodríguez y que no es más que un servidor de "Fiti", su chófer. Los agentes franceses no le creen en el momento. Posteriormente, comprobarán los datos y el auténtico "Pelopintxo" sería detenido semanas después en el aeropuerto parisino de Rossy.

  Una vez más, la tensión sube. Si ha llegado uno de los conductores, los demás estarán al caer. Lo importante es detectar su presencia antes de que se acerquen a la zona donde se encuentran los vehículos policiales franceses para evitar que puedan huir. Y efectivamente así sucede. A las 19:15 los españoles detectan la llegada del Opel Corsa de Múgica Garmendia. Lo "marcan" a un policía francés y éste procede a la detención de Peio Langou, conductor de "Pakito".

  Puesto que allí se encuentra la motocicleta scooter, es probable que "Taxi" no acuda a recoger a Txelis. Se habla con el comisario Abrivat y éste toma una decisión. Hay que realizar muchos registros domiciliarios y practicar más detenciones, pero la plantilla de la Policía Judicial no alcanza para hacerlo todo a la vez. En consecuencia, el comisario y el capitán "Bonsai" acuerdan que el equipo español que ha vigilado a Lassalle-Astis durante tres meses prorrogue la vigilancia tres horas más, hasta que Abrivat pueda detraer algunos efectivos de otras tareas y encargarles la detención del chófer de "Txelis" Mientras tanto, el enlace será permanente vía radio. En consecuencia, el teniente "Hiru" se hace cargo del asunto, reúne a sus hombres, les explica la nueva misión a cumplir. Tres minutos después de emitirse las noticias de las 20:00 horas, "Taxi" sale de su domicilio conduciendo de un modo anómalo. La noticia ha sido difundida a través de todas las emisoras de radio y todas las cadenas de televisión tanto de España como de Francia. Sin duda alguna, su modo de conducir está motivado por el hecho de que ya está sobreaviso. Sabe que en cualquier momento pueden venir a buscarle para detenerle. A las 20:50 horas, después de establecer contacto con los agentes españoles, un grupo de la Policía Judicial trata de arrestarle en marcha en plena carretera nacional RN-10. Cuando Lassalle-Astis intenta darse a la fuga, un vehículo oficial de la Guardia Civil embiste al Peugeot 309 de "Taxi", forzando una colisión que facilita la detención de uno de los más eficaces colaboradores que E.T.A. haya tenido nunca en suelo francés. El chófer de "Txelis", muy contrariado, mira al vehículo oficial, agacha la cabeza y monta en el vehículo de la Policía Judicial francesa.

 

CAPITULO XIX

"MATAR NIÑOS"

"¿Qué, te sientes más hombre por haber ordenado matar niños? El comandante Q. de la Guardia Civil miró a los ojos a Francisco Múgica Garmendia, aguardando su respuesta. Como toda contestación, el criminal etarra más buscado en Francía bajó los ojos y se limitó a contestar con un lacónico "no sé". El individuo que tenía a su espalda el haber ordenado a los comandos terroristas que llevasen a cabo cientos de asesinatos carecía en ese momento del valor necesario para afrontar la situación. No sabía decir más que "no se". ¿Cómo era posible que en las cartas que dirigía a los comandos les incitase de aquel modo a luchar hasta la muerte siendo tan poquita cosa en sí mismo? Perplejo, el comandante salió de la sala sin dignarse siquiera dirigirle una mirada de desprecio. No merecía la pena.

  Mientras esto sucedía, el director general de la Guardia Civil y el coronel Rodríguez Galindo íntercambiaban felicitaciones mutuas con Abrivat en el despacho del jefe de Policía francés. El comisario, de 40 años, ya había despuntado como uno de los príncipales expertos en la lucha antiterrorista por parte francesa con motivo de la detención de "Baldo" en 1990. Ahora, mientras bromeaba con el capitán "Mic", quizá no era consciente todavía de que acababa de ganarse un merecido y respetado nombre entre todos los componentes de las fuerzas de seguridad francesas. Antes o después, sus compañeros sabrían que él fue el hombre que confió en la Guardia Civil, el hombre que puso lo necesario de su parte para que fuese posible acabar con el comité ejecutivo de E.T.A.

