Guardias civiles asesinados por ETA
JUNIO-Guardias civiles asesinados por ETA
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- Categoría padre: España bajo el terror de ETA
- Categoría: Guardias civiles asesinados por ETA
- Publicado el Domingo, 03 Julio 2016 22:46
- Escrito por Antonio Mancera
JUNIO: Relacion de guardias civiles asesinados por ETA
Manuel Pérez Vázquez, guardia civil asesinado por ETA el 3 de junio de 1974
IN MEMORIAM
El 3 de junio de 1974 la banda terrorista ETA terminó en Ataún (Guipúzcoa) con la vida del guardia civil MANUEL PÉREZ VÁZQUEZ, que formaba parte de un dispositivo de control que se estableció tras el robo en la empresa CAF (Compañía Auxiliar de Ferrocarriles).
El 31 de mayo cinco terroristas armados con subfusiles habían atracado, con la complicidad de un empleado, las instalaciones de CAF en Beasain, haciéndose con los catorce millones de pesetas de la nómina de los trabajadores. Tras el atraco, la Guardia Civil había establecido un dispositivo de búsqueda en toda la zona para tratar de localizar a los etarras. Estos eran Juan Labordeta Vergara, alias Lezo, José Manuel Pagoaga Gallastegui, Peixoto, José Antonio Garmendia Artola, Dumpe, Félix Eguía Jaureguizábal y Francisco Javier Aya Zulaica, Trepa.
Doce horas después, una pareja de motoristas de la Agrupación de Tráfico localizó un vehículo cerca de Olaberría, cuyos ocupantes habían entrado en un edificio en ruinas. Se produjo un tiroteo y los etarras consiguieron huir. En el edificio se encontró casi todo el dinero robado y armas de todo tipo. Poco después se detuvo a uno de los asaltantes, Juan Labordeta Vergara, que no ofreció resistencia.
La operación de búsqueda del resto de atracadores se prolongó varios días. Durante la madrugada del 2 al 3 de junio, un vehículo de la Guardia Civil, conducido por Manuel Pérez Vázquez, circulaba por Ataún cuando vieron a dos hombres y una mujer que les resultaron sospechosos. Éstos transitaban por el tramo de carretera que une las localidades guipuzcoanas de Lezcano y Ataún. En el vehículo de la Guardia Civil viajaban también el teniente Evaristo García Sotelo y el cabo primero Miguel Alonso Martín.
Los guardias civiles se detuvieron y pidieron la documentación a los tres sospechosos. Dos de ellos (María Lourdes Aizmendi y José María Arín Baztarrica) la mostraron, pero el tercero sacó una pistola y disparó contra Manuel, dejándolo gravemente herido. Alcanzado por un disparo en el corazón, murió poco después en la Clínica de San Cosme y San Damián de Tolosa.
El autor de los disparos sería identificado posteriormente como Miguel Ángel Apalategui Aierbe, de 19 años, que trabajaba como administrativo en CAF y había suministrado a los etarras la información para cometer el atraco. Tras asesinar al guardia civil, saltó a un río cercano salvando un gran desnivel y huyó amparado por la oscuridad de la noche. La Guardia Civil sospechó que Apalategui Aierbe, alias Apala, pensó que Labordeta Vergara lo había delatado y que iban a detenerlo. Pocos años después, el asesino de Manuel Pérez alcanzaría gran notoriedad como miembro de ETA.
Manuel Pérez Vázquez tenía 29 años y estaba soltero. Estaba destinado en la Comandancia de San Sebastián, adscrito al cuartel de Zaráuz. Era la segunda víctima mortal del año 1974, tras el asesinato el 3 de abril del jefe del Grupo de Información de la Guardia Civil en Azpeitia, Gregorio Posada Zurrón.
Mariano Román Madroñal, guardia civil asesinado por ETA el 5 de junio de 1975
IN MEMORIAM
En la mañana del 5 de junio de 1975 fallece el guardia civil MARIANO ROMÁN MADROÑAL a consecuencia del accidente sufrido mientras prestaba servicio de escolta en un tren correo durante una operación de detención de dos etarras.
A las siete de esa mañana, la pareja de la Guardia Civil formada por Mariano Román Madroñal e Higinio Martín Domínguez estaba de servicio en el tren correo número 14 de los Ferrocarriles Vascongados, que efectuaba normalmente el recorrido San Sebastián-Bilbao. En la estación de Añorga (Guipúzcoa) subieron al tren dos personas que, por su vestimenta (llevaban gabardinas en una mañana muy soleada del mes de junio), les infundieron sospechas.
Higinio Martín Domínguez, que iba sentado en el centro del vagón frente a su compañero, fue quien se percató de esa circunstancia, por lo que desenfundó su pistola y se acercó a ellos con el objeto de identificarlos. Los sospechosos retrocedieron, agachándose el primero y haciendo fuego con una metralleta sobre el guardia civil el otro sospechoso. Una de las balas se estrelló contra un cristal del vagón y uno de los trozos de cristal se incrustó en uno de los ojos de Higinio, momento que aprovecharon los dos terroristas para pasar al vagón siguiente.
Los guardias civiles, al sospechar que fueran a apearse del tren en la estación de Recalde, cubrieron desde las puertas ambos lados del convoy. En ese momento Román Madroñal tuvo la mala suerte de salir despedido del tren en marcha, fracturándose la base del cráneo en la caída, lo que le causó la muerte en el acto. Los terroristas aprovecharon la caída y la conmoción que causó para huir en el automóvil que les estaba esperando con el motor en marcha y las puertas abiertas en la estación de Recalde. Nunca se identificó a los etarras, pero el 6 de junio la banda terrorista reivindicó la muerte de Román Madroñal en Radio Montecarlo, presentándolo no como una acción casual, sino como un atentado.
