Relatos de la Guardia Civil
RELATOS: BALSARENY - 25 de Diciembre de 1859
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- Categoría padre: Guardia Civil
- Categoría: Relatos
- Publicado el Domingo, 11 Septiembre 2016 12:32
- Escrito por Antonio Mancera
Teniendo como principal base y objeto, la enumeración de servicios, no creemos fuera de toda oportunidad el esclarecer una idea referente a ellos; idea que ejerce sin duda alguna en los hechos de esta Institución una poderosa influencia.
Hay servicios que son de muy escaso lucimiento y valen sin embargo tanto como otros que lo alcanzan mayor.
Hay Guardias que pasan seis, diez o más días de continuas y dolorosas penalidades y el resultado de ellas es la captura de un malhechor de poca importancia; otros hay a cuyas manos viene el mismo criminal, un criminal famoso; una hora emplean en capturarle y este servicio adquiere más nombre que el primero.
Por estas circunstancias hay en el cuerpo individuos que han expuesto cien veces su vida, y no cuentan sin embargo en su hoja de servicios uno de esos que adquieren importancia y celebridad.
Muy injustos seríamos si por eso tratásemos de negarles su valor; así como seríamos injustos también si no reconociésemos ser todos ellos muy dignos de ser apreciados.
Para probar lo que decimos pudiéramos muy bien extendernos a otras muchas consideraciones pero como nosotros por nuestro juicio, no damos importancia á un servicio por su solo éxito, sino también y muy principalmente por los trabajos que á los individuos de la Institución cuesta, no necesitamos decir más sobre este punto.
Y fuera escusado; porque aquellos de nuestros lectores que pertenezcan al Cuerpo conocerán de sobra que en los mismos servicios de cada uno, los hay que les han dado mayor lucimiento, habiéndoles costado el realizarlos mucho menos trabajo que otros que sin embargo han pasado desapercibidos o están casi del todo ignorados.
Hemos creído conveniente estampar aquí estas reflexiones cuya exactitud será reconocida de todos, porque ayudarán mucho á hacer mas imparciales los juicios que sobre algunos hechos deben emitirse.
Esto sin embargo, no prejuzga nada acerca de la importancia del siguiente servicio.
Era la una de la madrugada del día 25 de Diciembre de 1859.
Los vecinos de Balsareny se entregaban ya al reposo después de celebrar como es costumbre en el seno de las familias, la fiesta de Noche-buena.
Los días de las grandes festividades se distinguen además de serlo por el rastro de grandes desastres que dejan en pos de sí.
Es incalculable el número de incendios, robos y asesinatos que se cometen en el mundo católico en la noche del 24 de Diciembre.
Pasen los primeros que bien pueden ser efecto de descuidos; pero robos, asesinatos y borracheras en festejos de tal día no dan muy alta idea del estado de civilización de las costumbres en general. Confiamos y confiamos mucho en que la instrucción y el tiempo darán a todos mayor sensatez evitando así de raíz tan aciagos y deplorables excesos.
De incendio era el suceso que á la sazón llevaba la alarma a los habitantes de Balsareny.
Los gritos de ¡socorro! ¡socorro! pronunciados con angustioso acento dieron la primera noticia del desastre, ya cuando el fuego se había posesionado ampliamente de una casa (tienda de comestibles) habitada por un vecino llamado Marcos N., su mujer y tres hijos.
Aquellos gritos sobrecogieron á los vecinos de las casas más próximas y despertaron en una de estas á los Guardias de aquel puesto que dormían en su casa-cuartel.
Eran estos el cabo 2° Ramón González Rodríguez comandante; Fernando Villanueva, Guardia de primera clase y los de segunda Mauricio Font y José Gil.
Vístense apresuradamente los citados Guardias, y salen de su morada llegando en breves momentos ante la que era presa de las llamas, con una rapidez que pareció inconcebible.
Salvar las vidas era lo primero a que debían dedicarse; pero tanto ellos como los vecinos que acudieron al lugar del suceso, conocieron que las llamas no daban tregua alguna, pues dominando la mayor parte de la casa y amenazando á las contiguas, impedían con su roja muralla todas las salidas ordinarias.
El Guardia no huye los acontecimientos por complicados o desesperantes que sean; los acepta tal como vienen; lucha con ellos; un recurso fallido es reemplazado instantáneamente por otro y el hombre queda al fin dominando como rey que es, todos los elementos de la naturaleza.