  Con gran sorpresa para todos las personas que de una u otra forma habían tenido acceso a la operación, mientras los artífices del suceso seguían al pie del cañón en Bayona o en Intxaurrondo, la televisión francesa presentó la operación como un servicio planificado y dirigido por Roger Bosslé, coordinador de la lucha antiterrorista en el Departamento de los Pirineos Atlánticos. Y no terminó ahí el afán por "subirse al carro" El entonces ministro del Interior francés, Philippe Marchand, declaró que se había conseguido detener a "Pakito" porque sus agentes secretos habían detectado pocas horas antes su paso por la frontera. De acuerdo con esta versión, los máximos cabecillas de E.T.A. no se refugian en el sur de Francia, sino en España. Parece ser que sólo acudían a Bidart para las reuniones y luego regresaban a Zarauz o Hernani.

  Al día siguiente, en el Ministerio español del Interior, se celebró una rueda de Prensa que dejó a los investigadores de la Guardia Civil de piedra: ahora resultaba que las pistas para la detención del colectivo "Artapalo" se habían obtenido de la agenda perdida en Cataluña por el etarra José Luis Urrusolo Sistiaga.

  Al margen del asunto de las ruedas de Prensa, que luego sería ampliamente comentado y criticado entre los auténticos protagonistas de este operación, lo cierto es que en aquellos momentos los agentes vivían en medio de una auténtica euforia. En Bayona y en San Sebastián se brindaba incluso con agua.¡Se habían agotado las reservas de champagne y de cava! Para hacerse idea de lo que aquel servicio suponía para aquellos agentes basta con recordar las imágenes difundidas por televisión tomadas al coronel Rodríguez Galindo, sonriente y con el gesto del pulgar en alza en señal de triunfo, cuando salía de las dependencias de la Policía Judicial de Bayona.

  Los agentes reían recordando los cientos de anécdotas que habían compartido. Con la euforia, las dificultades de todo tipo y las penalidades parecían cosa de nada. Así, se comentaba cómo en cierta ocasión Philippe Lassalle- Astis, que en sus "horas libres" se dedicaba a vender tubos de P.V.C. y otros materiales para la construcción, había confundido a uno de los hombres que más de cerca le vigilaban, con un cliente. Incluso llegaron a entablar una conversación que a punto estuvo de terminar con la compra por parte del agente de unos pocos tubos.

  No mejor fortuna había tenido otro guardia civil. Se encontraba cumpliendo determinadas labores de vigilancia cuando sintió que alguien detenía su marcha junto a él. Se trataba de un matrimonio francés que se encontraba por la zona y deseaba preguntar la ubicación de un determinado lugar. El agente, que no quería conversar en francés para no delatar por el acento su origen español, haciendo todo un alarde de serenidad señaló con el dedo hacia donde primero se le ocurrió. "Merci, beaucoup", respondieron al unísono los dos viajeros. Al final, los agentes cogieron experiencia para salir al paso de situaciones de este tipo, que eran relativamente frecuentes.

  Afortunadamente, no todas las anécdotas procedían de experiencias que podían haber echo peligrar la misión. Los agentes comenzaron a frecuentar una determinada "pizzería" de Bidart, donde encargaban la comida para llevar. En el establecimiento, poco frecuentado por los habitantes del lugar, habían adoptado una política de promoción consistente en repartir unos bonos con cada compra, a los que sólo tenían derecho los residentes del pueblo. No se trataba de que los guardias civiles estuviesen realmente interesados en el sorteo, pero una noche un cabo preguntó si podían coger bonos ellos también. La respuesta del dueño de la "pizzería", lógicamente, tuvo que ser afirmativa:"Sí. Ya sois casi como del pueblo".