Higinio Martín Domínguez, que resultó herido, tenía 37 años, estaba casado y era padre de una niña de 10 años. Llevaba 14 años en la Comandancia de San Sebastián.
Mariano Román Madroñal estaba casado y tenía cinco hijos (tres niños y dos niñas), el mayor de 11 años. Llevaba veinte años destinado en la Comandancia de la Guardia Civil de San Sebastián. El funeral por el guardia civil se celebró en la catedral del Buen Pastor de la capital donostiarra y, a continuación, fue enterrado en el cementerio de Polloe.
José Pardines Arcay PRIMER GUARDIA CIVIL ASESINADO POR ETA EL 7 de junio de 1968
IN MEMORIAM
El 7 de junio de 1968 la banda terrorista ETA asesina en Villabona al guardia civil JOSÉ PARDINES ARCAY. Fue la primera víctima mortal deliberada de la banda y, durante muchos años, se consideró que fue el bautismo de sangre de ETA. Aún tenían que pasar muchos años para que el asesinato de la niña Begoña Urroz Ibarrola, el 27 de junio de 1960, fuese atribuido a la banda terrorista.
El año 1968 fue el año en que la organización terrorista tomó la decisión de empezar a matar, aunque ya desde 1962 la denominada "rama acción" de ETA se convirtió en "rama acción militar". También en ese año se produjo la primera baja en las filas de la banda. Fue un año crítico en el que el régimen de Franco respondió a los asesinatos con la declaración del estado de excepción y el restablecimiento de medidas de represión contra el bandidaje y el terrorismo, que suponían recuperar para la jurisdicción militar los juicios por esos delitos.
El asesinato de José Pardines se produjo en la Nacional I, a su paso por el término municipal de Villabona (Guipúzcoa), en una zona en obras de la carretera. La Guardia Civil de Tráfico se encontraba en el lugar desviando los vehículos y dirigiendo el tráfico. Pardines estaba en un extremo de las obras y Félix de Diego, su compañero, en el otro, a una distancia de dos kilómetros.
En ese momento, los etarras Francisco Javier Echebarrieta Ortiz, alias Txabi, e Iñaki Sarasketa, que viajaban en un automóvil Seat 850 coupé con matrícula de Zaragoza, se detuveron junto a Pardines, que debió ver algo sospechoso en el mismo y les solicitó la documentación. Treinta años después, Iñaki Sarasketa relataría en La Revista de El Mundo (7 de junio de 1998) como ocurrieron los hechos: "Txabi me dijo: 'Si lo descubre, lo mato'. 'No hace falta', contesté yo, 'lo desarmamos y nos vamos'. 'No, si lo descubre, lo mato'. Salimos del coche. El guardia civil nos daba la espalda, de cuclillas mirando el motor en la parte de detrás. Sin volverse empezó a hablar: 'Esto no coincide...'. Txabi sacó la pistola y le disparó en ese momento. Cayó boca arriba. Txabi volvió a dispararle tres o cuatro tiros más en el pecho. Había tomado centraminas y quizá eso influyó. En cualquier caso, fue un día aciago.
Un error. Como otros muchos en estos veinte años. Era un guardia civil anónimo, un pobre chaval. No había ninguna necesidad de que aquel hombre muriera".
En el momento del asesinato, el conductor de un camión que pasaba por ese tramo de obras se percató de lo que sucedía y alertó al compañero de Pardines, que se acercó con una motocicleta hasta el lugar donde se encontraba el guardia civil, muerto en medio de un charco de sangre.
Txabi Echebarrieta, autor material del crimen, murió horas más tarde en un enfrentamiento con la Guardia Civil en Tolosa. Sarasketa fue detenido y condenado a muerte, aunque la pena fue conmutada por cadena perpetua.
Beneficiado por las medidas de amnistía aprobadas como parte del proceso de Transición a la democracia tras la muerte de Franco, salió de prisión en 1977. El día que asesinaron a Pardines, Echebarrieta y Sarasketa se dirigían a San Sebastián para preparar el asesinato del inspector Melitón Manzanas.
José Pardines Arcay era natural de Malpica (La Coruña). Estaba soltero y tenía 25 años. Hijo y nieto de guardias civiles, había residido en varias localidades gallegas y también en Santa Pola (Alicante), donde también estaba destinado su padre en el momento del asesinato. Una vez que entró en la Guardia Civil, estuvo destinado primero en Asturias y, posteriormente, tras realizar el curso de Tráfico, fue destinado a Guipúzcoa, donde conoció a su novia, Emilia. Huérfano de madre desde muy joven, se crió con la ayuda de una tía. Cuando empezó a ganar dinero, contribuyó a la economía familiar para que sus dos hermanos menores pudiesen estudiar. Su compañero el día del atentado, Félix de Diego Martínez tuvo que abandonar la Guardia Civil en 1972. Siete años más tarde, el 31 de enero de 1979, fue asesinado también por la banda terrorista ETA.
Los restos mortales de José Pardines fueron enterrados en Malpica, donde se celebró el funeral. Un año después, se le hizo un homenaje en su localidad natal y se colocó una placa azul con letras blancas en la calle que lleva su nombre donde puede leerse: "Guardia civil 1943-1968. Morto en servicio. 7 xunio".
ANTONIO RAMOS RAMÍREZ, guardia civil asesinado por ETA el 8 de junio de 1986
IN MEMORIAM
En torno a las 23:00 horas del día 8 de junio de 1986 el cabo primero de la Guardia Civil, ANTONIO RAMOS RAMÍREZ, es ametrallado en Mondragón (Guipúzcoa) por miembros de la banda terrorista ETA. La víctima no estaba de servicio, ni vestía el uniforme reglamentario, por lo que los etarras debían de conocer bien sus hábitos tras someterlo a un período de seguimiento y vigilancia.