El Guardia no debe nunca entrar en un servicio, sea el que fuere, sin llevar más de un plan de realización.
Si uno solo lleva, y este fracasa, el buen éxito del servicio puede peligrar mucho, si pronto no se reforman los medios empleados.
Napoleón nunca abría combate sin tener lo menos tres diferentes y opuestos planes de batalla.
Muchas veces, los tres fracasaban.
Lo avanzado de la hora, la pequeñez o carencia absoluta de medios que hay para estos casos en los pueblos pequeños, el depósito de agua que se hallaba distante un cuarto de hora de Balsareny, y en fin, el aturdimiento y confusión del vecindario, auguraban fatales consecuencias de aquel siniestro.
El fuego, apoderado de los dormitorios, prendía ya en las camas de la casa, y fácil es adivinar el funesto incremento que estas iban a darle.
Los instantes valían entonces más que dinero como dicen los ingleses; valían vidas humanas.
Piden los Guardias escalas de mano, las buscan, se las dan y las arriman a las ventanas de la casa.
El interior de esta aparecía ante los que estaban fuera teñido de un color rojo tan brillante e intenso que causaba pavura el mirarle.
El olor de las materias incendiadas era repugnante y muy fuerte.
Y más se aumentaba aquel temor con los angustiosos gritos que de dentro salían.
Lánzanse los Guardias á las escalas sin temor alguno al peligro y les secundan conmovidos por su bello ejemplo algunos paisanos.
Pocos minutos habían trascurrido cuando Martin, su esposa y sus tres hijos se vieron salvados casi milagrosamente.
Después de las vidas, la hacienda.
El fuego fue combatido, arrollado por todas partes, dividido en lenguas y vencido al fin después de cuatro horas de incesantes y peligrosos trabajos, en los que el cabo Ramón González Rodríguez y sus Guardias demostraron ser dignos de llevar el noble y distinguido uniforma de la Guardia Civil.
Hallaron también palabras de consuelo para la familia que acababa de ver la pérdida de tantos intereses. S. E. el Sr. Director general del Cuerpo supo con mucha satisfacción el detalle de este servicio y en prueba de ello dio las gracias a los mencionados Guardias Civiles.
Tantos y tantos servicios de todos géneros no han podido menos de conquistar al Cuerpo un renombre, una gloria, una fuerza moral que no perecerá.
Por ellos es la Guardia Civil un Cuerpo especialísimo, respetado, temido por los delincuentes, ensalzado por los desvalidos y querido por todos los hombres honrados que ven que la idea sobre que descansa el Cuerpo es de Jesucristo.
—Sed hermanos.
Será su renombre tan eterno como ella; mientras esta sublime ley exista, existirá aquel como derivado de ella.
Solo son pasajeras las instituciones que se afianzan en leyes pasajeras también.
Quien quiera asegurarse de la sólida existencia de aquella fuerza moral, recorra a España, como hemos dicho, y verá que esa influencia es la credencial, el diploma de gloria de una de las grandes 'instituciones creadas por el siglo diez y nueve en esta heroica nación.
Verá al Guardia civil apartado de todos los lazos que no sean los del deber, emancipado de todas las pasiones, exponiendo su vida á cada momento por salvar á un náufrago, a un asfixiado, a un hombre enterrado en la nieve o en los escombros de un hundimiento, a otro cuya casa se incendia, a un coche despeñado... y al mismo tiempo castigando al asesino, al ladrón, al hombre inmoral, al perturbador del orden público; cobrando en fin, en nombre de la sociedad las deudas que con ella contraen todos los criminales al serlo.
Para representar así a la sociedad, no dudamos de que son necesarias muchas circunstancias.
¿Las tiene la Guardia Civil?
Esto no puede ponerse en duda.
Pero quien dude, si alguno hay que tan obcecado esté, lea estas páginas escritas con inmejorable deseo y buena fe.
Lo publicado hasta aquí y lo no menos importante que seguirá a esto le harán variar de pensamiento y exclamará, como todos hoy:
—La Guardia Civil es de las instituciones del siglo actual, la que ha sabido permanecer más pura en España y conquistar un gran porvenir de gloria.
Los que a levantar este edificio contribuyen con sus servicios, merecen bien de la patria y de la humanidad.
CRONICAS ILUSTRADAS DE LA GUARDIA CIVIL
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