  Ahora bien, entre todo lo que había rodeado a la operación se destacaba un suceso que los hombres del teniente "Hiru" aún hoy recuerdan cada vez que nieva. El piso estaba peligroso por algunas débiles nevadas que habían caído a finales de enero. Uno de los vehículos acababa de salir del taller y no llevaba las cadenas para los neumáticos. Sus ocupantes decidieron ponerse en contacto por radio con su base y solicitar que les enviasen a un determinado lugar "unas cadenas". En Intxaurrondo dieron el "recibido" correspondiente y buscaron lo solicitado. Mientras tanto, el vehículo permanecía a la espera. Cuál sería la sorpresa de sus dos ocupantes cuando media hora más tarde vieron llegar un Nissan "Patrol" que traía en el techo "una escalera".

  En las dependencias de la Policía Judicial, en Bayona, continuaba el trabajo. Comenzaba el examen conjunto, por guardias civiles y miembros de la Policía Judicial francesa, del ingente volumen de documentación incautado. Otra vez se luchaba contra el reloj. Había que recomponer en primer lugar los documentos rotos por "Pakito" y "Txelis" durante los más de quince minutos que tuvieron para hacerlos pedazos. Y luego habría que "hacer hablar" al valioso ordenador que guardaban en "Les Pastorealles''. Fruto de este trabajo, se sabría que E.T.A. estaba preparando una ola de atentados indiscriminados y de motines con rehenes en las cárceles para llevarla a efecto unos días antes del comienzo de los Juegos Olímpicos. Se averiguaría también que algunos destacados presos etarras consideraban al obispo de San Sebastían, monseñor Setién, como la persona idónea para que en nombre de la banda presionase encubiertamente al Gobierno para lograr una negociación. Se encontrarían listas de empresarios a los que se iba a extorsionar con las correspondientes cartas exigiendo el pago del "impuesto revolucionario" que aún no habían podido ser enviadas. A estas listas, acompañaban otras de potenciales víctimas de futuros atentados.

  Fue encontrada la carta en la que Patxi, Anselmo y Victor explicaban a la dirección de la banda terrorista que habían huido a raíz de las filtraciones periodísticas. En la carta, estos peligrosos individuos se ponían por entero a disposición de los cabecillas para lo que fuera necesario. Es decir, si el "Artapalo" de turno -sustituto del trío detenido en Bidart- se lo pidiera, asesinarían a quien fuera. (Anexo II).

  A medida que se profundizaba en el estudio de la documentación intervenida en el caserío "Xilocan", los agentes sacaron una conclusión: esa documentación probaba que la "troika" "Fiti"-"Txelis"- "Pakito" constituía el auténtico comité ejecutivo, el "consejo de administración" de la empresa más siniestra de España y Francia. Allí había todo tipo de "papeles" que, sin ninguna duda, se disponían a despachar de común acuerdo entre los tres. Lo mismo se encontraba un documento sobre acción política, que sobre temporizadores, que sobre el empleo del dinero manchado de E.T.A.

  Y después del estudio de la documentación se ha descubierto algo en lo que hay común acuerdo: si de entre los tres individuos hubiera que destacar a uno por su capacidad de decisión y por su poder real en E.T.A., ése sería "Txelis". El auténtico número uno de la sangrienta organización hasta el pasado 29 de marzo era José Luis Alvarez Santacristina. No obstante, pocas horas después de las detenciones nadie sabia que el "alma mater'' de E.T.A. era el calvo cuarentón que se solía sentar a la derecha de "Taxi". En esos momentos, todo el interés se centraba sobre Francisco Múgica Garmendia, "Pakito".

  Derrotado y abatido. Y también muy enfadado. Con los cordones de sus zapatos atados entre sí como medida suplementaria de seguridad. Deshecho por la evidencia de algo que tal vez nunca había supuesto que podría llegar a suceder: la detención de "Artapalo" al completo. Así estaba "Paco". A veces había hablado con "Fiti" y con "Txelis" sobre la posible caída de alguno de los tres. El golpe sería grave, pero siempre quedarían los otros dos y el etarra detenido sería reemplazado por su sustituto. Eso era lo que había sucedido siempre. De hecho "Paco" había llegado hasta tan alto a fuerza de ir sustituyendo a los sustitutos de los dirigentes detenidos a los largo de los años.