El atentado se produjo en el barrio de San Andrés, en el momento en que Antonio Ramos se acababa de introducir en su vehículo particular después de haber estado en un bar próximo. El guardia civil fue alcanzado en el corazón y el brazo izquierdo, quedando gravemente herido. Aunque fue trasladado de forma inmediata al centro asistencial de Mondragón por personal de la Cruz Roja, no pudo hacerse nada por su vida e ingresó cadáver.
El vehículo de Antonio presentaba un total de diez impactos (dos disparados desde el interior), por lo que el guardia civil debió de repeler la agresión, ya que en su mano tenía un arma que había sido disparada. El turismo quedó cruzado en la calle del Doctor Bañez, a poca distancia del bar en el que, hasta momentos antes de su asesinato, había estado.
Al día siguiente del asesinato de Antonio Ramos, un convoy de tres vehículos de la Guardia Civil fue atacado en Hernani (Guipúzcoa) mediante un coche-bomba, resultando heridos leves dos civiles. Además, ETA había enviado centenares de comunicados a embajadas, medios de comunicación extranjeros y agencias de viajes avisando de lo peligroso que era veranear en España, dando así comienzo a su particular campaña veraniega del terror. Pretendía de esta forma presionar violentamente los días previos a las elecciones generales que se iban a celebrar el 22 de junio, elecciones que ganó el PSOE por mayoría absoluta.
El asesinato del guardia civil está sin juzgar de momento. Años después, las Fuerzas de Seguridad señalaron a Luis Enrique Gárate Galarza, alias Zorro, como uno de los participantes en el atentado. Gárate fue detenido en el sur de Francia, en la localidad de Cognac, a unos cien kilómetros de Burdeos, el 9 de febrero de 2004. El etarra pretendía introducir en España, junto a Ibón Elorrieta Sanz, una furgoneta Renault Kangoo cargada con material explosivo y armas. Por este delito fue condenado en Francia a 16 años de prisión. En junio de 2006, España solicitó la extradición de Gárate Galarza, y en marzo de 2010 fue entregado temporalmente a España para ser juzgado por diversos atentados cometidos en la década de los ochenta.
Antonio Ramos Ramírez, de 28 años, estaba destinado en el cuartel de Oñate. Estaba casado y tenía un hijo de 5 años. Su mujer estaba embarazada de seis meses y, según contaron los medios de comunicación, dio muestras de una gran serenidad durante la celebración del funeral de su marido. Sus restos mortales fueron enterrados en el cementerio de San Fernando en Sevilla.
Antonio Ramos ya había sufrido anteriormente un atentado terrorista. El 15 de octubre de 1983, minutos antes de las once de la noche, tres vehículos de la Guardia Civil circulaban por la carretera de acceso a la localidad guipuzcoana de Oñate, concretamente en el barrio de Zubillaga. Al pasar junto a una vieja tapia, varios etarras apostados en la oscuridad accionaron a distancia un artefacto, compuesto por explosivos y tornillos, que impactó en el vehículo que marchaba en primera posición. Como consecuencia de la explosión falleció prácticamente en el acto, por fractura de cráneo, el guardia civil José Reyes Corchado Muñoz. Ramos resultó herido leve, mientras que el conductor del vehículo, Francisco Borjas Reinoso, resultó ileso. Pese a ello Antonio, que llevaba ocho años destinado en el País Vasco, se había negado a pedir el traslado a otro destino menos peligroso.
José Luis Fernández Pernas, guardia civil asesinado por ETA el 13 de junio de 1982
IN MEMORIAM
El domingo 13 de junio de 1982, ETA asesinaba de un tiro en la cabeza en la localidad guipuzcoana de Pasajes (Guipúzcoa) al guardia civil JOSÉ LUIS FERNÁNDEZ PERNAS. Eran las nueve de la noche y José Luis se encontraba con otro guardia civil prestando servicio de vigilancia ante la caseta de control situada en la entrada del puerto de Pasajes. Los etarras realizaron un único disparo con un rifle Winchester de mira telescópica que le alcanzó en el parietal y le provocó la muerte en el acto. Los cristales de la garita saltaron hechos añicos por el impacto de la bala, ocasionando leves rasguños al compañero del guardia civil asesinado.
Los terroristas efectuaron el disparo desde un punto situado en el Alto de Capuchinos, a varios cientos de metros de la caseta de la Guardia Civil, pero desde el que tenían a tiro a los dos agentes. Previamente habían robado un taxi y, tras introducir al conductor en el maletero, se dirigieron al Alto de Capuchinos, en una zona cercana al barrio de Beraun desde la que se domina los puestos de control de la Guardia Civil en el puerto de Pasajes. El propietario del taxi permaneció en el maletero de su coche mientras se cometía el atentado y fue localizado poco después en una calle de Rentería.
El cuerpo de José Luís Fernández Pernas, cuya muerte se produjo de forma instantánea, fue trasladado inicialmente al Hospital Militar de San Sebastián y, posteriormente, al Gobierno Civil de Guipúzcoa en cuyas dependencias se instaló la capilla ardiente.
La garita atacada estaba situada en la misma entrada del puerto, junto a la barrera que controla el paso de vehículos. Los etarras dejaron el rifle en el suelo, así como varios proyectiles, para que las fuerzas de seguridad los encontraran. La utilización de una mira telescópica confería una particularidad a este atentado, según informaron fuentes policiales, quienes contraponen esta acción con otras efectuadas casi a bocajarro por la banda terrorista. ETA pretendía sembrar el pánico entre los agentes destinados a custodiar la entrada del puerto, pues el modus operandi mostraba la vulnerabilidad en la que se encontraban los guardias civiles encargados de la vigilancia del mismo.