  Pese a su enfado, ya habían transcurrido varias horas desde el momento en que le habían puesto los grilletes. Superado el desconcierto inicial, "Pakito" parecía encontrarse algo más sereno, igual que sus compañeros. Una inesperada visita vino a turbar sus reflexiones. "Paco" levantó la vista y vio entrar en la sala a un hombre de rostro moreno y gesto decidido. Ese hombre se acercó hasta él, le desafío con una mirada fría e inquisitiva que no supo aguantar y, sin decir media palabra, salió por la puerta. Seguro que le había visto en algún recorte del periódico "Egin". Seguro que le conocía. Ahora, que le había visto cara a cara, ¿reconocía en él a su peor enemigo? Probablemente caería en la cuenta de que acababa de ver el rostro del hombre al que había ordenado enviar un librobomba, el hombre que no había descansado hasta verle con grilletes. El coronel Rodríguez Galindo, por su parte, cuando salió de la sala, pensó en el gran paso que se había dado. Pero quedaba mucho por hacer hasta poder ver así a todos los asesinos y sus cómplices.

  Media hora después del encuentro silencioso entre los dos máximos exponentes del terrorismo y del antiterrorismo, el capitán "Mic" contemplaba, entre incrédulo y sorprendido, cómo tres policías franceses hablaban distraídamente de fútbol mientras "Paco" miraba displicente las cuatro esquinas de la sala. El oficial de la Benemérita intentó cogerle del brazo para trasladarle a una esquina con la finalidad de formularle algunas preguntas. Pero los agentes franceses se lo impidieron en el acto: "Alto. Tranquilo". "In situ'', incómodamente, el capitán preguntó:

- ¿Cómo te llamas?

- Paco.

- ¿Eres de Ordicia?

- sí.

- ¿Lees prensa española?

- El "Egin".

- ¿Qué tal te llevas con Urrusolo?

-No sé...

El detenido no comprendía a dónde pretendía llegar el hombre que le interrogaba. Contestaba con monosílabos por contestar algo. Al fin y al cabo, no iba a decir dónde se ocultaba la fábrica de explosivo amonal ni cuántos pisos tenía la banda en Madrid. ¿Por qué no hablar con alguien y así romper la tensión del momento? Sin embargo, una cosa le llamaba la atención. Por su aspecto, el inquisidor parecía francés pero pronunciaba el español con un acento que a "Pakito" le hacía temblar.... con acento andaluz. Francisco Múgica Garmendia decidió pasar de interrogado a interrogador:

- ¿Eres .... policía español?

- No. Guardia Civil.

"Paco" alzó las cejas y después cerró los ojos al tiempo que apretaba fuertemente tanto los puños como las mandíbulas. Sostuvo el gesto unas décimas de segundo, echó el aire que contenía aún dentro en un largo suspiro y se sumió en un absoluto mutismo.

ANEXO 1

EXPLOTACION DE LA OPERACION

"BROMA-QUESO"

En las horas y los días siguientes a la detención de los tres máximos cabecillas, la de los tres conductores -que es tanto como decir sus mejores colaboradores- y la de los Tuya, los miembros de la Policía Judicial francesa llevaron a cabo numerosos registros domiciliarios que fueron acompañados de algunas detenciones más. Así, fueron registrados los siguientes ínmuebles:

 

- Hotel Les Pyrénées de Bidart, donde procedieron a la detención de Michel Boue-Lapatie y su esposa María Andree Boue-Lapatie. Posteriormente, estas personas quedarían en libertad por falta de pruebas.

 

- Centro comercial Bricobidart de Bidart, propiedad de Philippe Poyfoulhoux.

 

- Caserío "Alhorga" " de Bidart, donde se detiene a Philippe Poyfoulhoux. Posteriormente quedaría en libertad por falta de pruebas.

 

- Residencia Les Pastorelles de Bayona, alquilado por Christopher Berrouet, hijo de Dolores Ramírez de Berrouet. En esta vivienda fue encontrado el hasta entonces ordenador central de E.T.A. y diverso material de oficina.

 

- Residencia Elizaldia de Guéthary, donde fue detenida Dolores Ramírez de Berrouet, que quedaría en libertad bajo control judicial.