Al día siguiente, 14 de junio, se celebró el funeral por el alma de Fernández Pernas. Cuando el féretro era portado a hombros de miembros de las fuerzas de seguridad, un grupo de mujeres gritó "Abajo el Gobierno", después de que el resto de los presentes corease vivas a España, al Rey y a la Guardia Civil. El cuerpo del guardia civil fue trasladado posteriormente en avión al aeropuerto de Peinador, en Vigo, de donde fue conducido a la localidad pontevedresa de Tomillo.
En 1983 la Audiencia Nacional condenó a José Javier Beloqui Cortajarena, autor del disparo, y a su acompañante, José Aparicio Sagastume, a 29 años de reclusión mayor por un delito de atentado con resultado de muerte. Ambos pertenecían al grupo Sega de la banda terrorista ETA. El 27 de septiembre de 1982 un tercer miembro de este grupo, Fernando Barrio Olano, resultó muerto en un enfrentamiento a tiros con la Policía en San Sebastián. Fuentes de la lucha antiterrorista le consideran también implicado, presuntamente, en el asesinato de Fernández Pernas.
José Luis Fernández Pernas, de 25 años de edad. Pertenecía a la Comandancia de Pontevedra, aunque estaba destinado temporalmente en comisión de servicio en un operativo de refuerzo de la Comandancia de Guipúzcoa. Estaba casado y era padre de dos niñas, de dos años y dos meses de edad en el momento de su asesinato.
Ricardo Couso Ríos, guardia civil asesinado por ETA el 13 de junio de 1991
IN MEMORIAM
Hacia las cinco de la tarde del 13 de junio de 1991, la banda terrorista ETA asesina al guardia civil RICARDO COUSO RÍOS en la localidad vizcaína de Valle de Trápaga.
Ricardo había estacionado su coche frente al colegio Franciscanas de Montpellier y permanecía dentro del mismo mientras esperaba a que su hijo pequeño saliera del colegio. Carolina, que tenía catorce años, había salido antes y se dirigió a casa. El niño se entretuvo un poco más en la salida y, justo cuando subía al coche de su padre, un miembro del grupo Vizcaya de ETA se acercó al vehículo y disparó seis tiros a través de la luna delantera. El guardia civil se desplomó sin vida dentro de su automóvil en presencia del pequeño de nueve años. "Pero nadie tuvo el valor, ni la decencia, de coger a ese niño de nueve años y acercarse a darle un mimo después de haber visto el asesinato de su padre. Le dejaron sentado, con la mente en blanco, en un banquito de piedra, hasta que llegaron los compañeros de mi marido" recordaba su viuda, Fina Saavedra, en una entrevista en el diario Soitu.es (10/09/2009).
El autor de los disparos se montó en un taxi, robado previamente a punta de pistola, donde le esperaban otros terroristas. El propietario del taxi fue abandonado atado a un árbol en el mismo término municipal donde se cometió el atentado. El vehículo fue localizado poco después en Portugalete.
El funeral oficial por Ricardo Couso se celebró en la Iglesia de los Padres Agustinos de Bilbao, presidido por el gobernador civil de Vizcaya, Daniel Vega, y por el director general de la Guardia Civil, Luis Roldán. La hija mayor, de 14 años, tuvo que ser llevada en volandas, pues no cesaba de llorar y apenas podía caminar. En Galicia se ofició un segundo funeral al día siguiente en la Iglesia de San Francisco de Santiago de Compostela. Después del acto religioso, el féretro con los restos mortales del guardia civil fue portado por sus compañeros hasta el cementerio de Boisaca, donde fue enterrado.
Las investigaciones policiales determinaron que los autores del asesinato de Ricardo Couso fueron los etarras Jesús Mendinueta Flores, Juan Carlos Iglesias Chouzas, alias Gadafi, y Juan Manuel Ormazábal Ibarguren, alias Turco. Este último no pudo ser juzgado, pues resultó muerto en un tiroteo con agentes de la Ertzaintza en Bilbao en agosto de 1991. En 1996, la Audiencia Nacional condenó a 28 años de cárcel por su participación en el asesinto del guardia civil al etarra Mendinueta Flores. En 2006, y por los mismos hechos, fue condenado Iglesias Chouzas a 29 años. Según declaración policial del primero, cuando fue detenido en 1991, el autor de los disparos que acabaron con la vida de Ricardo fue Ormazábal Ibarguren, el muerto.
Ricardo Couso Ríos, de 38 años, estaba casado y tenía dos hijos: Carolina, de 14 años, y Ricardo, de 9. Llevaba doce años de servicio en el País Vasco cuando fue asesinado. Con 17 años Ricardo se fue a Francia a buscarse la vida.
Cinco años después tramitaba los papeles para conseguir la nacionalidad francesa, pues había encontrado trabajo al otro lado de la frontera. Pero ese verano (1976) coincidió con Fina en la misma cuadrilla de Santiago y se hicieron novios. Antes de casarse, tuvo que hacer el servicio militar en Melilla. Allí se despertó su vocación, y decidió entrar en la Guardia Civil, como lo habían hecho anteriormente su abuelo y sus tíos. Tras nueve meses de academia, y pese a tener nota para elegir destino, toda la promoción fue enviada al País Vasco. Cuando Carolina, la hija mayor, tenía dos años, les trasladaron a Valle de Trápaga, pequeño pueblo dormitorio de unos trece mil habitantes, la mayoría de ellos inmigrantes que trabajaban en los Altos Hornos de la Margen Izquierda. El recibimiento en el pueblo no fue bueno, y desde el principio estuvieron marcados por pertenecer a la Guardia Civil. Fina tuvo incluso que sacar a la niña del colegio público y meterla en uno concertado, como contó en la entrevista en Soitu.es. Por la época en la que fue asesinado estaba preparando la mudanza, pues le habían concedido el traslado a su ciudad de origen.
La familia de Ricardo ha estado muy involucrada en la defensa de la Memoria, Dignidad y Justicia de las víctimas del terrorismo. Especialmente Josefina, la esposa, que fue delegada de la AVT en Galicia, y la hija mayor, Carolina Couso Saavedra, desde su trabajo como periodista. En 2005 publicó La Guardia Civil frente al terrorismo: por las Víctimas, por la Libertad, libro patrocinado por la Fundación Víctimas del Terrorismo y por la Fundación de la Guardia Civil. Ricardo, el hijo, viste ahora con orgullo el uniforme de su padre.
Angel Zapatero Antolín, guardia civil asesinado por ETA el 14 de junio de 1984
IN MEMORIAM
A las 19:20 horas del jueves 14 de junio de 1984, el guardia civil ÁNGEL ZAPATERO ANTOLÍN moría en el Paseo de Larracho de San Sebastián destrozado por la explosión de una bomba colocada por ETA, que estalló en el momento en que accionaba la llave de contacto de su coche. La onda expansiva despidió el vehículo del guardia civil a varios metros de distancia, envuelto en una columna de humo y fuego. Ángel falleció en el acto y su cuerpo, calcinado por las llamas, quedó atrapado en el amasijo de chatarra en que quedó convertida la estructura de su vehículo, un Citroën GS con matrícula de Madrid. El cadáver tuvo que ser extraído por los bomberos, que llegaron al lugar minutos después de la explosión.
La explosión pulverizó los cristales de las viviendas de los alrededores y ocasionó serios desperfectos en los coches aparcados en las inmediaciones. Un niño de nacionalidad portuguesa de 14 años de edad, José Evangelista Matías, también resultó herido por la deflagración, y fue trasladado a la Residencia Sanitaria Nuestra Señora de Aránzazu. El chaval, que paseaba a varios metros del lugar donde se produjo la explosión, fue alcanzado en la pierna derecha por un neumático del coche del guardia civil asesinado que salió despedido por la explosión. Precisamente, el artefacto explosivo estaba adosado a la rueda delantera, dispuesto para explotar en el momento en que el guardia civil accionara el contacto.
En 1988 la Audiencia Nacional condenó a los hermanos Antonio y Domingo Troitiño Arranz a 29 años de reclusión por el asesinato de Ángel Zapatero Antolín. Los hermanos Troitiño acumulan un largo historial de asesinatos: Antonio supera la treintena de asesinatos, mientras que a su hermano Domingo, captado por el primero, se le atribuyen una veintena de víctimas mortales. En 1990 fue condenado por el mismo atentado, y a las mismas penas que los hermanos Troitiño Arranz, el etarra Ángel Zabaleta Mendía.
Ángel Zapatero Antolín, de 39 años de edad, estaba casado y era padre de dos niñas de 10 y 7 años. En el momento de su asesinato estaba destinado en el cuartel de Inchaurrondo como miembro del Servicio Fiscal de la Guardia Civil. Vivía en San Sebastián desde que tenía veinte años. Diez años antes de ser asesinado se trasladó al barrio de Alza de la capital donostiarra, muy cerca del cuartel en el que prestaba sus servicios. Sus restos mortales fueron enterrados en el cementerio de Polloe de San Sebastián por expreso deseo de su viuda.
Eugenio Recio García, guardia civil asesinado por ETA el 18 de junio de 1985
IN MEMORIAM
El 18 de junio de 1985, la banda terrorista ETA asesinaba en Santurce (Vizcaya) al cabo de la guardia civil EUGENIO RECIO GARCÍA. Faltaban quince minutos para las ocho de la mañana y el guardia civil caminaba, vestido de paisano, por la calle de Las Viñas en dirección a la estación, donde cogería el tren que tendría que haberle llevado a su trabajo en el cuartel de la Guardia Civil de La Salve, en Bilbao. En ese momento fue abordado por un terrorista que, tras conminar a una joven que transitaba por el lugar a arrojarse al suelo, efectuó un único disparo con arma corta contra el agente. En el lugar del crimen se encontró un solo casquillo de bala.
El asesino había esperado a su víctima en un coche leyendo un periódico, para disimular hasta que llegase el guardia civil. Tras meterle el tiro en la nuca, huyó en el vehículo, que había sido robado a punta de pistola en Abanto y Ciérvana por cuatro terroristas. Dos se habían quedado vigilando al propietario, y otros dos se habían dirigido a Santurce para matar al guardia civil. El vehículo apareció esa misma tarde junto al polideportivo Los Llanos de Sestao.
Todas las fuerzas políticas vascas, con excepción de Herri Batasuna -uno de cuyos concejales del Ayuntamiento de Santurce se limitó a manifestar que "aquí la única solución es la negociación política con ETA"-, condenaron el asesinato. El vicesecretario general del Partido Socialista de Euskadi, Juan Manuel Eguiagaray, señaló que "algún día el pueblo vasco, deberá reconocer la deuda de gratitud que tiene contraída con esas fuerzas que, en primera línea y a riesgo de su vida, están librando una durísima batalla en defensa de las libertades de todos".
Cuatro días antes, el 14 de junio, las fuerzas nacionalistas se habían negado a respaldar una moción de apoyo a las Fuerzas de Seguridad del Estado en el Parlamento vasco. El mismo día del asesinato de Eugenio Recio, el Partido Nacionalista Vasco de Santurce hizo público un comunicado en el que se dirigía al PSOE con estas palabras: "Cumpla el Estatuto y vaya retirando a las Fuerzas de Seguridad del Estado en vez de sacar más números a la calle, provocando una dinámica de acción-respuesta que nos mete en un callejón sin salida".
El ministro del Interior, José Barrionuevo, presidió a media tarde los funerales celebrados en la Parroquia de la Inmaculada Concepción de Santurce. Numerosos vecinos, más de los que solía ser habitual en ocasiones similares, se agolparon en silencio en las inmediaciones, e irrumpieron en aplausos cuando el féretro fue introducido en el furgón fúnebre.