 

- Caserío "Txantxangorria" de Arcangues. Fueron detenidos Antoine Harispe, Daisy Wingler y Françoise Harispe. El primero ingresó en prisión y su mujer y su hijo quedaron en libertad por falta de pruebas.

 

- Avenida du Golf, 47, de Anglet. Aquí es detenido Gratien Alfaro, que ingresa en prisión.

 

- Residencia Urain, de San Juan de Luz, domicilio de Manuel Rodríguez, que ingresa en prisión.

 

- Casa Nausi Enea de Ascain, domicilio de Philippe Lassalle-Astis, quien ingresa en prisión.

 

- Rue de St. Catherine, 31, de Bayona, domicilio de Pierre Langou, que ingresa en prisión.

 

- Caserío "Xilocan" ", de Bidart, donde se detiene a Mathieu Tuya; a su esposa, Bernardette Marot; y a la hija de ambos, Gaxuxa Tuya. Posteriormente, son detenidos Bernard Marot, cuñado de Mathieu Tuya, y su esposa Thiane Arlot. Los dos primeros ingresarán en prisión, Gaxuxa quedará en libertad bajo control judicial y los dos últimos quedarán en libertad sin cargos.

 

En total, de los 19 detenidos, diez ingresaron en prisión, dos quedaron en libertad bajo control judicial y siete en libertad por falta de pruebas.

 

En cuanto a los registros efectuados, fueron hallados los siguientes efectos de interés:

 

En poder de José Luis Alvarez Santacristina, "Txelis":

 

•    Dos cartas de identidad francesas falsificadas, con su fotografía.

•    Dos permisos de conducir franceses falsificados, con su fotografía.

•    Una pistola Sig-Sauer, del calibre 9 milímetros parabellum, con el número de serie borrado.

 

En poder de Francisco Múgica Garmendia, "Pakito

 

•    Una carta de identidad francesas falsificada, con su fotografía,

•    Un permiso de conducir francés falsificado, con su fotografía.

•    Un documento nacional de identidad español falsificado, con su fotografía.

•    Una pistola Sig-Sauer, del calibre 9 milímetros parabellum, con el número de serie borrado.

 

En poder de José Luis Arregui Erostabe, ''Fiti":

 

•    Una carta de identidad francesa falsificada, con su fotografía.

•    Un permiso de conducir francés falsificado, con su fotografía.

•    Una pistola Herstal, del calibre 7.65 milímetros.

 

En el caserío "Xilocan" ", de Bidart:

 

•    Un ordenador Amstrad.

•    Un Scanner.

•    Numerosos componentes electrónicos.

•    Dinero, tanto en moneda española como francesa.

•    Fotografías de varias personas.

•     Documentación en abundancia.

 

En la Residencia Les Pastorelles, de Bayona:

 

•    Un ordenador personal.

•    Una agenda electrónica, miniordenador de bolsillo.

•    Una fotocopiadora.

•    Una impresora.

•    Un pasaporte español falsificado, con la fotografía de ''Txelis".

•    Un Documento Nacional de Identidad falsificado, con la fotografía de ''Txelis".

•    Un permiso de conducir español falsificado, con la fotografía de ''Txelis".

 

ANEXO II

 

AUTOCRITICA DE PATXI

 

Entre la importantísima documentación incautada por la Policía Judicial francesa en el caserío "Xilocan" de Bidart, se encuentra una carta dirigida por Francisco Rollán Rodríguez "Patxi" a la dirección de la banda terrorista. El contenido de esa carta, que sin duda constituye uno de los documentos más apreciados por los investigadores de la Guardia Civil, había sido ya despachado por el comité ejecutivo de E.T.A. en la abortada reunión de Bidart. Por su interés y por la relación estrechísima que guarda con los sucesos que se han relatado en esta breve obra de investigación periodística, a continuación se transcriben textualmente algunos párrafos de la larga carta en la que Patxi reflexiona sobre las circunstancias que han rodeado su período de militancia como miembro de un comando legal y ofrece a la banda su disponibilidad para integrarse en un comando de "liberados". En la transcripción de la carta, entre paréntesis, figuran algunas traducciones y observaciones que pudieran ser de utilidad para comprender mejor el sentido de la misiva. Las líneas en cuestión son las síguientes:

 

"Kaixo lagunak (hola amigos): Bueno, nos vemos obligados a enviaros esta nota, ya que parece que la situación día a día se complica. Hoy jueves (12.mar.92) hemos escuchado en la radio una noticia que alertaba sobre una posible fuga de presos en alguna prisión, sin especificar la misma.