En el asesinato de Eugenio Recio participó, presuntamente, el etarra Juan Manuel Inciarte Gallardo, alias Buto y Jeremías, detenido en el aeropuerto de Barajas en agosto de 2009. Sobre el etarra pesaba una orden de detención desde 1991 por el asesinato de cinco personas. Inciarte fue detectado en México, tras una denuncia anónima, de donde fue expulsado por encontrarse en situación irregular.
Eugenio Recio García, de 51 años de edad, estaba casado y tenía seis hijos, tres chicos y tres chicas, con edades comprendidas entre los 9 y los 19 años. Llevaba veintiséis años en la Guardia Civil, los dieciocho últimos destinado en Vizcaya. Los tres hijos menores cursaban sus estudios en escuelas de Santurce, mientras que los tres mayores lo hacían en Salamanca. Muy conocido en el barrio de Buyon, ninguno de sus vecinos ignoraba su profesión. En breve iba a ser trasladado a Salamanca, pues había pedido el cambio de destino. El asesinato impidió que se cumpliese su deseo.
Juan Maldonado Moreno, guardia civil asesinado por ETA el 22 de junio de 1983
IN MEMORIAM
En torno a las 18:40 horas del 22 de junio de 1983, la banda terrorista ETA asesinaba en Pasajes de San Juan (Guipúzcoa) al guardia civil JUAN MALDONADO MORENO. Su cuerpo quedó destrozado por la explosión de una bomba-lapa adosada a los bajos de su vehículo, que quedó convertido en un amasijo de chatarra.
La explosión, de gran potencia, tuvo lugar en el momento en el que el guardia civil, que vestía de paisano, accionó la llave de contacto de su vehículo, un Renault 8 de color rojo, aparcado en una pequeña plazoleta que se utiliza como aparcamiento en un extremo del pueblo, muy cerca de su domicilio. El cuerpo del agente fue seccionado en dos por la onda expansiva.
Una mujer de nacionalidad portuguesa, que pasaba por el lugar en el momento de la explosión, resultó herida al ser alcanzada por los cristales del vehículo. La mujer herida fue trasladada al Hospital de la Cruz Roja en San Sebastián, donde le practicaron las primeras curas. Tenía incrustadas en el rostro, y en diferentes partes de su cuerpo, numerosas partículas de cristales, pero los médicos consideraron que sus heridas no revestían gravedad. La onda expansiva destrozó, además, otros vehículos aparcados en las inmediaciones y provocó la rotura de cristales en numerosas viviendas y comercios.
El funeral celebrado al día siguiente en el patio del Gobierno Civil de Guipúzcoa contó con la asistencia, por primera vez en este tipo de actos, del teniente coronel Díaz Arcocha, máximo responsable de la Ertzaintza, que sería asesinado por ETA el 7 de marzo de 1985, y el capitán García Oteiza. Al funeral también asistieron el ministro del Interior, José Barrionuevo; el inspector general de la Guardia Civil, Aramburu Topete; el delegado del Gobierno en el País Vasco, Ramón Jáuregui; el capitán general de la VI Región Militar y otras autoridades. Se renunció al funeral en la Sagrada Familia, tras la negativa del obispo Setién a que el féretro llevara bandera alguna.
Juan Maldonado Moreno tenía 42 años. Estaba casado y tenía dos hijas de 9 y 7 años. Desde doce años antes de ser asesinado prestaba servicio en uno de los puestos de aduanas del puerto de Pasajes, escenario de numerosos atentados contra miembros de la Guardia Civil. El guardia civil tenía costumbres muy regulares: solía jugar habitualmente a las cartas en el mismo bar y acudir a una huerta cercana a su domicilio. Fue enterrado en el municipio granadino de Motril con la asistencia de varios miles de personas que recibieron el féretro entre gritos de "ETA asesina" y vivas a la Guardia Civil. La banda terrorista ETA reivindicó el atentado el 7 de julio.
José Luís Hervás Mañas, guardia civil asesinado por ETA el 25 de junio de 1990
IN MEMORIAM
En torno a las doce del mediodía del lunes 25 de junio de 1990, el sargento de la Guardia Civil JOSÉ LUIS HERVÁS MAÑAS moría en un tiroteo con tres miembros de la banda terrorista ETA en un paraje montañoso de Navarra conocido como la Foz de Lumbier. Hervás Mañas formaba parte de una patrulla de vigilancia de la Guardia Civil para proteger a los turistas que visitaban el paraje natural de la Foz de Lumbier, pues se habían producido muchos robos a campistas en esa zona durante los meses anteriores.
El 25 de junio los ocupantes de dos coches todoterreno de la Guardia Civil observaron los movimientos sospechosos de tres individuos que estaban acampados en la orilla del río Irati. El sargento Hervás bajó por un terraplén para pedirles la documentación y que le mostraran el contenido de sus mochilas. En ese momento el etarra Germán Rubenach Roig, uno de los tres sospechosos, disparó al guardia civil, provocándole la muerte. Hervás Mañas fue alcanzado por tres disparos en el cuello, el pecho y un brazo. Una vez en el suelo, le robaron su arma reglamentaria.
Rubenach estaba acompañado por Juan María Lizarralde Urreta y Susana Arregui Maiztegui. Los tres habían sido trasladados días antes a la Foz de Lumbier por Javier María Goldaraz Aldaya y Juan José Zubieta Zubeldia. Haciéndose pasar por excursionistas, estudiaban los hábitos y rutinas de las patrullas de la Guardia Civil con el fin de atentar contra sus miembros.