 

Pues bien, queremos exponer un análisis más o menos completo sobre la situación de todo lo que rodea la ekintza (acción) desde su inicio con todos los pasos y connotaciones que nos hacen pensar en algo más que una coincidencia, tanto la alerta de la pasada semana - precisamente el miércoles (04.mar.92), día previsto como alerta de esta semana en las prisiones.

 

Comenzaré por los indicios que pueda tener la txakurrada (Fuerzas de Seguridad del Estado) de la ekintza. Indicios que nos hacen pensar que pueden estar al corriente de la operación y quizás nos estén "esperando". Primero realicé una llamada desde la Papelera a la empresa de alquiler de helicópteros....

 

.... No encontramos nada, pero éste y otros detalles posteriores nos obligan a plantear algunos interrogantes. ¿Hasta dónde sabe la txakurrada la finalidad de la ekintza? ¿Qué medios han utilizado para realizar nuestro seguimiento? ¿Nos han intervenido conversaciones en el coche? ¿Han utilizado micrófonos direccionales, microteléfonos, investigación en la empresa, etc..? ¿Han controlado las compras? ¿Cómo dieron con el piso de seguridad? Con las informaciones filtradas la semana pasada a los medios de comunicación y ahora con las de esta semana, ¿no estarán haciendo el paripé y esperarnos puesto que saben quienes somos y la operación en qué consiste, queriéndose apuntar un éxito comercial cantado? Creo que son demasiadas las coincidencias y me inclino con que el detonante puede haber sido la llamada de la fábrica...

... de lo contrario me hubiesen seguido hasta Iparralde (sur de Francia), lo cual no efectuaron. Una vez que accedieron a esa información, a la semana aproximadamente montaron toda la operación.... ( ... )... Eso se podría comprobar con L.A.B. entrevistándose con el director ....

 

.... Todo lo referente a la ekintza lo tenemos preparado. Pero debido a nuestras dudas, vamos a esperar vuestra contestación. Pensamos que si seguimos adelante es jugársela a una carta....

 

... Por otra parte, nos da rabia el tener igual que dejar a los compañeros de dentro, después de todo el rollo, tirados. Pero hacemos una reflexión. ¿Qué es lo más acertado, seguir adelante y arriesgarnos nosotros y otras cuatro personas o pasar a Iparralde y seguir currelando? ¿Qué es más positivo? Nosotros seguimos dispuestos a todo. Lo que está claro es que en estos momentos nuestra militancia queda totalmente al servicio de la organización.

 

Nosotros tenemos dudas, por lo tanto no nos atrevemos a seguir por nosotros mismos adelante.

 

Esperamos vuestra nota para seguir adelante o no. Hasta su llegada nosotros estaremos sin hacer nada. Vosotros decidís. Nosotros lo vemos un poco negro, todo hay que decirlo....

 

ANEXO III

 

"CONTRA LAS OLIMPIADAS"

 

Uno de los documentos encontrados por la Policía Judicial en el caserío "Xilocán", de Bidart, se refería al plan de motines que E.T.A. iba a organizar para enturbiar la celebración de los Juegos Olímpicos de Barcelona. El escrito, elaborado en la prisión madrileña de Alcalá-Meco y que contaba con el apoyo de los reclusos de Herrera de la Mancha y Puerto de Santa María, había sido ya "despachado" por los tres cabecillas etarras.

 

El documento decía, entre otras cosas, lo siguiente:

 

"Bueno, la cuestión es que estando tantos aquí dentro, a muchos se nos está haciendo insoportable seguir sin hacer nada excepto resistir. Por lo que hemos pensado lo siguiente: Estamos dispuestos a amotinarnos en varias cárceles a la vez tomando funcionarios como rehenes. La fecha sería entre 10 y 20 días antes de la Olimpiadas, para hacer mayor presión".

 

"El objetivo de esta acción sería, de cara a la opinión pública, difundir un comunicado (sobre nuestra lucha y la situación actual) por TV y radio, el reagrupamiento de todos los presos en Euskadi y algunas mejoras en las condiciones carcelarias

 

"El objetivo de cara al Gobierno (objetivo real) sería la negociación definitiva del conflicto armado. O sea, el objetivo de esta acción sería hacer decidirse al Gobierno por la "negociación". Además, les daríamos una excusa para negociar. Una vez que aceptasen (con las garantías suficientes) la negociación, haríamos primero una negociación ficticia entre presos y Gobierno. Aceptando nosotros finalmente una reagrupación en Alcalá-Meco. Entonces, ante la opinión pública no sería tan extraño que después de negociar con los presos el Gobierno negociara con la Organización el fin del conflicto armado".

 

"Volvemos al comienzo del motín. Una semanas antes habría que disminuir las acciones (atentados) para crear un clima

favorable a la solución negociada. El objetivo de cara a la opinión pública impediría al Gobierno reprimirnos brutalmente (y de otra forma no va a poder hacerlo) sin quedar con una imagen nefasta ante todo el mundo. En cuanto se produjera el motín, Senideak y demás organizaciones legales se tendrían que mover rápida y masi­vamente (mociones en ayuntamientos, manifestaciones ... ). Incluso se podría estudiar el revelar el "objetivo real" de la acción a gente como el obispo Setién para que presionase al gobierno a que acepte la negociación. Presionar de forma no pública, claro. El Gobierno se encontraría con todas estas presiones simultáneas, más la certeza de ekintzas (atentados) durante las Olimpiadas, más el amontona­ miento de los presos sociales en las cárceles, ya que a pesar de que estamos muy amontonados se verían obligados a sacarlos de los módulos en los que estemos amotinados y, por tanto, amontonarlos más; creando una situación crítica en las cárceles. Teniendo además a todos los txakurras (policías) y pikolos (guardias civiles) en Barcelona y Sevilla".

 

"Al Gobierno le quedan entonces cuatro salidas":

 

1) Negociación, (las otras tres hay que intentar evitarlas).

2) Represión, (para evitarlas, la movilización inmediata en la calle es fundamental).

3) Hacernos la "putada" de aceptar la reagrupación en Euskadi (por lo que sería conveniente que esta petición de cara a la opinión pública, fuera un poco más exigente para que el Gobierno no pudiese aceptarla sin quedar en ridículo. Pero que sea una petición justa y razonable de cara a la opinión pública).

4) Una fecha tope para que.... la negociación. Por ejemplo, una semana desde que empiecen los motínes. Y asegurarle que si no se negocia, la solución será "rnuy violenta".

 

"Tenemos la ventaja de que esto será totalmente inesperado para el Gobierno, por lo que será primordial el secreto absoluto de todo este montaje. Creemos que con el número de cinco cárceles amotinadas será suficiente (si son más, mejor)".

 

"Creernos que aunque el resultado de la acción fuese violento, no hay que agredir a los funcionarios, sino a los pikolos y a los txakurras. De lo contrarío, nos llamarían verdugos y es importante que el que quede de verdugo sea el Gobierno, nosotros de víctimas. Aunque nos cueste muy caro, estamos dispuestos".

 

"Una fórmula para comunicarnos entre cárceles sería con los agurrak de Egin. El formato elegido es este:

- Para suspender el tema: Gordo, de momento no podemos merendar juntos. Otra vez será. Iñaki.

- Para retrasarlo: Gordo, dentro de 4 (5, 6, 7 ... ) días merendamos. A ver si te acercas. Iñaki.

- Para adelantarlo: Gordo, estuvimos merendando hace 2 (3,4,5 ... ) días. A ver si la siguiente no faltas. Iñaki.