Tras asesinar al sargento Hervás, se produjo un intercambio de disparos entre los tres terroristas, que abrieron fuego para cubrir su fuga, y los demás guardias civiles que componían la patrulla de vigilancia, resultando gravemente herido el sargento de la Guardia Civil José Domínguez Piris, comandante del puesto de la cercana localidad de Yesa. Fue trasladado a la Clínica Universitaria de Pamplona, donde se le intervino quirúrgicamente para intentar extraerle una bala que le había entrado por la cadera derecha y había quedado incrustada en la zona posterior izquierda del sacro.
Los tres terroristas huyeron a pie y en su huida se les cayó una bolsa en la que, entre otros objetos, se encontró una pistola del calibre 9 milímetros parabellum. Inmediatamente se organizaron patrullas de la Guardia Civil que acordonaron y batieron la zona, apoyadas por helicópteros. Cerca de las nueve de la noche, una de las patrullas encontró en la orilla del río Irati a un hombre con una herida de bala en la cabeza, que poco después fue identificado como Germán Rubenach Roig, antiguo integrante del grupo Txalupa de ETA, ya desarticulado. El etarra fue trasladado al Hospital de Navarra donde, a medianoche, fue intervenido quirúrgicamente.
Al día siguiente, hacia las 9:00 horas, cuatro guardias civiles que seguían batiendo la zona encontraron los cadáveres de Juan María Lizarralde y Susana Arregui a orillas del río Iratí, a unos quinientos metros de donde había sido asesinado el sargento Hervás el día anterior. Ambos presentaban disparos de bala en la cabeza. Debajo del cuerpo de Arregui encontraron la pistola reglamentaria del sargento asesinado, mientras que debajo del cadáver de Lizarralde se encontró una pistola marca Browning. Esta última pistola es la que se había utilizado para acabar con la vida del ex policía nacional Francisco Almagro Carmona, asesinado en Pamplona el 3 de junio de ese mismo año.
La Guardia Civil encontró entre las pertenencias de los terroristas abandonadas en la Foz de Lumbier (Navarra), notas manuscritas tomadas la semana anterior sobre los movimientos por la zona de patrullas del Instituto Armado, por lo que consideraron probable que estuvieran preparando un atentado.
En 1992 Germán Rubenach Roig fue juzgado y condenado a 57 años de reclusión por el asesinato de José Luis Hervás y el asesinato frustrado de José Domínguez Piris, entre otros delitos. En ese mismo fallo se condenó a Juan José Zubieta Zubeldia a 24 años de cárcel como autor de un delito de atentado en grado de conspiración. En 1993 fue condenado Javier María Goldaraz Aldaya a 23 años de cárcel como autor de los delitos de militancia en banda terrorista y atentado en grado de conspiración. Estos dos últimos etarras fueron los que trasladaron a Rubenach, Lizarralde y Arregui hasta la Foz de Lumbier para que preparasen un atentado contra la Guardia Civil.
José Luis Hervás Mañas, tenía 34 años de edad. De niño había vivido en Castellón, donde formó parte de un grupo musical llamado Los D-2. En Castellón residía su familia y ahí fue enterrado. Estaba casado y tenía dos hijos, una niña de 12 años y un niño de 10. José Luis estudiaba la carrera de Derecho y sólo le faltaba una asignatura para terminarla. Destinado en Navarra desde marzo de 1990, tenía previsto trasladarse a Castellón en el mes de julio, donde ya tenía plaza asignada. El sargento estaba en posesión de la Cruz de la Orden del Mérito Militar.
Francisco Muriel Muñoz, guardia civil asesinado por ETA, 28 de junio de 1986
IN MEMORIAM
El 28 de junio de 1986, la banda terrorista ETA asesinó en Zarauz (Guipúzcoa) al guardia civil FRANCISCO MURIEL MUÑOZ, e hirió a varias personas más, todas ellas miembros de las fuerzas de seguridad del Estado, salvo un civil. Ese día hubo una oleada de atentados en un período de tiempo de seis horas que se inició poco antes de las tres de la madrugada en Bilbao y finalizó sobre las 8:45 horas en las proximidades de la localidad guipuzcoana de Zarauz. Las bombas iban dirigidas contra los equipos urbanos y rurales de la lucha antiterrorista desplegados por toda la comunidad autónoma vasca.
La oleada de atentados tuvo lugar seis días después de que el PSOE hubiese ganado las elecciones generales, elecciones en las que se produjo un aumento considerable de los votos obtenidos por Herri Batasuna. La formación proetarra advirtió al Gobierno de que los resultados le obligaban a negociar con ETA. Algunos analistas señalaron que la oleada de atentados del 28 de junio podía formar parte de una estrategia para que el Gobierno accediera a la negociación. Todos los artefactos fueron accionados a distancia por terroristas apostados estratégicamente en puntos que les permitieron controlar el paso de las patrullas de las fuerzas de seguridad.
La primera bomba estallaba a las 2:40 horas en la calle de Cortes de Bilbao al paso de dos coches de la Policía Nacional. Estaba compuesta por veinticinco kilos de Goma 2 y treinta más de metralla. Escondida en una papelera, la bomba fue detonada antes de que ambos coches estuvieran a su alcance, lo que salvó la vida a los agentes de Policía Nacional. Cuatro agentes y un transeúnte resultaron heridos leves en la cara y los brazos. La explosión fue brutal y desconchó las paredes de los edificios inmediatos y rompió los cristales de manzanas enteras hasta el quinto piso. Los tornillos de grueso tamaño, dispuestos para actuar como metralla, perforaron las persianas metálicas de acero de garajes y establecimientos y ocasionaron desperfectos en vehículos y comercios.
Unas horas después, a las 7:05 horas del 28 de junio, en el Alto de Orio, otro artefacto colocado en el talud de la carretera estallaba al paso de un Land Rover de la Guardia Civil, que quedó destrozado, y causó heridas leves al agente José Luis Jiménez Barba.
Una hora más tarde, hacia las 8:30 horas, y en respuesta a la explosión en el Alto de Orio, se puso en marcha un dispositivo de rastreo por parte de los Grupos Antiterroristas Rurales (GAR), que se desplazaron por la misma carretera que une Orio con Zaráuz hasta el Alto de Meagas, ya en el término municipal de esta segunda localidad. En ese momento, una tercera bomba de considerable potencia alcanzaba de lleno a la furgoneta Nissan en la que viajaban los siete guardias civiles. Francisco Muriel Muñoz falleció prácticamente en el acto y cinco de sus compañeros quedaron gravemente heridos, con los cuerpos doblados y atrapados entre el amasijo de chatarra en que quedó convertida la furgoneta blindada. Otro guardia civil salió despedido del vehículo y cayó a varios metros de la furgoneta. La bomba, que arrasó los matorrales y arrancó de cuajo ramas enteras, había sido colocada en un talud pegado a un precipicio, con el objetivo evidente de provocar que la furgoneta se despeñase. Los guardias civiles heridos fueron José María Baltasar Gil, de 26 años de edad; Manuel Ángel Arenal Linares, de 21 años de edad; Ramón Perona Sánchez, de 21 años de edad; Luis Pérez Bao, de 24 años de edad; Juan Carlos Carballo Gañan, de 23 años de edad y José Carlos Marrero Sanabria, que sufrió una insuficiencia respiratoria y un shock traumático. Todo ello le provocó una grave lesión cerebral. Tuvo que ser ingresado en un centro psiquiátrico de Las Palmas de Gran Canaria a causa de las secuelas que le dejó la misma. Diecinueve meses después, el 10 de enero de 1988, aprovechando la visita que le hacía un compañero guardia civil, le arrebató la pistola reglamentaria y se suicidó de un tiro en la boca.
La serie de atentados de ese día terminó con una cuarta bomba que explotó quince minutos más tarde a unos metros de la anterior, cuando efectivos de la Guardia Civil rastreaban el terreno en las inmediaciones del atentado. A consecuencia de la explosión, varios guardias civiles sufrieron perforación timpánica.
En 1989 la Audiencia Nacional condenó a José María Pérez Díaz y a José Antonio López Ruiz, alias Kubati, a sendas penas de 197 años como autores materiales del atentado. En el mismo fallo fue condenada Begoña Uzcudun Echenagusia, como autora en grado de encubrimiento.
En 1993 fue condenado José Ignacio Urdiain Ciriza y en 1999 Miguel Azcue Berasaluce, ambos como autores materiales y a las mismas penas que Pérez Díaz y López Ruiz. Begoña Uzcudun quedó libre en enero de 2006, cuando su excarcelación estaba prevista para 2008, beneficiada por la redención de condenas unos meses antes de que se empezase a aplicar la llamada doctrina Parot. A José Antonio López Ruiz, Kubati, y José Ignacio Urdiain Ciriza sí se les llegó a aplicar la doctrina Parot.
Francisco Muriel Muñoz, de 30 años, estaba soltero. Ingresó en 1979 en la Guardia Civil, y fue el primer miembro de los GAR muerto en acto de servicio desde que se creó esta unidad de élite en 1982.
JUSTINO QUINDOS LÓPEZ, guardia civil asesinado por ETA el 28 de junio de 1980
IN MEMORIAM
A las 20:15 horas del sábado 28 de junio de 1980, cuatro miembros de los Comandos Autónomos Anticapitalistas asesinaban a tiros en Azcoitia (Guipúzcoa) al mecánico ELIO LÓPEZ CAMARON, al funcionario del Ayuntamiento JULIO MUÑOZ GRAU y al guardia civil retirado JUSTINO QUINDOS LÓPEZ, cuando se encontraban charlando en la calle Mayor de la localidad tras tomar unos chatos en el Bar Alejandro.
En ese momento, un vehículo frenó bruscamente frente a ellos y cuatro terroristas abrieron fuego contra el grupo de amigos. Justino y Elio murieron en el acto, mientras que Julio Muñoz, herido gravemente por cuatro disparos, falleció mientras era trasladado a la residencia sanitaria Nuestra Señora de Aránzazu de San Sebastián. También resultó herido leve en una pierna el policía municipal Manuel Pérez Zarzo, que se encontraba dentro del bar, pues una de las balas entró en el establecimiento. El coche utilizado por los terroristas fue robado en torno a las 17:30 horas, dejando a su propietario atado en el Alto de Elosúa. Allí permaneció hasta que fue liberado por un vecino hacia las 20:30 horas.
Los tres amigos, según vecinos de la localidad, eran considerados políticamente de derechas, motivo suficiente para que la banda terrorista decidiese acabar con sus vidas. Dos días después, el atentado fue reivindicado por los Comandos Autónomos Anticapitalistas a través de llamadas telefónicas a varios medios de comunicación del País Vasco. Un miembro de los Comandos Autónomos Anticapitalistas fue detenido el mismo 30 de junio en el barrio de Gros de San Sebastián, cuando iba a entregar un comunicado para un periódico. Además, llevaba en su poder el arma con la que disparó a Elio, Julio y Justino. Se trataba de Jesús María Larzabal Bastarrika, condenado en 1982 por la Audiencia Nacional a 25 años de prisión. Ocho años después, en 1990, fue condenado también a 25 años, como autor material de triple asesinato, Juan Carlos Arruti Azpitarte.
Justino Quindos López, de 60 años, estaba casado y tenía un hijo y una hija, esta última casada con el conocido pelotari Anduela III. La víctima había abandonado la Guardia Civil veinticuatro años antes de ser asesinado, y desde entonces trabajaba en la empresa Beltia. Casualmente, vivía en el mismo edificio que Ramón Baglietto Martínez, asesinado por ETA dos meses antes.
Himno Guardia Civil